El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) aludió a un crecimiento económico del 2024 muy bajo de alrededor del 2%. Eso es significativamente inferior a lo que Panamá ha crecido en promedio en lo últimas dos décadas de 6% por año.
Ningún país de Latinoamérica ha tenido un desempeño tan destacado en crecimiento, y si se toman las cifras de inflación de menos de 2% en los últimos 20 años, la conclusión lógica es que hemos sido la estrella económica de nuestro continente por mucho tiempo. Ahora bien, hay que entender porque hemos tenido un desempeño estelar este siglo y que son nuestras amenazas para poder continuar por los senderos de la prosperidad.
Panamá es una economía dolarizada, de servicios, de libre movimiento de capitales, bienes y hasta personas. El 80% de nuestra economía son servicios, llámense el Canal de Panamá, la Zona Libre de Colón, el Centro Bancario, el turismo, servicios legales, Aeropuerto Internacional de Tocumen, y otros muchos. Se han establecido en Panamá sedes multinacionales que ahora toman ventaja no solo de los atractivos fiscales, sino la conectividad del país a 40 o 50 ciudades de Latinoamérica y Estados Unidos.
Todas esas actividades económicas de servicios tienen una ventaja particular que no se puede replicar tan fácilmente. Contamos con la privilegiada posición geográfica del Canal, los puertos y los depósitos de última generación de la Zona Libre de Colón, el dólar y la estabilidad política del país para el Centro Bancario que atrae ahorros de la región, los aranceles bajos y la globalización de la importación y el turismo internacional.
Tenemos debilidades como un sistemas de educación sub-óptimo, una justicia aletargada que finalmente está despertando, poco respeto por la leyes y la convivencia pacífica de la sociedad por el cierre de las calles, y un excesivo nivel de subsidios que desincentiva la iniciativa individual. Y seguro que hay otros debilidades que se me escapan.
Para mantener y fortalecer nuestras ventajas comparativas, resulta importante tomar decisiones urgentes y oportunas de país para asegurarnos nuestro futuro:
- Canal – nos atrasamos en construir una mayor capacidad de almacenaje de agua para el tránsito de barcos y creo que nos quedamos cortos en medir los impactos de cambio climático. Hemos visto una reducción del tránsito del buques por el Canal de 25% aproximadamente, lo que conlleva una reducción de $500 millones al fisco nacional. Pero la industria naviera no va a esperar que Panamá tome alguna decisión sobre el agua. Ya se anunció que México planea construir un gasoducto para transportar el gas del sur de Estados Unidos del Atlántico al Pacífico. Este nuevo gasoducto mexicano puede disminuir el volumen de barcos por el Canal, pero también afectara las tarifas que podremos cobrar.
- Finanzas públicas – no se en cuanto cerro el déficit fiscal del país en el año 2023. La ley dice que no se permite un déficit mayor de 3%. Al 30 de septiembre del 2023, el déficit alcanzaba el 4.75% del PIB, según el MEF. Pero lo importante es que seguimos gastando bastante más de lo que recibimos, aun cuando el entorno económico mundial ha cambiado significativamente, las tasas de interés han subido más de 3%, y tenemos una amenaza de reducción por las agencias internacionales de clasificación de deuda. Necesitamos un manejo de las finanzas públicas más conservador; es decir, reducciones de gastos de planilla, proyectos políticos, y dar prioridad a la inversión sobre el gasto corriente.
- Minera Panamá – el país no puede tomarse el riesgo de arbitraje de $10,000 o $20,000 millones por el cierre de la mina. Perdemos el arbitraje y vamos a comer yuca con miel. Hoy anunció un inversionista estatal coreano que interpondrían una demanda por más de $750 millones por el cierre de la mina, es decir, el riesgo legal aumenta. La decisión de cerrar la mina se tomó en condiciones abruptas, amenazadas, y sin ningún estudio sobre el impacto en el país. El cobre de Panamá existe y puede servir para crear prosperidad, y si se quiere con más requisitos ambientales. Pero no podemos ser tan tontos en rechazar todo actividad minera. Posiblemente nuestros amigos de Costa Rica, de contar con una mina de cobre, afirmarían que el cobre se usa en los carros eléctricos y reduce las emisiones globales. Estamos afectando a 40,000 personas o más por el cierre de la mina.
Somos los arquitectos de nuestro propio destino, como decía Amado Nervo en su poema “En Paz”. Tenemos que tomar las decisiones pronto, y no dejar que otros las tomen por nosotros.