El atentado contra Trump podría ser una sorpresa adelantada, aunque aún quedan 114 días para la cita con las urnas
Merece la pena detenerse en el minuto y medio de la secuencia del intento de magnicidio del candidato a la Casa Blanca Donald Trump. El expresidente está mirando a su derecha mientras habla a sus seguidores en un mitin en la ciudad de Butler, Pennsylvania, reseñó el diario catalán El Periódico.
En un instante, gira todavía un poco más el rostro hacia la derecha, y la bala que iba a matarle solo le roza la oreja. ¿Qué habría ocurrido si, de pronto, hubiera mirado al frente y puesto su cabeza más perpendicular a la trayectoria de la bala?
Herido levemente, y ante el silbido de los disparos, Trump se tira al suelo. Se abalanzan sobre media docena de guardaespaldas. Luego llegan soldados armados.
Cuando los agentes de seguridad confirman que el tirador ha sido abatido, le levantan y le rodean con sus cuerpos para sacarle del estrado. Pero él los detiene.
“¡Dejadme ponerme mis zapatos!”. Se los habría quitado eventualmente para dar el discurso más cómodo o quizá el servicio de seguridad para chequearlo. Y luego, cuando comienzan a andar, los vuelve a hacer parar.
“¡Un momento!”. Ahí es donde se produce la foto para la historia. Trump, ligeramente ensangrentado, se gira hacia el público y, desafiante, bajo una bandera de Estados Unidos, se muerde el labio inferior y levanta el puño varias veces.
El público, sus seguidores, estallan de júbilo y emoción: “¡U-S-A! ¡U-S-A!”. Vuelve a detenerse: Esta vez agita el puño en el aire con más intensidad. Victoria. No han podido con él. Después, baja las escaleras y se lo llevan al hospital.
Trump proyecta la imagen de héroe que se levanta de la lona para seguir peleando. El intento de asesinato disparó su popularidad. Hay un cierto consenso en que le ayudó a consolidar sus opciones para un segundo mandato.
Este atentado contra Trump podría ser una sorpresa adelantada, aunque aún quedan 114 días para la cita con las urnas.
El fallido magnicidio va a tener sin duda un efecto en la campaña electoral, pero está por ver si dará un impulso definitivo para la candidatura del republicano, que ya lidera las encuestas, o se diluirá a medida que se vayan agolpando los hechos de aquí a noviembre.
Una renuncia de su contrincante, Joe Biden, tras confirmarse que no está en las mejores condiciones mentales para competir, como le dice casi toda la prensa progresista y senadores y donantes, sería un nuevo golpe de efecto que ensombrecería este.
Todo depende también de cómo haga uso Trump de este momento histórico. Vistos los precedentes, lo natural es que intente sacarle el máximo rédito político.
La duda es si lo hará de forma limpia (ya hay varios comentaristas criticando el ambiente creado por los demócratas de Trump como amenaza para la democracia y fomentando, dicen, la violencia en su contra) o si llegará a fomentar las teorías de la conspiración que ya empiezan a divulgarse y que dicen que es un intento de asesinato orquestado desde el poder.
La campaña de Trump ya ha emitido un vídeo en el que se ve al expresidente bajando enérgicamente las escaleras de su avión ya de vuelta en Newark, junto a Nueva York, su residencia. Él ya ha hablado a sus seguidores a través de su red social Truth. Pero de momento no hay indicios suficientes para ver cómo gestionará políticamente Trump a este intento de asesinato.
Ahora, la duda entre los analistas políticos y el temor entre los ciudadanos estadunidenses es que se haya desatado una época similar a la década de 1960, en la que la polarización política extrema y la falta de credibilidad en las instituciones del Estado, junto con la omnipresencia de las armas de fuego, desate una espiral de violencia.