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Diplomacia arancelaria: Así impone Trump su ley más allá de EE UU

Diplomacia arancelaria: Así impone Trump su ley más allá de EE UU
Foto de archivo del presidente Donald Trump. EFE/EPA/WILL OLIVER

El presidente estadunidense ha hecho de los aranceles una de sus principales herramientas de presión internacional

Han pasado ya más de seis meses desde que Donald Trump diera por inaugurado su segundo mandato al frente de la Casa Blanca, no obstante, el cambio de administración se ha dejado notar más allá de las fronteras estadunidenses, informó el diario La Razón.

Durante ese periodo, gobiernos de todo el mundo han sido testigos de una reconfiguración de las relaciones internacionales, a menudo auspiciada por la política exterior de Washington, donde los aranceles parecen haberse convertido en el instrumento estrella.

Más allá de proteger la industria de Estados Unidos, y corregir el déficit comercial con otras economías -argumentos repetidos hasta la saciedad por el propio Trump en los momentos previos a iniciar la ofensiva comercial- el magnate ha hecho de los aranceles un arma de presión para aquellos gobiernos que osan resistirse a sus exigencias, o bien marcan distancias con sus políticas.

Foto: A. Internacional

Uno de los primeros países en verse amenazado por esa ‘mano dura arancelaria’, fue Colombia, y precisamente como consecuencia de otra de las políticas insignia de la administración republicana: La migratoria.

Más recientemente, Canadá, país con el que tradicionalmente Trump ha mantenido una relación tensa, llegando a insinuar su incorporación como “estado número 51”, ha optado por unirse a Francia y Reino Unido al anunciar su intención de reconocer un Estado palestino en septiembre. Un gesto condenado por Israel, y que tampoco ha sentado bien al republicano, uno de sus principales respaldos.

En plenas negociaciones para alcanzar un acuerdo comercial con Ottawa, y con la amenaza de la imposición de un arancel del 35% sobrevolando, Trump recurrió, como viene siendo habitual, a su cuenta de Truth Social para comentar la decisión del primer ministro canadiense, Mark Carney: “¡Guau! Canadá acaba de anunciar que apoya la creación de un Estado para Palestina. Eso nos dificultará mucho llegar a un acuerdo comercial con ellos. ¡Ay, Canadá!”.

La guerra en Ucrania se ha convertido en otro de los asuntos pendientes en materia internacional para la administración republicana.

Fotografía de archivo del presidente de EE.UU. Donald Trump (d) y el primer ministro canadiense Mark Carney (i) en la Casa Blanca en Washington, DC, EE.UU. EFE/FRANCIS CHUNG / POOL

El presidente de Estados Unidos, que durante la campaña presidencial de 2024 insinuó que pondría fin al conflicto en 24 horas, ha observado con creciente frustración como las distintas cumbres, intercambios de llamadas e intentos de poner fin a las hostilidades, han sido dinamitados, en especial por el dictador del Kremlin, Vladímir Putin. La hasta ahora buena relación entre ambos mandatarios parece estar en decadencia.

En ese contexto, hace tan solo unas semanas, el estadunidense transmitió su ultimátum a Rusia tras reconocer sentirse “decepcionado con el presidente Putin”: impuso un periodo de 50 días para alcanzar un acuerdo de paz o, por el contrario, enfrentarse a sanciones económicas “muy severas”. Posteriormente, redujo el plazo a “10 o 15 días”, y volvió a echar mano de aranceles, amenazando con la imposición de tarifas 100% a los países que compran su petróleo.

China e India serían dos de los principales afectados.

En breves, Brasil podría convertirse en uno de los pocos países en verse afectado por aranceles del 50%. Una llamativa decisión, estrechamente vinculada al proceso legal en el que está inmerso el expresidente brasileño Jair Bolsonaro -firme seguidor y aliado de Trump- que en la actualidad se encuentra bajo arresto domiciliario tras el intento de golpe de Estado en enero del 2023.

Fotografía de archivo del expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro (2019-2022), durante un evento en Brasilia (Brasil). EFE/ Andre Borges

Mientras la justicia del país sudamericano determina si en efecto Bolsonaro lideró el levantamiento, desde Washington no han dudado en tachar el juicio de “caza de brujas”, agregando que en Brasil se estaría llevando a cabo una “persecución, intimidación, acoso, censura y enjuiciamiento por motivos políticos”.

De hecho, la administración Trump ha condicionado la eliminación de las tarifas, de las más altas del mundo por ahora, al cese de los procesos abiertos contra el líder ultraderechista.

Por su parte, el actual presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, rechazó la postura de Estados Unidos, calificando como “inaceptable” la “injerencia del gobierno estadounidense en el sistema judicial brasileño”, e incidió en la necesidad de sentarse a negociar. A pesar de que cientos de productos nacionales han quedado exentos de las tasas punitivas que entrarán en vigor esta semana, se trata de un importante golpe a la economía de la segunda mayor democracia del continente, para salvar a su aliado.

Si bien las amenazas económicas de Trump han demostrado ser efectivas en el pasado, aún está por verse si lograrán tener un impacto significativo en los conflictos de Gaza y Ucrania, dos crisis enquistadas que continúan dominando la agenda internacional.

En ambos escenarios, Estados Unidos ha intentado posicionarse como mediador, aunque con resultados hasta ahora limitados. Asimismo, será crucial observar de cerca cómo estas medidas de presión inciden en el sistema judicial brasileño, y si su resultado, en definitiva, llevará al polémico presidente estadunidense a seguir utilizando los aranceles como herramienta de presión en los próximos tres años y medio que seguirá al frente de la Casa Blanca.

 

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