El secretario general de la OTAN eligió el escenario de la conferencia de seguridad de Praga para lanzar un mensaje inequívoco a Moscú y a Pekín
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, eligió el escenario de la conferencia de seguridad de Praga para lanzar ayer un mensaje inequívoco a Moscú y a Pekín, pero también a las capitales europeas que siguen dudando sobre el ritmo de la reindustrialización militar, informó el diario La Razón.
El dirigente neerlandés afirmó que Rusia carece de legitimidad alguna para condicionar la presencia de tropas occidentales en Ucrania y advirtió que la amenaza persistirá mucho después de que el actual conflicto concluya.
“Ucrania es un Estado soberano, no es Moscú quien debe decidir”, subrayó con firmeza, al tiempo que pidió a la Alianza un salto cualitativo en la producción de armamento.

Rutte señaló que Rusia y China han alcanzado un grado de cooperación militar sin precedentes y que ambos países trabajan en un horizonte de confrontación a largo plazo. “Se preparan para un choque duradero y lo hacen a un ritmo asombroso en sus fábricas de armas y en la modernización de sus ejércitos”, explicó.
El diagnóstico del nuevo jefe de la OTAN rompe con la tentación de interpretar la guerra de Ucrania como un episodio aislado. Para Rutte, se trata más bien de un síntoma de un reacomodo global en el que China, Rusia, Irán y Corea del Norte avanzan en una coordinación defensiva y ofensiva que amenaza con alterar el equilibrio internacional.
El secretario general no ocultó su preocupación por la lentitud europea. Recordó que hasta hace poco tiempo Rusia producía más munición que todos los miembros de la OTAN juntos, a pesar de disponer de una economía más pequeña que la del estado de Texas.
“Eso no se corrige solo con dinero. La seguridad no se garantiza con presupuestos, sino con capacidades reales, con potencia de fuego, con acero, con nuevas tecnologías”, insistió.

En su opinión, la industria armamentística occidental debe adaptarse a un ritmo de guerra prolongada, lo que implica acelerar cadenas de montaje y coordinar suministros estratégicos a escala continental.
El marco de su intervención iba más allá de Ucrania. Rutte subrayó que la seguridad europea y la del Indo-Pacífico están cada vez más entrelazadas. “Si China decidiera un día atacar Taiwán, no se limitaría a esa operación, ¿por qué no habría de pedir Xi Jinping a su socio menor, Vladímir Putin, que nos mantenga ocupados en Europa?”, se preguntó, lo que anticipa un escenario de tensión simultánea en Asia y en el Atlántico Norte.
En su opinión, este riesgo obliga a reforzar las alianzas con Japón, Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur, países con los que la OTAN ha intensificado contactos en los últimos meses.
La advertencia en Praga coincidió con la reunión en París de la llamada Coalición de los Voluntarios, convocada por el presidente francés Emmanuel Macron y con la presencia de Volodimir Zelenski.
A la capital francesa viajaron también el enviado especial de Washington, Steve Witkoff, y varios líderes europeos, mientras que el canciller alemán Friedrich Merz, el primer ministro británico Keir Starmer y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, intervinieron de manera telemática.
Desde esa plataforma, Rutte reiteró que la decisión de desplegar tropas internacionales en Ucrania, en caso de un eventual alto el fuego, compete únicamente a Kiev y a sus aliados, no al Kremlin.
