El presidente electo pretende aprovechar un receso legislativo en la Cámara Alta para sacar adelante sus designaciones más polémicas sin una votación
A Donald Trump no le gusta que le lleven la contraria, pero esta vez quizá esté tirando demasiado de la cuerda. Sus últimos nombramientos han levantado una tormenta política dentro y fuera de su partido que podría hacer más profunda la brecha que ya existe entre moderados y fieles seguidores del futuro presidente, informó el diario español La Razón.
Muchos dentro del partido no ven con buenos ojos que el representante por Florida, Matt Gaetz, que está siendo investigado por una presunta relación sexual con una menor de 17 años a la que pagó para que viajara con él, pueda ponerse al frente de la fiscalía general; o que un antivacunas radical como Robert F. Kennedy decida sobre la salud de los casi 335 millones de estadounidenses.
Con sus últimas decisiones, el presidente electo está llevando a cabo una prueba de lealtad entre los suyos que ya empieza a mostrar las primeras fracturas.
La Constitución estadunidense dicta que la nominación de los funcionarios para puestos clave corresponde al presidente, pero el Senado debe ¨brindar asesoramiento y consentimiento¨, algo que Trump, conocedor de lo polémicas que son sus elecciones, quiere evitar a toda costa.
Una de las formas de sortear este requisito es aplicando una fórmula constitucional de ¨nombramientos en receso¨, que básicamente consiste en aprovechar un largo descanso del Senado para hacer efectivas las designaciones de altos cargos.
Se trata de una cláusula que fue utilizada por primera vez en 1788, cuando la Cámara Alta se reunía solo una vez al año a si el Congreso disponía otra cosa. Actualmente eso ha cambiado y esta fórmula se utiliza solo para emergencias o casos extraordinarios.
Trump ya presionó unos días de que el líder de la Cámara Alta fuera elegido, asegurando que cualquiera que quisiera este puesto, “debe aceptar los nombramientos en receso del Senado, sin el cual no podremos confirmar a las personas a tiempo”.
A principios de semana, los tres candidatos que se valoraban habían aceptado el plan del futuro mandatario, pero ahora el representante de Dakota del Sur, John Thune (63 años), que ganó el liderazgo de la Cámara el 13 de noviembre sustituyendo a Mitch McConell, se muestra más reacio a hacer la vista gorda a las cuestionadas decisiones de Trump, aunque también ha dicho a los periodistas que hay demasiados nombramientos que dependen del Senado, unos 1,100, y esto es algo que le gustaría cambiar.
Thune ya ha tenido otros enfrentamientos con Trump en el pasado y fue bastante crítico con el presidente electo cuando este trató de anular los resultados de las elecciones del 2020.
El nuevo líder de la Cámara Alta dijo que “su intención es llevar a cabo un proceso regular para que estos nominados pasen”.
Además, ya ha advertido de que un receso de 10 días para dar vía libre a Trump ¨es una opción¨, pero no es tan fácil porque cancelar la sesión por más de tres días necesita la aprobación de las dos Cámaras, y la cooperación de los demócratas, porque necesitarían una mayoría de 60 votos en el Senado y la que tienen ahora mismo es muy estrecha.
La última vez que Washington vivió una situación similar fue con el expresidente demócrata Barack Obama, que quiso aprovechar un largo descanso para cubrir tres puestos en la Junta Nacional de Relaciones Laborales, en medio de una inacción del Senado que entonces estaba controlado por los republicanos.
La Corte Suprema acabó interviniendo e impuso que la Cámara Alta debía estar en receso al menos 10 días antes de que el presidente hiciera un nombramiento, desde entonces solo se ha tomado un descanso tan largo en el 2016
Si Trump conseguirá finalmente eludir la rutina política es algo que ha cobrado especial importancia esta semana a raíz de unos nombramientos que incluso dentro de su partido no acaban de entender.