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El mayor puerto de Latinoamérica, entre la preocupación y el apuro por la amenaza de Trump

El mayor puerto de Latinoamérica, entre la preocupación y el apuro por la amenaza de Trump
Fotografía aérea con contenedores de carga en el puerto de Santos (Brasil). EFE/ Isaac Fontana

“El pueblo estadunidense se va a quedar sin café, sin naranja”, advierte una fuente de la administración del puerto de Santos

En el puerto de Santos, el mayor atracadero comercial de América Latina, observan con “gran preocupación” la inminente entrada en vigor del arancel del 50% anunciado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, informó la agencia EFE.
El anuncio de Trump ha puesto en estado de alerta a la industria de Brasil, la economía latinoamericana más potente.
Y no es para menos. Ubicado a poco más de 70 kilómetros de la ciudad de São Paulo, el puerto de Santos es responsable del 30% del comercio internacional de todo Brasil. Y de las exportaciones que navegan por sus aguas, el 22% va a Estados Unidos.
Sin embargo, el presidente de la Autoridad Portuaria de Santos, Anderson Pomini, se refiere a los impactos del posible ‘tarifazo’ como “iniciales”, en lo que respecta a la operación portuaria, según una simulación de su autoría presentada al Gobierno esta semana.
Fotografía de trabajadores en el puerto de Santos (Brasil). EFE/ Isaac Fontana
“Vamos a sufrir un impacto. Puede ser un impacto inicial hasta que Brasil encuentre otro comprador. Tendremos que ajustar la logística en función de lo que vaya a suceder en los próximos meses”, dice a EFE.
Según el funcionario, su lugar entre las principales exportadoras de materias primas del mundo le da a Brasil, y específicamente a este puerto, la ventaja de que “muchos otros países tienen interés en adquirir esos productos”.
“El Gobierno ya viene conversando con otros países y si, por ejemplo, los estadounidenses dejan de importar la misma cantidad de zumo de naranja, café o algodón, pensaremos cuáles son los países que se podrían interesar en comprar esos productos y, bajo esa idea, si actuamos rápido, no tendremos ningún impacto en el comercio de esos productos en el puerto de Santos”, afirma Pomini.
Entre los navíos viejos y oxidados que navegan las aguas de la ribera santista, una embarcación blanca y moderna se destaca sobre el puerto, con sus trabajadores envueltos en trajes especiales y siguiendo extremas medidas de higiene.
Ese barco de grandes dimensiones trasladará jugo de naranja brasileño. El proceso se repite a veces varias veces al día: desde el almacén sale una especie de tubería que traslada el líquido hasta un contenedor dentro de este navío, que opera como un “refrigerador gigante”.
Al tocar la embarcación, el líquido se congela y así viaja, a veces más de un mes, por todo el mundo. Pero ahora los viajes a Estados Unidos corren peligro.
Fotografía aérea con contenedores de carga en el puerto de Santos (Brasil). EFE/ Isaac Fontana
“El pueblo estadunidense se va a quedar sin café, sin naranja”, advierte a EFE una fuente de la administración del puerto de Santos, por el que pasa el 74% de la producción nacional de café brasileño y el 95% de jugo
de naranja, de acuerdo con datos del puerto correspondientes al 2024.
Según datos oficiales, casi el 60% del jugo de naranja que los estadunidenses consumen proviene de Brasil y pasa por el puerto de Santos.
La tonelada de zumo del cítrico, hoy valorada en $1,600, pasará a rondar los $2,400 a partir del primero de agosto, cuando entra en vigor la sanción, de acuerdo con estimaciones portuarias.
Lo mismo con el café. En abril pasado, la administración de Trump gravó a Brasil con un 10%, lo que fue visto como un alivio e incluso una ventaja comercial con respecto a otros productores de granos, como Vietnam, que inicialmente recibió un 46%, o Indonesia, un 32%.
Sin embargo, con la nueva tarifa, el café brasileño estaría muy por detrás de sus competidores, que ya han alcanzado acuerdos para mejorar el porcentaje.
Las exportaciones brasileñas representaron en 2024 alrededor de un tercio del mercado cafetero estadounidense, país donde se estima un consumo promedio de tres tazas al día, según divulgó en abril la Asociación Nacional del Café de Estados Unidos.
Por otro lado, desde el anuncio del arancel del 50% el pasado miércoles, algunas empresas brasileñas han denunciado públicamente cargas retenidas y embarques bloqueados.

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