Destacan el rol del ejército en áreas clave como artillería, defensa antimisiles, logística regional y sostenimiento operacional a gran escala.
En un contexto geopolítico cada vez más tenso en la región del Indo-Pacífico, las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos están intensificando su transformación estructural y operativa para hacer frente a una eventual guerra con la República Popular China, informa el medio Defense One.
A través de un enfoque centrado en la modernización tecnológica, el entrenamiento conjunto con aliados estratégicos y el fortalecimiento de sus capacidades en tierra, el Ejército estadounidense reafirma su compromiso con la disuasión creíble ante el creciente desafío militar planteado por Pekín.
Durante la reciente conferencia Land Forces Pacific (LANPAC), celebrada en Honolulu, la cúpula militar estadunidense enfatizó en la importancia decisiva del poder terrestre, incluso en una región dominada geográficamente por los océanos.

“Sí, la región lleva el nombre de los océanos, pero los seres humanos viven en la tierra”, subrayó el almirante Sam Paparo, comandante del Mando Indo-Pacífico de Estados Unidos (INDOPACOM), en un mensaje que resonó a lo largo de todo el evento.
La afirmación fue respaldada por múltiples altos mandos, quienes destacaron el rol del ejército en áreas clave como artillería, defensa antimisiles, logística regional y sostenimiento operacional a gran escala.
La referencia a China como el principal “desafío de ritmo” dejó de ser implícita: fue mencionada abiertamente como la amenaza que impulsa gran parte del rediseño doctrinario y estratégico de las fuerzas estadounidenses en Asia.
Tanto el Ejército como el Cuerpo de Marines se encuentran en pleno proceso de transformación. Mientras los Marines avanzan en su Force Design, centrado específicamente en escenarios de enfrentamiento con China, el Ejército ha lanzado la iniciativa Transformation in Contact (TiC), cuyo objetivo es reconfigurar sus unidades manteniéndolas operativas en el terreno.
“Es un entorno en constante cambio, con competencia de nivel casi paritario. Lo que llamábamos transformación ahora es un proceso continuo de adaptación dinámica”, explicó el teniente general James Glynn, jefe del Mando de las Fuerzas del Cuerpo de Marines del Pacífico.
El general Ronald Clark, comandante del Ejército del Pacífico, subrayó que los soldados no solo entrenan y cumplen misiones, sino que también prueban nuevo equipamiento y aportan retroalimentación crítica para acelerar la innovación.

En ese marco, el I Cuerpo, bajo el mando del teniente general Matthew McFarlane, lidera este esfuerzo desde Alaska, Hawái y Washington, desplegando tropas en más de 40 ejercicios anuales en países como Australia, Indonesia, Filipinas y Tailandia, en el marco de la operación Pathways.
El general de división Charles Lombardo, al frente de la 2.ª División de Infantería en Corea del Sur, destacó cómo su unidad está implementando aprendizajes del conflicto en Ucrania, particularmente en cuanto a la supervivencia de los puestos de mando y la utilización de sistemas no tripulados. “Cada ejercicio es una oportunidad de ensayo, de prueba, de mejora constante”, aseguró.
A su vez, Lombardo enfatizó la importancia de los intercambios tecnológicos con las fuerzas surcoreanas, lo que ha permitido incorporar avances concretos en entrenamientos conjuntos y simulaciones.
Uno de los pilares más relevantes de la estrategia de Estados Unidos es el robustecimiento de sus alianzas en la región. En LANPAC se evidenció una amplia representación multinacional, con más de una docena de países participando en paneles y ejercicios. Para el general Lance Okamura, subcomandante del Ejército del Pacífico para asuntos internos, cada una de estas alianzas es clave para asegurar apoyo en caso de crisis.
El programa de State Partnership de la Guardia Nacional es una de las herramientas más efectivas en este aspecto. Estados como Idaho, Washington u Oregón mantienen vínculos militares profundos con países como Camboya, Tailandia o Vietnam.
En el caso de Camboya, a pesar de haber expulsado a fuerzas estadounidenses en el 2017 a favor de una mayor presencia china, el vínculo con la Guardia Nacional de Idaho se mantuvo, facilitando el regreso de Estados Unidos al país.
La planificación operativa contempla ejercicios y despliegues con miras al 2027, año que el dictador chino Xi Jinping estableció como el plazo para que las Fuerzas Armadas chinas estén listas para tomar Taiwán. En ese sentido, una brigada Stryker de la Guardia Nacional de Washington ya se prepara para ejercicios clave en el sudeste asiático durante ese año.
“Queremos dejarle claro a nuestro adversario que, si se comporta de forma agresiva, habrá consecuencias”, advirtió Okamura. La integración de la Guardia Nacional en las operaciones y entrenamientos en Hawái y Guam también ha sido reforzada, considerando la complejidad logística y geográfica del teatro del Pacífico.
Finalmente, para los líderes militares estadunidenses, la función de las fuerzas terrestres en la estrategia del Indo-Pacífico es irreemplazable. “El poder terrestre es el tejido conectivo de la fuerza conjunta”, afirmó el general Xavier Brunson, comandante de las fuerzas de Estados Unidos en Corea. “Puedes controlar el aire y el mar, pero solo al controlar el terreno se asegura una victoria duradera”.
