La polarización se ha asentado en la campaña de las presidenciales, que decidirán un puñado de votantes de los siete estados clave del país
El huracán más letal y devastador en dos décadas. Oriente Próximo en llamas. El recuerdo del abismo democrático al que Donald Trump asomó Estados Unidos hace cuatro años vivamente refrescado en un documento judicial. Y las encuestas en los siete estados decisivos en un empate técnico, con el futuro del país en manos de nuevo de unas decenas de miles de votantes en Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Nevada, Arizona, Georgia y Carolina del Norte, informó el diario catalán El Periodico.
La lucha por la Casa Blanca entre la vicepresidenta demócrata Kamala Harris y el expresidente republicano Donald Trump entra este sábado en su recta final.
A un mes justo para el 5 de noviembre, la campaña y un país que se ha asentado en la polarización están en el filo, con la incertidumbre y la volatilidad integradas ya en su ADN.
Este sábado Trump vuelve para un mitin a Butler, en Pensilvania, donde el 13 de julio vivió el primero de sus dos intentos de asesinato. Ese retorno recuerda lo extraordinario de un ciclo electoral donde todo se sucede a un ritmo aún más vertiginoso de lo habitual desde el 27 de junio, cuando la desastrosa actuación de Joe Biden en su debate con el republicano hizo evidente que el esfuerzo del octogenario por la reelección estaba tocado de muerte.
Pese al espejismo de civismo y el retrato falsamente endulzado de Trump y de su presidencia que esta misma semana realizaba con magistral exposición de sus dotes de comunicación en el debate de vicepresidentes J.D. Vance, el expresidente ha apostado por recuperar su discurso más agresivo, insultante y apocalíptico, uno en el que coloca la inmigración como causa y centro de todos los males.
Es una estrategia que difícilmente le ganará votantes moderados pero con la que de nuevo está consiguiendo manejar y dominar la atención de unos medios de comunicación que, en muchos casos, no parecen haber aprendido lecciones del 2016. Con mentiras, bulos o excesos, Trump domina el mensaje. Y la campaña de Harris y Tim Walz sigue sin encontrar la manera de no cederle terreno en algo tan determinante.
La vicepresidenta tiene puntos fuertes. Su defensa del aborto y los derechos reproductivos son vitales en una movilización de votantes que abre a su favor una profunda brecha de género, que posiblemente se va a mantener pese a los esfuerzos de Trump por moderar públicamente su mensaje sobre esta cuestión, donde de forma sorprendente también ha entrado la encendida defensa del aborto que realiza Melania Trump en el libro que publica el martes.
Pero Harris lucha también con múltiples frentes abiertos que recuerdan su difícil equilibrio como parte de la Administración Biden y el planteamiento como una candidata de cambio.
El huracán Helene, que ha dejado más de 200 muertos y se ha cebado en los trascendentales estados péndulo de Georgia y Carolina del Norte, ya está inevitablemente politizado.
Harris está teniendo también problemas para superar la desconexión entre la situación real de Estados Unidos, la economía global que ha tenido una recuperación más fuerte tras la pandemia, con un profundo descontento ciudadano con el legado de la inflación.
Y eso explica en parte la consistente huida hacia Trump de votos de partes del electorado como los latinos o los hombres negros, un trasvase que debilita las aspiraciones de la demócrata.
La tensión que escala en Oriente Próximo, con la guerra abierta en Gaza por Israel tras los ataques de Hamás del 7 de octubre ya extendida al Líbano y el choque con Irán elevando el riesgo de un conflicto regional de consecuencias globales también pone en una posición incómoda a Harris.
No solo acentúa los problemas que ya tiene entre votantes musulmanes y árabe-estadounidenses por el apoyo de la Casa Blanca a Israel mientras se agudiza la tragedia humanitaria, sino que alimenta el mensaje de Trump de un mundo en caos por la debilidad de Biden y Harris en el que él, por usar las palabras de Vance en el debate, se presenta como un “candidato de estabilidad”.