En la nueva área hay problemas de recolección de basuras, de tendido eléctrico y acceso al agua potable
Las autoridades panameñas entregarán este miércoles durante un acto oficial las llaves de sus nuevas viviendas en tierra firme a unas 300 familias de Gardi Sugdub, informó la agencia EFE.
Se trata de una pequeña isla caribeña afectada por la subida del nivel del mar, que se convertirán en los primeros desplazados climáticos de Panamá, donde se han identificado más de 60 comunidades que necesitarán medidas similares.
El espacio residencial de Nuevo Cartí, en la comarca indígena de Guna Yala y con una inversión de $12.2 millones, según datos oficiales, será entregado por el presidente Nito Cortizo.
El proyecto que se ideó en el 2010, y desde el 2017 contaba con el compromiso del Ministerio de Vivienda para construir las 300 viviendas y los servicios básicos.
Preguntada si cree que esta vez se producirá al fin el traslado después de más de una década de promesas incumplidas y sucesivos retrasos, Erica Bower, investigadora sobre desplazamiento climático de la organización Human Rights Watch (HRW), afirmó a EFE vía telefónica que, al menos “sobre el papel”, parece que sí.
Bower es autora del informe de HRW publicado en el 2023 El mar se está comiendo la tierra debajo de nuestras casas: Ante el hacinamiento y la subida del nivel del mar, una comunidad indígena planea su reubicación.
El informe detalla la situación que obligó a los 1,300 habitantes de esa isla del tamaño de cinco campos de fútbol a decidir trasladarse a tierra firme, y los obstáculos que se fueron encontrando en el proceso.
El hacinamiento y la subida del nivel del mar son los dos principales motivos que han empujado a esos isleños de etnia guna a decidir moverse a tierra firme.
La situación en tierra firme, sin embargo, tampoco es la ideal. Al menos hasta hace poco, recuerda Bower, no se habían solucionado aspectos como la recolección de basuras, el tendido eléctrico, el acceso al agua potable o el pleno funcionamiento de una clínica cuya construcción ha ido avanzando a trompicones.
También se tendrán que enfrentar con más frecuencia a enfermedades como la malaria, al haber más mosquitos que en la isla.
Además, el nuevo asentamiento “puede ser muy caliente, esa es una de las cosas que más me preocupa, no hay sombra, talaron el bosque”, subraya la investigadora.
En el terreno no ayuda tampoco el tipo de construcción de viviendas, más pensadas para una barriada de la capital que para una población indígena en la costa, con una arquitectura muy alejada de sus viviendas de bambú repletas de hamacas.