Prepara las condiciones para que puedan operar los aviones occidentales que recibirá Kiev
Incapaz por el momento de recuperar la iniciativa en el frente, Ucrania lleva actualmente a un nivel sin precedentes sus ataques con misiles y drones contra el territorio de la Federación de Rusia y la península ocupada de Crimea con tres objetivos a medio plazo: diezmar las defensas aéreas del enemigo, su economía de guerra y el suministro de combustible a sus tropas en el frente, informó la agencia EFE.
Además de incrementar el número de misiles y sobre todo de drones utilizados, que recientemente llegaron a superar el centenar en un ataque que alcanzó varias refinerías y objetivos de la fuerza aérea rusa en varias regiones, Kiev ha empezado a reivindicar abiertamente este tipo de acciones que antes sólo confirmaba de forma extraoficial a través de fuentes anónimas.
“Destruir las capacidades de defensa antiaérea rusas puede tener un impacto sustancial en tres direcciones distintas”, señaló a EFE el coronel en la reserva del Ejército ucraniano Serguí Grabski.
Según este militar, al debilitar la capacidad rusa de derribar aviones, misiles y drones en las zonas de Rusia o los territorios ocupados cercanos al frente, Ucrania prepara las condiciones para que puedan operar los aviones occidentales que reciba Kiev y reduce el riesgo de que sean alcanzados por el enemigo en sus misiones.
En segundo lugar, la neutralización de sistemas de defensa aérea de los rusos en las zonas fronterizas de Rusia o limítrofes con la zona de contacto pueden permitir a Ucrania “destruir con más facilidad las capacidades logísticas rusas”, explicó Grabski.
Por último, este tipo de acciones de las fuerzas ucranianas también contribuyen a hacer más seguras las ciudades y zonas residenciales ucranianas que están bajo fuego constante ruso.
En las últimas semanas, y aprovechando que sus socios occidentales le permitieron atacar objetivos situados en el lado ruso de la frontera, las fuerzas ucranianas lograron destruir múltiples lanzaderas de misiles S-300 y S-400 con los que Rusia golpeaba prácticamente a diario la segunda ciudad más grande de Ucrania.
Járkov sigue bajo la amenaza permanente de ataques, pero el número de golpes contra la ciudad, y el de muertes de sus residentes, se redujo de manera significativa en los últimos días.
Aunque Rusia exporta, sobre todo, crudo, estos golpes a su capacidad de refinar están reduciendo el combustible del que dispone tanto para uso interno como para el funcionamiento de sus unidades mecanizadas en el frente, y le obligan a compensar estas pérdidas destinando al suministro nacional parte del petróleo que tenía pensado vender fuera.
Según afirmó Zelenski en su encuentro con los especialistas del SBU, que junto con la inteligencia militar ucraniana (GUR) son los encargados de ejecutar la mayor parte de estos ataques, los drones desarrollados por Ucrania pueden alcanzar sin problemas objetivos situados a 1,500 kilómetros de distancia.
Esto ha hecho posible que Ucrania haya golpeado infraestructuras del sector petrolero en lugares tan alejados de su territorio como la república rusa de Bashkiria.
Según explicó Grabski, el coronel en la reserva ucraniano, el enorme tamaño de Rusia hace que los daños a refinerías y otros objetivos de la industria petrolera creen graves dificultades logísticas y disparen los costes para garantizar el suministro de gasolina en todo el territorio.
Mientras trata de contener los avances rusos en el frente, Ucrania espera que los efectos acumulados de todos estos ataques hagan mella en el enemigo y afecten a su capacidad de continuar la guerra.