Desde enero el régimen ha forzado la salida de tres prelados
En un nuevo exabrupto del mandatario nicaragüense Daniel Ortega, el presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, monseñor Carlos Herrera, fue expulsado del país.
Como parte de la deriva autoritaria del régimen de Ortega, el prelado fue enviado a Guatemala, donde arribó este jueves, informó el medio Infobae.
Con 75 años de edad, Herrera fue recibido en la Casa Provincial de Frailes Franciscanos, orden a la cual pertenece. Así lo informaron las publicaciones de la prensa en Nicaragua y fuentes allegadas a la Iglesia Católica.
La secretaría de comunicación de la presidencia de Guatemala confirmó el ingreso de Herrera al país. Entre los pocos detalles que fueron suministrados se confirmó que no entró bajo la figura de asilo.
Martha Molina, abogada y defensora de derechos humanos, denunció que Herrera fue víctima de la “persecución por parte de la dictadura, a través del comisionado de policía Horacio Rocha”.
Actualmente, Rocha se desempeña como asesor presidencial de asuntos de seguridad, y del alcalde sandinista Leónidas Centeno.
El régimen de Daniel Ortega aún no ha confirmado la expulsión del monseñor.
La jurista detalló que el motivo aparente para el destierro fueron las quejas del obispo por el escándalo con altavoces que hacían personas allegadas a la alcaldía de Jinotega, cerca de la catedral donde él estaba oficiando misa.
La salida de Herrera de Nicaragua suscitó la reacción de Manuel Salazar, jefe de la Diócesis de Tilarán-Liberia, en el norte de Costa Rica, quien criticó con un post en Facebook la expulsión del obispo. “¡Que la Inmaculada Concepción aplasta la cabeza de la serpiente!”
Durante las protestas de 2018, Herrera abogó por numerosos jóvenes arrestados por la policía en Jinotega y gestionó su libertad.
Desde enero, Ortega ha expulsado a tres obispos. En el mismo periodo han sido denunciados casos similares contra decenas de sacerdotes y monjas, así como contra pastores evangélicos.
Ortega ha acusado a la Iglesia Católica de apoyar a la oposición e incluso ha llamado “demonios” a varios de sus obispos.