Un experimento con 30 gatos demuestra que los felinos pueden identificar a los humanos conocidos solo por el olfato y que su reacción varía según su personalidad
Los gatos domésticos no solo tienen un olfato más agudo de lo que se pensaba, sino que también lo utilizan para distinguir entre personas conocidas y extrañas, así lo revela un estudio publicado en la revista científica PLOS One por investigadores de la Universidad de Agricultura de Tokio, que analizó el comportamiento olfativo de 30 gatos ante diferentes estímulos humanos.
El experimento consistió en presentar a los gatos tubos de plástico con bastoncillos impregnados con el olor corporal de su dueño (recogido de la axila, detrás de la oreja y entre los dedos de los pies), el de una persona desconocida y un tubo vacío como control.
El resultado fue claro: los felinos dedicaron más tiempo a olfatear el olor de los desconocidos, una señal de que identificaban el de su dueño como familiar.
Además, los investigadores observaron un patrón curioso: Al enfrentarse a un olor desconocido, los gatos solían usar inicialmente la fosa nasal derecha y luego cambiaban a la izquierda al familiarizarse con el olor.
Ese comportamiento sugiere una lateralización cerebral, es decir, que los gatos podrían emplear distintos hemisferios del cerebro para tareas específicas, como ya se ha demostrado en perros, aves y peces.
El estudio también exploró la influencia de la personalidad felina en su reacción ante los olores. Los gatos machos más ansiosos o “peculiares” tendían a oler repetidamente cada tubo, mientras que los de temperamento más afable lo hacían con más tranquilidad.
En el caso de las hembras, no se registraron diferencias significativas ligadas a la personalidad.
Otro comportamiento observado fue el “frotamiento” o marcaje, que suele seguir al olfateo. Este gesto podría representar una segunda fase en el proceso de exploración y reconocimiento, según los autores.
Este estudio no solo ofrece nuevas pistas sobre la sensibilidad olfativa de los gatos, sino que refuerza la idea de que estos animales, a menudo tachados de distantes, tienen una conexión más profunda con sus cuidadores de lo que aparentan.