Las agencias también destacan la proyección rusa en el Ártico y su viraje gracias a los efectos de la guerra en Ucrania
La Oficina del Director de la Inteligencia Nacional de Estados Unidos ha publicado este martes el informe anual sobre las posibles amenazas exteriores para Estados Unidos durante este año, contando como protagonistas a Rusia, China, Irán y Corea del Norte como los países que más ponen en riesgo los intereses estadounidenses en el 2025, informa el diario La Razón.
El documento de 29 páginas, dedica un extenso apartado para aquellos riesgos provenientes del extranjero pero no adscritos a ningún estado, siendo estos los cárteles de tráfico de drogas, mayoritariamente establecidos en México y Colombia.
Los oficiales, especialmente, han hecho énfasis en el fentanilo traído, principalmente y en sus palabras, por China: “El fentanilo y otros opioides sintéticos se mantienen como las drogas traficadas hacia los Estados Unidos más letales, causando más de 52,000 muertes en un periodo de 12 meses, que acabó en octubre del 2024”, destaca el informe.
El extremismo islámico es otra de las principales amenazas destacadas por este informe, teniendo protagonismo en este apartado “las ramas más agresivas del EI”, a pesar de sus “retrocesos” en Irak y Siria, además las diferentes derrotas que ha sufrido el grupo ante Estados Unidos en el 2019, el 2022, el 2023 y el 2025, aseguran.

No obstante, también recalcan de la implementación del EI en el sudeste asiático y, sobre todo, en regiones de África como Somalia, el Sahel y el oeste del continente, sin perder de vista a Al Qaeda y a sus filiales.
También quisieron mencionar brevemente a aquellas organizaciones criminales que emplean la corrupción y otros mecanismos para el enriquecimiento ilícito, así como aquellas organizaciones de hackers que tiene como objetivos sistemas gubernamentales o redes electrónicas corporativas.
Entrando en los estados más desafiantes para los intereses norteamericanos, los oficiales destacaron, en primer lugar, a China, ya que “representa la amenaza militar más generalizada y sólida a la seguridad nacional de Estados Unidos”, a pesar de no adoptar una estrategia “demasiado agresiva y disruptiva” centrada en expandir su “influencia” sin provocar una confrontación directa.
Sobre Rusia, la inteligencia estadunidense menciona que la guerra en Ucrania ha servido para que el país gobernado por el dictador Vladimir Putin “aprenda diferentes lecciones para combatir contra armas occidentales y de inteligencia en una guerra a gran escala”, así como que el conflicto, así como las sanciones impuestas por los países occidentales “han acelerado su inversión en acuerdos alternativos y en el uso de herramientas políticas destinadas a paliar a Estados Unidos y su inteligencia”.
En ese aspecto, las agencias del servicio secreto de Estados Unidos destacan el papel ruso en el Ártico, uno de los motivos principales del creciente interés de la Administración Trump en Groenlandia (aunque compartido, aparentemente, con la propia Rusia). Al respecto, comentan que Rusia quiere ahondar en este territorio debido a sus reservas de petróleo y gas natural, así como es una plataforma para poder beneficiarse de las rutas marítimas que dan al Océano Atlántico desde este punto del globo.
Más allá de las capacidades militares, cibernéticas y nucleares, Estados Unidos también destaca las crecientes prestaciones del sector espacial ruso, con la incorporación de “nuevas armas antisatélites para quebrantar a Estados Unidos y sus capacidades” fuera de la órbita terrestre.
Sin embargo, la guerra de Ucrania “ha revelado unas deficiencias evidentes en la arquitectura espacial rusa, la cual continuará enfrentándose a dificultades debido a los efectos de las sanciones y control de exportaciones, los propios problemas domésticos del sector, y una competencia cada vez más feroz por los recursos presupuestarios rusos”.