Cuando el fiscal de Brasil especializado en temas de lavado de activos preguntó al entonces presidente de Odebretch, Marcelo Odebretch, que “a cuántos políticos usted ha logrado corromper en los últimos 15 años”, el interrogado respondió llanamente: “yo no he corrompido a nadie. Estos políticos ya eran delincuentes cuando los conocí”.
En definitiva, allí también estaban incluidos los panameños que tanto se enriquecieron y que hoy, tras más de 10 años, nadie sabe cuándo se encontrarán en el banquillo de los acusados, porque nuevamente se dilata.
Tristemente, la expectativa ciudadana es que no les pasará absolutamente nada por los tantos recovecos que utilizan los costosos abogados que contratan en los casos donde hay tantos cocotudos involucrados.
En la misma línea recuerda recientemente un periodista el momento de la presentación de credenciales del nuevo embajador de Panamá ante Estados Unidos, Juan Dianous (qepd), las palabras cruzadas con él por el presidente Donald Trump.
“Panamá is a country full of crooks”, le habría dicho el gobernante durante su primer periodo en la Casa Blanca.
En buen español hay diversas acepciones a lo que significa crook. Deshonesto, maleante, torcido… Penosamente nuestro país adolece de una buena reputación cuando de corrupción se habla.
Estamos muy por debajo en el Índice de Transparencia Internacional, muy cerca de Nicaragua, Haití y Venezuela.
Las calificadoras de riesgo cada vez que pueden nos recuerdan esa horrorosa condición, una de las razones por las cuales posiblemente nos quitaran el grado de inversión. Los informes de las embajadas acreditadas en
Panamá ven y analizan todo lo que pasa aquí y lo reportan a sus respectivos países.
¿Se darán cuenta que en Panamá las posiciones diplomáticas no se asignan en función de capacidad o méritos, nombrando en el servicio exterior a parientes, a inexpertos hijos de papá y a amiguitos de no sé quién que de seguro dejarán mal parado el nombre de Panamá?
¿Notarán que serán esos inexpertos los que tendrán que afrontar a nombre del país el grave problema que nos cae encima con las provocadoras declaraciones del nuevo presidente de Estados Unidos? ¿Se percatarán esos representantes foráneos del comentario general de que los consulados y las notarías son fuente de ingreso irregular de algunos altos funcionarios? ¿Cuándo alguno de sus connacionales tiene interés en invertir en
Panamá le advertirán que para que tenga éxito en su afán debe buscar a un abogado con influencias porque, si no que no se vista por qué no van?
Nos guste o no es esa la impresión que tienen los diplomáticos de nosotros.
Tenemos una deuda externa que según el ministro Chapman llega a $54,000 millones. Solo en el gobierno de Cortizo nos endeudaron por $25,000 millones más.
El presente gobierno, con siete meses en el poder, no ha puesto una sola denuncia contra Cortizo, Carrizo o Benicio, señalados por ellos mismos de toda clase de irregularidades. Al paso que vamos se pensará que todo era inventado y que en los últimos cinco años tuvimos los gobernantes más prístinos de la historia.
El prestigioso historiador Omar Jaén Suárez ha hecho estudios sobre la corrupción en Panamá. En artículo de opinión el doctor Jaén, se refirió a la imagen que tiene Panamá: “Una más bien negativa, paraíso del desorden y de la trampa, de la desigualdad social y la pobreza, de la corrupción pública, de la injusticia y la impunidad, lugar de muy baja calidad educativa. Nos ven como un país xenófobo e intolerante dominado por gente supersticiosa, ahora de tránsito de migrantes ilegales a El Dorado estadunidense, imagen torcida que debemos combatir con grandes reformas internas y con una promoción internacional más activa”.
Frente a esos categóricos señalamientos de Jaén Suárez, habremos de preguntarnos, frente a los ataques que recibe hoy el país de parte de sus “socios estratégicos”, ¿con los representantes diplomáticos que está nombrando nuestro gobierno estaremos en condición de mejorar en algo la percepción que tienen en el exterior de nuestro país?
¿Podemos pensar que nuestro gobierno está haciendo algo en la línea de mejorar la percepción internacional que tienen de nosotros? ¿O simplemente, si bien sin casos de corrupción conocidos en los siete meses de gobierno, podemos deducir que sin denunciar todo lo que hubo en el gobierno Cortizo/Carrizo, el gobierno actual está comprometido seriamente con el combate de la corrupción?
Me duele decirlo, pero siento que no.