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Starmer y Macron refuerzan su alianza ante las amenazas de Trump y las injerencias de Musk

Starmer y Macron refuerzan su alianza ante las amenazas de Trump y las injerencias de Musk
El primer ministro británico, Keir Starmer, durante su encuentro con el presidente francés Emmanuel Macron. Foto: AP, TOBY MELVILLE.

Han mantenido un encuentro privado para hablar sobre Ucrania y Medio Oriente a pocos días de la toma de posesión Trump en Estados Unidos

El primer ministro británico, Keir Starmer, y el presidente francés, Emmanuel Macron, están decididos a reforzar su alianza ante un escenario político global cada vez más escorado hacia la extrema derecha, informó el diario español El Periódico.

Macron ha visitado este jueves a Starmer en la residencia de Chequers, a las afueras de Londres, en un encuentro privado en el que los dos líderes han hablado sobre los conflictos en Ucrania y Oriente Medio, así como sobre el futuro de las relaciones entre Londres y Bruselas ante la inminente llegada a la Casa Blanca del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.

La reunión ha sido una muestra de la capacidad “de trabajar bien juntos”, según Starmer, y ha evidenciado la buena sintonía entre los dos mandatarios.

Tanto Starmer como Macron han destacado la necesidad de mantenerse unidos en “tiempos de incertidumbre” en el plano internacional.

En el caso de Ucrania, la prioridad es garantizar que el país se mantiene en la “posición más fuerte posible” ante el ejército ruso, a pesar de que Trump ha expresado su intención de poner fin al conflicto “en 24 horas”.

La salida planteada por el presidente electo estadunidense obligaría previsiblemente a Ucrania a ceder parte de su territorio a Rusia.

El encuentro se ha producido apenas unos días después de la batalla dialéctica de los dos líderes con el multimillonario estadounidense Elon Musk, gran aliado de Trump y uno de sus principales asesores.

En el caso de Starmer, la tensión se desató tras la negativa del gobierno laborista de abrir una nueva investigación sobre los casos de abusos sexuales a menores cometidos durante décadas en varias ciudades del norte de Inglaterra, la mayoría de ellos protagonizados por hombres de origen paquistaní.

 

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump (i), y el magnate y propietario de la red social X, Elon Musk. EFE/ Jim Lo Scalzo/Caroline Brehman .ARCHIVO

 

Musk acusó entonces a la secretaria de Estado de Seguridad, Jess Phillips, de hacer “apología del genocidio de la violación” y reclamó su ingresó en prisión en varios comentarios publicados en la red social X. Starmer salió al paso de los ataques y aseguró que los que propagan “desinformación y mentiras” -en una clara alusión a Musk- lo hacen para “defender sus propios intereses” y no “los intereses de las víctimas”.

La voluntad del magnate estadounidense de desestabilizar el gobierno laborista es cada vez más evidente.

Según ha publicado el Financial Times este mismo jueves, Musk estaría estudiando la manera de forzar la salida de Starmer antes del fin de la legislatura, previsto para el 2029.

Entre sus planes está reforzar su apoyo económico al partido de derecha populista Reform UK y mantener su respaldo público a agitadores de extrema derecha, como el activista Tommy Robinson.

La propagación de informaciones falsas y la publicación de comentarios incendiarios en sus redes ya han servido para desestabilizar al Gobierno en anteriores ocasiones, entre ellas durante la ola de violencia xenófoba que sacudió al país en pasado agosto.

La amenaza de las injerencias de Musk en política exterior ha sido puesta de relieve por Macron a principios de esta semana, cuando el presidente francés le acusó de intervenir directamente en la campaña electoral en Alemania con su apoyo explícito al partido de extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD).

Algo que no deja de ser paradójico, ya el presidente electo de Estados Unidos y gran aliado de Musk, Donald Trump, puso el grito en el cielo durante la campaña electoral en ese país cuando un grupo de voluntarios del Partido Laborista se desplazó a estados clave para apoyar a la candidata demócrata, Kamala Harris.

Unos viajes que fueron calificados de injerencia externa por parte del equipo de Trump.

 

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