Las iniciativas de Petro, Sheinbaum y Lula da Silva hacia Venezuela fracasaron y han dejado nuevamente a Estados Unidos para liderar la presión internacional contra Maduro
Colombia y México ya despejaron la duda y confirmaron que asistirán la toma de posesión del dictador Nicolás Maduro el 10 de enero. Sin embargo, no son sus mandatarios los que irán a Caracas sino sus embajadores, informó el diario El Nacional.
A esa estrategia también podría sumarse Brasil, siendo la muestra de un “fracaso diplomático” en el abordaje de la crisis venezolana.
Así lo consideran analistas en Caracas y lo llaman una estrategia de “semireconocimiento” que en teoría le deja la “cancha sola” a Estados Unidos con el tema venezolano, afirmó Rafael Uzcátegui, sociólogo y coordinador del centro de pensamiento Laboratorio de Paz.
Desde antes de las elecciones presidenciales del 28 de julio, Colombia y Brasil intentaron trabajar en que Caracas se comprometiera en dar garantías electorales en esos comicios, pero ya luego los esfuerzos se centraron en que Maduro presentara las actas de votación para validar su victoria, paso que no dio, a diferencia de Edmundo González, el opositor que pudo demostrar su victoria con más de 70% de los votos.
Aún así, en el caso colombiano, el país prefiere no romper del todo relaciones. Pero, que Colombia y México prefieran enviar a sus embajadores y no a sus presidentes o cancilleres, tiene una lectura poderosa.
“Las posiciones de Gustavo Petro y Claudia Sheinbaum, al evitar una foto directa con Nicolás Maduro pero enviar representantes, revelan que conocen perfectamente la naturaleza del régimen chavista pero deciden ser cómplices pasivos de su barbarie y esto los invalida como interlocutores neutrales o árbitros en la búsqueda de una solución democrática para Venezuela”, así lo considera el politólogo venezolano Wálter Molina.
Para Molina, las iniciativas de Petro, Sheinbaum y Lula da Silva hacia Venezuela fracasaron y han dejado nuevamente a Estados Unidos en una posición clave para liderar la presión internacional contra Maduro.
Pero – dice el politólogo- es poco probable que Washington actúe de forma unilateral, debido a que cualquier negociación requiere velar por los intereses de las partes involucradas.
“Lo que está claro es que el eje de las discusiones sobre el futuro de Venezuela se centrará entre Washington y Caracas, no solo por Maduro sino también por María Corina, quien sigue allí”.
Al meter a Estados Unidos en el juego, el cual se definirá una vez que Donald Trump asuma el poder el 20 de enero, si bien no todo está muy claro, sí hay al menos pinceladas de lo que podría venir para Venezuela e incluso para Cuba y Nicaragua.
“No sabemos aún cómo se articulará la lucha sobre Venezuela, pero lo que sí está claro es que los Republicanos quieren desarticular las tres dictaduras de América Latina”, dijo un opositor venezolano exiliado en Miami.
El equipo conformado por Trump tiene un currículo anticomunista y con conocimiento amplio sobre Venezuela y América Latina.
Marco Rubio como Secretario de Estado es una de las designaciones más emblemáticas al ser conocido por su política anti Maduro. Mike Waltz, Asesor Nacional de Seguridad, fue uno de los impulsores de la Ley Bolívar, que busca frenar cualquier negocio con el gobierno de Venezuela.
Le siguen Dam Newlin, quien estará en la Embajada de Estados Unidos en Colombia. Ese funcionario fue jefe de policía en Colorado y desde ahí ayudó a migrantes venezolanos.
El Subsecretario de Estado será Christopher Landau; vivió en Caracas de niño porque su padre fue embajador en Venezuela.
Richard Grenell fue designado como enviado especial para el tema Corea y Venezuela. Ese funcionario fue negociador en los diálogos en México que se desarrollaron en el 2020 entre el chavismo y la oposición.
Y la más reciente designación de Mauricio Claver-Carone como enviado especial para América Latina, completan este cuadro de Trump.
El chavismo no ha informado sobre quiénes asistirán a la toma de posesión de Maduro o sobre la postura de sus vecinos. También han evitado -a diferencia del pasado- hacer críticas a Trump, probablemente esperando una relación con más concesiones.