Se trata de un director de una consultora de inversiones china. El hermano del Rey Carlos III le autorizó para que le representase ante inversores chinos
El presunto espía chino infiltrado en el establishment británico gracias, entre otros, a su amistad con el príncipe Andrés, fue identificado finalmente ayer como Yang Tengbo, después de que el Tribunal Superior de Londres diera luz verde a la difusión de su nombre, informaron medios de prensa internacional.
El empresario de 50 años revela que él mismo ha decidido renunciar al anonimato. En un comunicado a través de sus abogados, recalca que no ha hecho “nada malo ni ilegal” y mantiene que “es enteramente falsa la ampliamente extendida descripción como espía” que se hace de su persona.
Asimismo, adelantó que recurrirá el fallo judicial del 12 de diciembre que ratificó el veto impuesto por el anterior gobierno conservador en el 2023 al considerarle un riesgo para la seguridad nacional.
Yang alega que las sospechas de Interior son “infundadas” y apunta que durante el juicio ante la semisecreta Comisión Especial de Apelaciones de Inmigración, que analiza las expulsiones por motivos de seguridad, no se le permitió acceder a las pruebas en su contra. “Los tres jueces del caso, basándose en sus propias indagaciones, concluyeron que ‘no había abundancia de pruebas’ contra mí, que su decisión había sido ‘finamente calibrada’ y que podría haber ‘una explicación inocente’ para mis actividades. Los medios de comunicación no han informado sobre esto”, dice.
El clima político ha cambiado y, por desgracia, yo he sido víctima de ello”, afirma en su comunicado. “Cuando las relaciones son buenas y se buscan inversiones chinas, soy bienvenido en el Reino Unido. Cuando las relaciones se deterioran, se adopta una postura antichina y me excluyen”, añade.
Su caso lleva días ocupando las portadas de los rotativos británicos en medio de acusaciones por parte de algunos diputados de que China espía ‘a simple vista’ en el Reino Unido y esto solo es “la punta del iceberg”.
La polémica pone aún más presión sobre el premier Keir Starmer, quien el pasado mes de noviembre se convirtió el primer inquilino de Downing Street en protagonizar un cara a cara con Xi Jinping en más de seis años con el objetivo de descongelar las gélidas relaciones bilaterales de los últimos años para impulsar el lento crecimiento económico del Reino Unido y trazar puentes antes de los grandes retos geopolíticos que plantea el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca.
El gobierno laborista defiende su enfoque “ponderado” hacia Pekín, combinando los intereses económicos con la protección de la seguridad nacional, pero esto no calma a sus críticos.
Desde que los medios revelaran hace días la amistad del empresario chino con el príncipe Andrés, se ha conocido que también tuvo contacto con los ex primeros ministros conservadores David Cameron y Theresa May.
Aunque el supuesto espía explica que es un empresario hecho a sí mismo que siempre ha querido “construir puentes entre Oriente y Occidente”. “He construido mi vida privada en el Reino Unido durante dos décadas y amo el país que es mi segundo hogar”, declara.
Con todo, según los medios, durante el proceso judicial ante la Comisión Especial de Apelaciones de Inmigración, se revelaron comunicaciones con un consejero del hermano menor del monarca que evidenciaron que Yang era un “confidente cercano” de éste y que se sentaba “en la cima” de sus personas de confianza.