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2025 en el mundo, lo que no pasará, lo dudoso, lo inevitable

2025 en el mundo, lo que no pasará, lo dudoso, lo inevitable
El presidente electo de Estados Unidos Donald Trump (2017-2021), en una fotografía de archivo. Foto: EFE/Adam Davis.

Arabia Saudita sostiene la solución de Dos Estados para la crónica crisis de Medio Oriente. No se trata de predilección por los palestinos, sino porque es el único camino para evitar eternizar un conflicto que impide la relación con Israel que busca el mundo árabe.

Los atentados que acaba de sufrir Estados Unidos no necesariamente marcarán el año que comienza. El terrorismo no tiene el ímpetu previo, el Estado Islámico ya no existe salvo ramas que asumen ese nombre y el atacante de Nueva Orleans era un lobo solitario y con posibles problemas mentales.

Sin embargo, esa violencia es parte de una realidad de la época. Es sí más claro que habrá cambios cruciales en las dos mayores guerras actuales, Oriente Medio y la más importante, que sufre Ucrania. El dato significativo será el volumen de esos cambios, informó el diario argentino La Nación.

En esos tres territorios orbitarán en simultáneo un trío que se mueve en los extremos, Donald Trump que asume el 20 de enero, Benjamín Netanyahu, que logró fortalecer su régimen en Israel y el autócrata Vladimir Putin, que cumplió este fin de año un cuarto de silgo en el poder.

Es muy probable que la crisis en Medio Oriente crecerá a una guerra abierta de Israel y Estados Unidos contra Irán, que anule sus capacidades nucleares y hasta fracture la verticalidad del régimen de los ayatollah.

La teocracia es una minoría armada, sin apoyo popular, cruzada por conflictos sociales insolubles, represión brutal, inflación, desocupación y ausencia de futuro.

 

Arabia Saudita. Archivo.

 

Lo que difícilmente ocurra es que Israel avance a una colonización de los territorios palestinos, como postulan los ministros integristas de Netanyahu.

Trump será menos severo que Joe Biden con los límites geopolíticos, pero Estados Unidos es un aliado de Arabia Saudita, la potencia más influyente del universo árabe, que sostiene la solución de Dos Estados para la crónica crisis de Medio Oriente.

No se trata de predilección por los palestinos, sino porque es el único camino para evitar eternizar un conflicto que impide la relación con Israel que busca el mundo árabe. Son regímenes duros y no quieren darle argumentos a la furia de sus pueblos.

Los números sostienen ese realismo. Hay siete millones de árabes palestinos en esas tierras, dos millones de ellos con ciudadanía israelí. El resto se reparte en los territorios.
Hay que Hamas sumaba antes de la guerra no más de 50,000 integrantes.

En las cárceles de Israel se encuentra Marwan Barghouti, “el prisionero más importante del mundo” según The Economist. Este líder laico, respetado en el universo árabe, es la llave, como lo fue Mandela en Sudáfrica, para una solución política a la crisis.

Es donde mira Washington. Trump, en su primer gobierno dio luz verde a la colonización de los territorios, un procedimiento ilegal según el derecho internacional. No es claro que lo haga en el segundo. Irán será un objetivo común, los palestinos posiblemente no.

 

El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, camina junto al presidente electo de EE.UU. Donald Trump, en una fotografía de archivo. Foto: EFE, Gripas Yuri.

 

Ucrania
Ucrania es un desafío más complejo, debido al carácter existencial para Occidente de esa guerra. Trump le ha hecho continuados guiños a Putin en la campaña, pero el matriomonio entre Rusia y China es un escollo inevitable.

Un apoyo apresurado al autócrata moscovita podría exponer a la nueva administración estadunidense a un costo político como fue la salida de Afganistán.

Se lo vería como un aval para que Moscú se rearme y continúe su avance. Pero, por encima de todo confirmaría la apuesta china cuando desde antes de la invasión, anunció un apoyo incondicional al Kremlin. La victoria en Ucrania sería leída por Beijing como un precedente para Taiwan y una derrota occidental.

Fuera de esos escenarios, valen algunas preguntas. ¿Los migrantes serán expulsados de Estados Unidos? Sí, pero ni más ni menos que a los niveles récord que impulsó Biden. ¿Habrá aranceles a todo el planeta? Es dudoso.

Este año puede volver a trepar la inflación en Estados Unidos y por efecto directo también las tasas si se avanza con una lluvia de aranceles y el aumento de la mano de obra por la pérdida de la migración.

Dato interesante, el nuevo año puede traer un interés mayor que el acostumbrado de Washington por Latinoamérica. Una razón es la avanzada franca de China en sitios estratégicos del “sur global” como Panamá, su nuevo puerto de Chancay en Perú y Brasil, el principal socio latinoamericano del gigante asiático. El nuevo canciller, Marco Rubio, es un latinoamericano de Cuba. Algo significarán esas raíces.

Cuba, Bolivia, Venezuela

No sería aventurado esperar novedades estridentes con Cuba. El régimen se está disolviendo, impotente para contener una crisisque dispara la mayor salida de cubanos de la historia.

Biden, para seducir a los votantes de Florida, evitó reinstalar el deshielo con la isla que impulsó Barack Obama. Es claro que Trump aislará aún más al país antillano que ha perdido todos sus valores simbólicos para quienes lo amparaban. Todo puede suceder más pronto que tarde.

Habrá elecciones en Bolivia el 17 de agosto próximo. El país está descuartizado por la batalla entre el presidente Luis Arce que busca la reelección y la demanda de regresar al poder de Evo Morales.

La crisis por detrás de esa puja suicida puede movilizar cualquier figura alternativa que canalice la ira y frustración de las masas. Conviene observar ahí al conservador alcalde de Cochabamba, el ex capitán del ejército, Manfred Reyes Villa.

 

Nicolás Maduro. Foto: EFE, Miguel Gutiérrez.

 

No es el caso de Venezuela, donde la dictadura de Nicolás Maduro, tras el fraude en el comicio del 28 de julio pasado, logró consolidar su poder y en pocos días parodiará un nuevo mandato del autócrata sin que la oposición o la comunidad internacional puedan impedirlo.

Esta pesadilla caribeña se extenderá sumando ya otros dos millones a los 8.5 millones de venezolanos que escaparon del país, un exilio sin precedentes en la región.

En noviembre Chile renovará la presidencia y es improbable que se produzca un segundo capítulo del actual experimento de centroizquierda que encabeza Gabriel Boric, muy golpeado por las dos derrotas sucesivas para coronar una Constitución en relevo de la que dejó la dictadura.

Formas de derecha afloran en el país trasandino, pero también figuras centristas, como la ex mandataria Michelle Bachelet, que niega esa posibilidad, pero cuya imagen compite cara a cara con el ultraderechista Juan Antonio Kast que, recordemos, le ganó la primera vuelta a Boric.

En Brasil, el 2025 será posiblemente el año del encarcelamiento del ex presidente Jair Bolsonaro por los intentos de golpe contra Luiz Inácio Lula da Silva y no solo en la intentona del 8 de enero del 2023 en la Plaza de los Poderes en Brasilia.

 

Oficializó candidatura
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. EFE/André Coelho

 

El problema está también en los movimientos previos que comprometen al ex gobernante por el desordenado movimiento de sus aliados que dejaron multitud de huellas y audios de un plan para tomar el poder y matar al líder petista.

Mucho de esto quedó al descubierto a mitad de diciembre con el arresto del general Walter Braga Netto, excandidato a vicepresidente de Bolsonaro y su exministro de Defensa en cuyo domicilio se planificó la insurrección.

Es probable que no haya novedad en las elecciones en Ecuador de febrero próximo en la cuales Daniel Noboa buscará revalidarse.

En cambio el poderoso México, el vecino más beneficiado de la sociedad comercial con Estados Unidos, es un enigma creciente.

La bomba de relojería que dejó el contradictorio populista Andrés Manuel López Obrador, con el voto popular a todo el sistema judicial, hirió la juridicidad en un país donde los narcos pueden financiar cualquier campaña. Pero además aparece en el blanco de la ordalía de aranceles que promete Trump porque advierte que desde ahí se exporta a Estados Unidos lo que China no envía de modo directo, aunque sean productores norteamericanos los que operan desde Asia.

Esos dos espectros explican que el peso mexicano haya registrado su mayor devaluación en 18 años, un impresionante derrape de 23,3% que la nueva mandataria, Claudia Sheinbaum, extremadamente unida a su antecesor, y quizá por eso, no logra revertir.

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