Colombia, Chile, Panamá y México encabezaron la posición latinoamericana, calificando el documento como inaceptable
Con una ola de críticas generalizadas y un ambiente de frustración, una abrumadora mayoría de países y representantes de la sociedad civil expresaron este miércoles su rechazo al nuevo borrador del tratado global contra la contaminación por plásticos, presentado por el presidente del órgano negociador, el embajador ecuatoriano Luis Vayas, informó la agencia EFE.
La versión, que fue divulgada a solo 30 horas de que concluyan las negociaciones, ha sido calificada como débil, poco ambiciosa y una regresión frente a los compromisos previos, especialmente por eliminación de restricciones a la producción de plástico, la omisión de referencias a su impacto en la salud humana, y la ausencia de límites al uso de aditivos químicos tóxicos.
“Este texto es repulsivo, una rendición. No venimos a firmar un arreglo político, sino a alcanzar un acuerdo sobre la contaminación plástica”, declaró el jefe negociador de Panamá, Juan Carlos Monterrey, generando una fuerte ovación en el plenario.

Países de todas las regiones —África, América Latina, Asia y Europa y los Estados insulares— se alinearon en contra del borrador.
Colombia, Chile, Panamá y México encabezaron la posición latinoamericana, calificándolo de inaceptable, mientras que organizaciones como Greenpeace y el Centro de Derecho Ambiental Internacional advirtieron que el nuevo texto garantiza que nada cambiará.
Uno de los principales cuestionamientos es que el borrador presentado no impone obligaciones vinculantes y deja las medidas a la voluntad de los países, debilitando el marco jurídico del tratado. Además, socava el mecanismo de toma de decisiones futuras, lo que dificultaría adaptar el acuerdo a avances científicos o tecnológicos.
El Centro de Derecho Ambiental Internacional recordó que el objetivo desde el inicio era abordar todo el ciclo de vida del plástico, desde su producción hasta su eliminación, y que este principio ha sido borrado del texto.
Activistas y negociadores alertan que este impasse pone en riesgo la única oportunidad histórica de frenar el impacto global de los plásticos. Con la presión del tiempo y la falta de consenso, crecen los temores de que el tratado no llegue a firmarse, o que lo haga con condiciones tan débiles que resulten ineficaces.
