Investigadores detectan que el mayor malestar ya no se concentra en la mediana edad, sino en la juventud, marcando un giro preocupante en el patrón global del bienestar
La tradicional curva del bienestar, una figura en forma de U que reflejaba cómo la felicidad personal disminuía desde la infancia hasta la mediana edad para luego repuntar, podría estar desapareciendo, informó la agencia EFE.
Según un nuevo estudio publicado en la revista Plos One, este modelo ha sido alterado drásticamente por el deterioro de la salud mental en adolescentes y jóvenes adultos, que hoy muestran niveles de malestar más altos que los de generaciones mayores.
La investigación, liderada por el Dartmouth College en colaboración con expertos británicos, analizó datos de salud mental de entre 1993 y el 2025, incluyendo respuestas de personas de entre 18 y 74 años en 44 países, a partir del estudio Global Minds. Los indicadores estudiados abarcan ansiedad, miedo, angustia, pensamientos suicidas y estrés.
En lugar de alcanzar su punto más bajo en torno a los 50 años como se observaba en estudios anteriores, el malestar emocional ahora es más alto al inicio de la adultez y disminuye con la edad.

Esta inversión del patrón, conocido como la “joroba del malestar”, es un cambio profundo que “ya puede observarse claramente en Estados Unidos y Reino Unido”, aseguran los autores.
Las causas no son concluyentes, pero el estudio apunta a una combinación de factores como el impacto a largo plazo de la crisis económica del 2008, los efectos de la pandemia de COVID-19, la falta de inversión en salud mental y el aumento del uso de móviles y redes sociales.
“Estamos ante una grave crisis de salud mental entre los jóvenes que no se puede ignorar”, subraya el informe. Las diferencias por sexo también son significativas: en los 44 países estudiados, las mujeres menores de 25 años muestran peores indicadores de salud mental que los hombres en cuanto a desesperanza y pensamientos suicidas.
Para la psicóloga Maite Garaigordobil, de la Universidad del País Vasco, el estudio es relevante porque cuestiona un hallazgo empírico muy consolidado sobre el ciclo emocional humano.
“La evidencia muestra que este patrón está cambiando y que la salud mental de los jóvenes se está deteriorando de forma significativa, lo que plantea un nuevo escenario para la intervención educativa y social”, añadió Garaigordobil en declaraciones al Science Media Centre.
Este giro en la curva del bienestar refuerza la urgencia de repensar las políticas de salud mental y enfocar esfuerzos especialmente en las generaciones más jóvenes, que se perfilan como el grupo más vulnerable en el mundo actual.
