“Un absoluto baño de sangre, parece un matadero, con pacientes tirados por todos lados en charcos de sangre y extremidades cercenadas”, describe una doctora
“Hemos normalizado el horror”. La frase la pronunció esta semana un alto cargo de la UNRWA para llamar la atención sobre la indiferencia -en términos prácticos- que los dirigentes occidentales siguen mostrando ante las recurrentes masacres del ejército israelí en el sur de Gaza, informó el diario catalán El Periódico.
Ese jueves bombardeó sin previo aviso una escuela de Naciones Unidas en la que se refugiaban miles de desplazados palestinos, alegando que escondía también a militantes armados. Al menos 40 palestinos fueron masacrados, incluidos nueve niños y tres mujeres.
Tres días después el baño de sangre no cesa, como no ha cesado un solo día desde hace ocho meses. Durante su operación de rescate de cuatro rehenes, el ejército israelí intensificó los bombardeos sobre el centro de Gaza. Hay al menos 210 muertos y 400 heridos, según las autoridades sanitarias.
Los bombardeos por tierra, mar y aire se cebaron sobre Deir Al Balah y Nuseirat, en el centro de la Franja, donde este mismo sábado los militares israelíes rescataron a cuatro rehenes secuestrados por la resistencia de Hamas.
Algunas fuentes sostienen que esos ataques se habría utilizado para “dar cobertura” a la operación de rescate, llevada a cabo en dos edificios de Nuseirat.
“El ejército reconoce que mató a muchos civiles palestinos durante el combate, pero culpa a Hamás por retener a los civiles en un entorno civil”, dijeron medios de prensa israelíes.
Los vídeos que llegan de Gaza muestran escenas dantescas, con cuerpos ensangrentados tirados por la calle como ropa vieja, muchos de ellos niños, mientras los vecinos se llevan las manos a la cabeza o gritan desesperados al descubrir las dimensiones de la destrucción.
Los heridos fueron trasladados a los dos hospitales que siguen operativos en la región central de Gaza, donde habían tomado refugio cientos de miles de palestinos después de que Israel las designara como “zonas seguras” tras iniciar su invasión del sur del enclave desafiando las reticencias estadounidenses.
“Es un absoluto baño de sangre, parece un matadero”, afirmó la doctora de Médicos Sin Fronteras, Tanya Haj-Hassan, refiriéndose a la situación en el Hospital Al Aqsa de Nuseirat. “Las imágenes y vídeos que he recibido muestran a pacientes tirados por todos lados con charcos de sangre y extremidades cercenadas”, le ha contado a la cadena Al Jazeera.
En el plano político, varios dirigentes de Hamás afirmaron durante la jornada que no aceptarán un acuerdo de tregua a menos que contemple unos mínimos parámetros de seguridad para los palestinos y el fin definitivo de las hostilidades.
Una respuesta que llega ante la creciente presión de Estados Unidos para detener la guerra, aunque de momento ni Israel ni la milicia palestina han aceptado públicamente los términos propuestos por la Casa Blanca.
En el lado israelí, algunos analistas sostuvieron que el éxito de la operación para recuperar a los rehenes podría dar oxígeno a Benjamin Netanyahu, jefe del régimen israelí, frente a la presión creciente de sus aliados internacionales.