El giro de Biden se conoció unas horas después del peor ataque aéreo contra Ucrania desde el mes de agosto
Ojo por ojo. Rusia decidió elevar la internacionalización de la guerra en Ucrania con el envío de envío de hasta 12,000 soldados norcoreanos a la línea del frente. Estados Unidos responde ahora permitiendo a las Fuerzas Armadas de Kiev lanzar misiles de largo alcance ATACMS contra suelo ruso. Una reclamación que el presidente Volodímir Zelenski consideraba de tanta importancia que la puso negro sobre blanco en uno de los cinco puntos de su Plan de Victoria, que presentó personalmente en Europa y Estados Unidos. Ya lo ha conseguido, informó el diario español El Periódico.
Las implicaciones militares y geopolíticas se van a ir despejando a medida que se conozca dónde y cómo se producen esos ataques, y cuál es la reacción del ejército de Vladimir Putin.
Es un paso relevante, aunque está por ver si será un punto de inflexión desde el punto de vista militar. La decisión manda una señal no solo a Rusia, sino a los aliados occidentales, para que su apoyo sea más decidido”, apunta un alto cargo del entramado de seguridad y defensa del gobierno ucraniano.
El presidente Joe Biden había evitado hasta ahora dar el paso, pese a la insistencia de su socio Zelenski. Desde Rusia, las amenazas eran de alto voltaje: políticos moscovitas advirtieron de que, si se daba permiso a Ucrania a atacar con misiles suelo ruso, eso se consideraría un paso hacia la Tercera Guerra Mundial. El mensaje de este lunes, tras conocerse el domingo la decisión de Biden por filtraciones de la decisión estadounidenses The New York Times y The Washington Post, ha sido más moderado.
Putin ya lo ha explicado de forma sencilla: si se producen, no se considerarán ataques de Ucrania, sino de los países que le han dado permiso. Porque el guiado hasta el objetivo se hace por especialistas militares de esos países occidentales. Y esto cambia la naturaleza de la guerra”, ha dicho el portavoz de Putin Dimitri Peskov.
Dejan abierta así la puerta a una escalada. Quizá a una posible internacionalización del conflicto más allá del suelo ucraniano. Por ejemplo, al armar a los rebeldes hutíes que atacan barcos en el Mar Rojo con misiles rusos.
El giro de Biden se conoció unas horas después del peor ataque aéreo contra Ucrania desde el mes de agosto. Rusia lanzó una auténtica lluvia de fuego contra la infraestructura energética ucraniana. 120 misiles y 90 drones kamikaze, de los que solo 140 pudieron ser interceptados.
Hubo siete muertos y daños severos a la red eléctrica del país, que ya ha perdido la mitad de su capacidad de generación. Sin electricidad tampoco funciona el sistema de calefacción. Las tuberías pueden congelarse tras un apagón de uno o dos días.
Las Fuerzas Armadas rusas lanzan esos cohetes desde Crimea o desde suelo ruso no muy lejano a la frontera, desde buques de guerra o desde aviones de combate que parten de aeródromos. Todos esos son objetivos posibles de los misiles como los ATACMS, de hasta 300 kilómetros de alcance. Cuando se dio permiso a Ucrania para usar los misiles de corto alcance HIMARS contra los lugares desde los que Rusia martirizaba Járkov (muy cerca de la frontera y por ello fuertemente golpeada por la artillería rusa), se consiguió alejar la amenaza y salvar un número difícil de calcular de vidas en la ciudad. Ahora, Ucrania podría beneficiarse de un impacto muy similar.
De momento, la cantidad de misiles no es tan elevada como para que suponga un factor decisivo en la guerra. Kiev espera ahora a que el movimiento envalentone a otros países a darles permiso, especialmente Alemania o Reino Unido. Francia ha recordado que ya permite a Ucrania usar las armas que le suministra contra las bases rusas desde donde se lanzan ataques contra suelo ucraniano, según han recordado este lunes fuentes del Elíseo.