Una de las claves para desactivar la polarización actual podría estar en centrar la comunicación política en aquellos atributos compartidos
En su último libro, el matemático libanés Nassim Taleb distingue entre los eventos inesperados -los “cisnes negros”- y las dinámicas predecibles que siguen una lógica reconocible: Las tendencias, informa el diario El Periódico.
Lo fascinante y perturbador de los cisnes negros es que su irrupción, imposible de prever, puede modificar abruptamente las tendencias existentes. El atentado a las Torres Gemelas en el 2001, la crisis económica del 2007 o la pandemia del covid 19, entre otros eventos, irrumpieron y alteraron distintos procesos globales.
En el ámbito electoral, la polarización política en América Latina no es un fenómeno sorpresivo ni aislado, sino una tendencia sostenida que ha marcado el pulso de las democracias en los últimos años.

Ejemplo de ello es lo que está atravesando Ecuador. La inesperada buena performance de Luisa González obstaculizó la posibilidad de que el actual presidente, Daniel Noboa, se impusiera en primera vuelta.
El fallo de Noboa fue no lograr alcanzar el 50% de los votos, mientras que el acierto de González consistió en evitar que se generara una brecha de 10 puntos entre los dos. Una de las claves de este resultado fue, sin duda, la estrategia de polarización. El empate técnico con el que llegan este domingo a las urnas, sujeta el resultado a la veracidad de las encuestas.
La polarización ha sido objeto de amplio debate en las ciencias sociales, especialmente en lo que respecta a sus efectos, tan diversos como controvertidos.
Entre los más señalados destacan el deterioro del discurso democrático -marcado por una retórica agresiva e irrespetuosa entre los actores políticos- y el bloqueo en la formulación de políticas, especialmente en el ámbito legislativo.
Más preocupante aún es su potencial para detonar conflictos sociales, particularmente en contextos donde dos grupos de tamaño similar compiten por el poder, configurando una peligrosa bimodalidad que incrementa la probabilidad de enfrentamientos.
No obstante, la literatura también documenta efectos positivos de la polarización, como el incremento de la participación política y electoral, el fortalecimiento de la identificación partidaria y la clarificación de las propuestas en competencia, lo cual facilita la rendición de cuentas y mejora la representación.
A estos efectos puede sumarse un aspecto menos explorado pero igualmente relevante: La polarización, al organizar el espacio político en torno a posiciones claras y coherentes, puede contribuir a estabilizar la opinión pública, dotando de consistencia a las preferencias ciudadanas y facilitando procesos decisionales tanto en el ámbito electoral como en el gubernamental.

Parafraseando aquella máxima de Milton Friedman sobre que la inflación es, en todo momento y lugar, un fenómeno monetario, podríamos decir que la opinión pública es, en todo momento y lugar, un fenómeno contingente. Lo único constante en ella es su contingencia. Sin embargo, factores como la polarización podrían generar mayor estabilidad.
Sin embargo, como revela el diagrama de Venn, también existen puntos de coincidencia. Una de las claves para desactivar la polarización actual podría estar en centrar la comunicación política en aquellos atributos compartidos.
Entre ellos destacan cinco que son altamente valorados por los tres grupos: capacidad para resolver problemas concretos, tener valores definidos, coherencia entre el decir y el hacer, habilidades comunicativas y capacidad de planificación estratégica.
Los cisnes negros son impredecibles y sus efectos pueden ser disruptivos. Sin embargo, Latinoamérica convive con una polarización que, lejos de ser una novedad, aparece como una tendencia consolidada.
Deshacer lo que ha sido construido mediante estrategias electorales, amplificado por dinámicas mediáticas e internalizado por la sociedad puede ser uno de los grandes desafíos de nuestra época. Lo cierto es que no todo está dicho: existen elementos que permitirían reconstruir puentes, generar nuevas mayorías y modificar el escenario político.