Mientras el expresidente Mauricio Macri, aliado táctico de Milei, guarda silencio, la socialdemócrata Unión Cívica Radical (UCR), opositora, criticó los “conflictos producto de meros berrinches ideológicos del presidente” en medio de “una agenda personal y sin visitas de Estado”.
Milei, que lanzó una andanada de casi 1,000 tuits, retuits y likes contra Pedro Sánchez desde el avión presidencial que lo llevó de regreso a Buenos Aires, le dijo a un usuario cuál es su visión: “Parte de mi trabajo es volver a poner al país en el centro de la discusión mundial”.
No coincide con él Juan Gabriel Tokatlian, vicerrector de la Universidad Torcuato Di Tella, que señaló a CNN la “confusión” del ultraderechista: “Milei es parte de una suerte de coalición de reaccionarios”.
Esos viajes de Milei en los que ignora al gobierno local y se reúne con figuras de la oposición o especialmente antipáticas para el jefe de Estado o de gobierno son ya una marca de su gestión.
Estuvo en Estados Unidos tres veces desde que asumió. No se vio con Joe Biden, pero sí dos veces con Elon Musk y una con Donald Trump.
Allí, sin embargo, la situación es diferente. Hace pocos días, la canciller Diana Mondino firmó un acuerdo para restablecer el Diálogo de Alto Nivel entre ambos países.
En los cinco meses y medio que lleva en la Casa Rosada, Milei no parece distinguir entre lo que fue su retórica en campaña y lo que implica hablar como representante de un país del G-20, tercera economía de América Latina y de históricos lazos con Europa.
Mientras el mundo diplomático argentino se convulsiona ante una política exterior que va bastante más allá de la heterodoxia, la oposición más dura a Milei lo denunció penalmente por viajar a costa del Estado sin reuniones oficiales.