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Nuevo mandato de Maduro augura relaciones más conflictivas con EE UU, la UE y América Latina

Nuevo mandato de Maduro augura relaciones más conflictivas con EE UU, la UE y América Latina
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en una foto de archivo. EFE/ Henry Chirinos

La recompensa de Washington de $25 millones por la cabeza del dictador venezolano parece ser el anuncio de una nueva era de mayor hostilidad bilateral

“Yo soy David y voy con Dios en batalla permanente”. Al igual que Javier Milei, al que tanto desprecia, Nicolás Maduro tuvo este viernes su momento bíblico. La glosa incluyó a la encarnación contemporánea de Goliat, Estados Unidos, y la promesa de derrotarlo con algo más que una honda.

La cita se escuchó como una respuesta a la decisión del gobierno de Joe Biden de elevar a $25 millones una recompensa por la captura del hombre que juró por tercera vez este viernes como dictador.

Por el ministro del Interior y Justicia, Diosdado Cabello, se ofrece la misma suma. La cabeza del ministro de Defensa, Vladímir Padrino López, tiene el precio de $15 millones.

Biden abandona la Casa Blanca en 10 días y el anuncio tiene, más allá de su eficacia, un mensaje que parece inequívoco: Las relaciones con Venezuela serán más conflictivas que en los últimos cuatro años en virtud de un acuerdo bipartidista.

 

El presidente Joe Biden reconoce el triunfo del líder venezolano Edmundo González, como presidente electo. EFE.

 

Biden fue el presidente de la flexibilización de las sanciones económicas contra Caracas bajo el compromiso del madurismo de llevar a cabo elecciones transparentes y con garantías para todos sus competidores.

Esas cláusulas, pactadas con la oposición, se cumplieron a medias. La validación oficial del triunfo de Maduro en las urnas sin que se exhiban las actas electorales marcaron un punto de inflexión para Washington. Primero sancionó a funcionarios electorales y judiciales.

Luego amplió la lista a uniformados señalados como participes de la represión a la protesta. Más tarde, reconoció a Edmundo González como presidente electo y el Congreso promovió una ley que restringe las posibilidades de realizar transacciones comerciales con Venezuela.

Entre los sancionados por la Administración de Biden se encuentra el presidente de Petróleos de Venezuela (PDVSA), Héctor Andrés Obregón Pérez. Pero por el momento, Estados Unidos no ha activado la medida que podría afectar verdaderamente el crecimiento de la economía venezolana: Una revocación de la licencia especial otorgada a la energética Chevron para extraer petróleo. Tampoco se propone acciones que podrían impactar en otras empresas extranjeras como Repsol.

Donald Trump, presidente electo de los Estados Unidos. Foto: EFE, EPA, ALLISON DINNER.

 

Donald Trump se solidarizó con María Corina Machado tras el confuso incidente del jueves, calificado de intento de secuestro por la dirigente opositora y de maniobra de distracción por el Gobierno.

“La gran comunidad venezolana-estadunidense en Estados Unidos apoya abrumadoramente una Venezuela libre, y yo los apoyo firmemente”, dijo el próximo presidente de Estados Unidos.

González fue recibido en Washington por Michael Waltz, el futuro asesor de Seguridad Nacional de Trump. La designación de un halcón como Marco Rubio como secretario de Estado sugieren una inminente dosis de radicalidad de Estados Unidos en la cuestión venezolana. Los alcances de esa “firmeza” de Trump medirán hasta dónde podrá llegar la Casa Blanca y si esos pactos impactan en el negocio del crudo.

La UE también ha cuestionado la asunción de Maduro. Kaja Kallas, alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, sostuvo que “carece de la legitimidad de un presidente electo democráticamente”. Reino Unido hizo lo propio.

Hasta el momento, la UE no dio el paso de Washington de reconocer a González como presidente electo. La oposición venezolana espera algo más que un premio Sájarov para la Libertad de Conciencia para el exdiplomático.

Maduro juró como mandatario hasta 2031 con la módica presencia de dos previsibles presidentes latinoamericanos: Miguel Díaz-Canel, de Cuba, y Daniel Ortega, de Nicaragua.

Fotografía de archivo del presidente de Colombia, Gustavo Petro. EFE/Carlos Ortega

 

Las relaciones con Luiz Inacio Lula da Silva y Gustavo Petro, de Brasil y Colombia, se ha deteriorado de manera ostensible. La diplomacia brasileña vetó la entrada de Venezuela al BRICS, una decisión que enervó al Palacio de Miraflores.

Maduro, en su discurso de este viernes, defendió su pertenencia a ese bloque que lideran China y Rusia. Ni Brasil ni Colombia quieren una ruptura con Caracas, y por eso estuvieron presentes sus embajadores en la controvertida toma de posesión. México obró en la misma dirección.

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