El rediseño de distritos podría consolidar el control de la Cámara de Representantes; organizaciones alertan por impacto en votantes latinos
A quince meses de las elecciones de medio término, el presidente Donald Trump ha dado inicio a su “guerra” política para mantener y ampliar la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, con Texas como campo de batalla inicial, informó la agencia EFE.
El plan, respaldado por el gobernador Greg Abbott, busca rediseñar distritos electorales para crear al menos cinco nuevos escaños favorables a los republicanos en ese estado clave.
La maniobra ha provocado una crisis política, con legisladores demócratas tejanos huyendo del estado para evitar el cuórum legislativo, mientras Abbott ordenó su arresto. El conflicto ha escalado a nivel nacional, gobernadores demócratas como Kathy Hochul (Nueva York) han prometido represalias, afirmando que “esta es una guerra”.
De acuerdo con David Daley, investigador de la organización apartidista Fair Vote, el rediseño del mapa electoral —conocido como gerrymandering— está lejos de ser exclusivo de Texas. El movimiento se podría replicar en estados como Ohio, Florida, Carolina del Norte y Misuri, aprovechando el dominio legislativo republicano.

“Los republicanos simplemente tienen más municiones y más objetivos si esta rezonificación es una batalla a largo plazo”, explicó Daley.
Mientras tanto, Michael Li, del Brennan Center for Justice, advierte que Texas marca un precedente inusual, ya que la propuesta se promueve en una sesión especial legislativa fuera de ciclo, lo que anticipa una estrategia republicana para manipular los mapas antes de las elecciones del 2026, cuando la lucha por el Congreso estará al rojo vivo.
Las consecuencias políticas podrían ser profundas, sobre todo porque los votantes latinos podrían ver diluido su poder político. “El nuevo mapa realmente parece enfocarse en reducir la influencia de los votantes latinos y negros en Texas, que son los grupos de mayor crecimiento”, sostuvo Li.
Pese a las declaraciones combativas de gobernadores demócratas, las opciones para un contraataque son limitadas. En estados como California, Nueva York o Colorado, las comisiones independientes impiden una manipulación partidista de los distritos. En otros, como Maryland o Illinois, los límites ya han sido estirados al máximo en favor de los demócratas.
Las vías judiciales tampoco ofrecen muchas esperanzas. En el 2019, la Corte Suprema de Estados Unidos determinó que los tribunales federales no pueden intervenir en disputas sobre mapas electorales estatales, lo que complica cualquier litigio en cortes estatales dominadas por republicanos.
“Los demócratas están frustrados y hablan fuerte, pero no tienen mucho espacio para responder”, concluye Daley.
