Es difícil saber si Amazon trajo el cambio radical a la logística y la distribución o ese cambio habría sucedido de todas formas
La compañía Amazon cumple este viernes treinta años desde su fundación por Jeff Bezos en 1994, tres décadas en las que ha cambiado el comercio internacional y hasta el paisaje urbano de las ciudades.
Eso ha aupado a la empresa a la élite de las más cotizadas del mundo: La pasada semana superó por primera vez los dos billones de dólares de capitalización, informó la agencia EFE.
Aunque la compañía considera que nació un año después, con su primera venta en línea, fue un 5 de julio de 1994 cuando Bezos, que entonces tenía 30 años, fundó una compañía llamada Cadabra.
Pero aconsejado por sus amigos para que eligiera un nombre que sonara mejor, cuenta la leyenda que abrió un atlas y quedó deslumbrado por el río y el bosque tropical del Amazonas (Amazon, en inglés).
Siendo el río más grande del mundo, Bezos declaró que quería hacer de su empresa “la mayor tienda del mundo”.
Y lo que empezó siendo una tienda online de libros, discos y programas informáticos, ha terminado siendo un gigante que vende comida, ropa, series de televisión y prácticamente cualquier producto que uno pueda imaginar, hasta totalizar una cantidad de “cientos de millones de artículos disponibles en nuestra web”, según la empresa.
Es difícil saber si fue antes el huevo o la gallina, esto es, si Amazon trajo el cambio radical a la logística y la distribución o ese cambio habría sucedido de todas formas.
En cualquier caso, Amazon se puso a la vanguardia de un sector que llenó las ciudades de cajas de cartón -y hasta de montañas cuando llegan a la basura- y que, según sus críticos, ha supuesto una puñalada mortal para el tejido del pequeño comercio.
La empresa, en un mensaje corporativo enviado a EFE, se defiende: Asegura que da empleo directo a 1,52 millones de personas en el mundo, un millón de ellos en Estados Unidos, pero a ellos hay que añadir solo en Estados Unidos dos millones más de empleos indirectos en ramas como la construcción, la hostelería, el comercio minorista o la atención médica.
Además, sostiene que más del 60% de las ventas proceden de vendedores independientes, a los que la empresa llama socios vendedores: “Juntos hemos creado lo que creemos es una de las asociaciones más exitosas de la historia del sector minorista”, asegura.
Amazon se jacta de haber alcanzado “las velocidades de entrega más altas de la historia” el año pasado y de nuevo en el primer trimestre del 2024, cuando logró repartir más de 2,000 millones de artículos en el mismo día o el siguiente en ciudades de Estados Unidos, Canadá y Japón.
Amazon ha contribuido a la emergencia de un nuevo proletariado, el de los riders o repartidores, sector que por la dureza de sus condiciones atrae en muchos casos a los emigrantes recién llegados a una ciudad.
Los repartidores -que en Nueva York se conocen como deliveristas, un espanglish que denota la procedencia latina de la mayoría de ellos- han estado detrás de una larga lucha por sus derechos que está comenzando a cambiar también el tipo de sindicalismo en Estados Unidos.
De hecho, Amazon se ha resistido con uñas y dientes a admitir la formación de sindicatos entre sus trabajadores -con el argumento de que prefiere “empoderar a los trabajadores” de otro modo- pero no pudo evitar que en abril del 2022 una planta de empaquetado de Staten Island (Nueva York) se convirtiera en la primera del país en crear su propio sindicato.
La pasada semana, ese sindicato de trabajadores de Amazon anunció que se afilia a Teamsters, el mayor sindicato del sector privado de Estados Unidos, lo que hace augurar nuevos frentes laborales para una compañía que suele presentarse como símbolo de lo progre.