Al final de la campaña, como ciudadano, propuse que los candidatos presidenciales suscribieran un pacto contra la impunidad para evitar que todo lo malo del gobierno que pronto terminará, quede impune.
Me refería a los auxilios económicos del IFARHU, a los exorbitantes gastos de ventiladores y vacunas durante la pandemia, los repetidos reportes de que los pagos a acreedores del Estado tenían primero que pasar por una oficina particular para ser cancelados por la Contraloría General de la República, y un largo etcétera de todo el desastre cometido por los dirigentes del PRD que hicieron lo que les dio la gana en el quinquenio próximo a terminar.
Las únicas respuestas positivas para adherirse a ese pacto vinieron de Rómulo Roux y Ricardo Lombana.
El pueblo se manifestó totalmente en contra de la corrupción, interpretando así el clamor popular. Lo hizo contra el texto del contrato minero, terminando todo aquello en un No a la minería, dada la tozudez del gobierno y la minera de no atender a las necesarias modificaciones de ese leonino contrato.
La gran derrota de los partidos tradicionales responsables de tanto latrocinio, PRD y MOLIRENA, y el mal desempeño de los que se decían opositores, como CD y Panameñistas, ha producido la elección de 20 diputados independientes, 19 de VAMOS.
De allí la gran derrota en alcaldías corruptas como la de Panamá, San Miguelito, Colón, Santiago, Arraiján y La Chorrera, por mencionar solo algunas, donde quienes ganaron se han comprometido a investigar y auditar todo lo malo que se hizo y la multimillonaria deuda que algunos, como Colón y San Miguelito, han dejado con el Seguro Social.
Los nuevos diputados de la Asamblea Nacional, así como los nuevos regentes de los municipios y corregimientos, tienen un claro mandato para sanear la endémica corrupción pública y privada extendida como una verdolaga en todo el espectro oficial.
Afortunadamente, el presidente electo, José Raúl Mulino, ha negado reiteradamente que exista un pacto de impunidad con el PRD. En su primera entrevista radial, tajantemente dijo que gobernará con el ejemplo “que debe partir de la cabeza”.
La negativa del nuevo presidente a aceptar un pacto de impunidad con los gobernantes que se van es una excelente noticia, seguro aplaudida por la población, ansiosa de que se haga justicia contra todos esos bellacos que fueron beneficiados sin razón con auxilios económicos y con aquellos que hicieron japai con los fondos públicos en estos desastrosos cinco años.
Es necesario auditar minuciosamente el IFARHU, Contraloría, MOP, Caja de Seguro Social, La Lotería y aquellas entidades públicas salpicadas con cuestionables casos de corrupción, orden que deberá emitir el presidente Mulino apenas se encargue de la presidencia.
Este es un asunto importante para el mundo. Se hace impostergable tomar medidas para recuperar el grado de inversión, demostrando con hechos que el país cambiará del desorden del gobierno de Cortizo a uno austero, honesto y eficiente, que recortará paulatinamente la exagerada planilla política que se creó para ayudar al candidato presidencial oficial.
Que fomentará un clima de inversión, impidiendo que se cobre coimas al que quiera invertir en el país. Que termine las obras inconclusas, cancelando lo adeudado a los contratistas del gobierno y, sobre todo, que se nombre en las oficinas de control, como la Contraloría General de la República y la Procuraduría General de la Nación, a gente proba que dé al país y al exterior la sensación que no somos pasto para la corrupción que ha existido en el país y que tanta mala fama nos da dentro y fuera del país.
El presidente electo ha dicho que ayudará a Ricardo Martinelli. Es entendible que lo haga por lo que de él se benefició para llegar adonde está. El país aceptará esa decisión, siempre y cuando se enmarque dentro de sus facultades legales como primer mandatario de la Nación.
El Panamá que tiene enfrente el nuevo presidente está rodeado de muchos retos. El Seguro Social, la falta de agua, las carencias en educación y salud, pero particularmente, en el deterioro de nuestra institucionalidad que, por la corrupción y el “poco me importa” de los gobernantes, nos ha llegado a convertir en un Estado próximo a ser declarado fallido.
Seguro que todos ayudaremos a que lo que ocurra sea lo mejor para Panamá, este maravilloso país que nos vio nacer.