Se trata de una colina los 10 kilómetros cuadrados bautizados por Israel como E1, un plan de asentamiento ilegal que data de los años de 1990
El denominado E1, un proyecto de asentamiento diseñado por Israel hace 30 años, pero pospuesto por presiones internacionales, fue aprobado hace un mes por el régimen israelí, informó la cadena Radio Francia Internacional.
Su construcción partirá en dos a Cisjordania ocupada y, como asegura Netanyahu, enterrará la posibilidad de un Estado palestino. ¿Cómo se conjuga esa realidad sobre el terreno con el reconocimiento de Palestina por parte de varios países occidentales, entre ellos Francia.
Aviv Tatarsky, veterano activista israelí, señala desde una colina los diez kilómetros cuadrados bautizados por Israel como E1. Es un plan de asentamiento ilegal y polémico que data de la década de 1990.

“Esta carretera corresponde con la línea de anexión, Jerusalén llega hasta la carretera y más allá está Cisjordania”, explica Tatarsky, miembro de la oenegé israelí Ir Amim.
Ningún gobierno israelí se había atrevido a aprobarlo porque para Europa representaba una línea roja, hasta ahora.
“Lo más importante del E1 es su ubicación: Una gran colonia en el corazón de Cisjordania que divide en dos el territorio. Y el gran peligro ahora es que Israel se siente confiado de que Cisjordania está en sus manos y puede dar un paso más con expulsiones masivas y una limpieza étnica”, advierte Tatarsky.
La construcción de E1 separará Cisjordania ocupada de Jerusalén Este -entendida como futura capital de los palestinos- y la aislará de ciudades clave del norte, como Ramala, y del sur, como Belén.

Pero, sobre todo, como se jactó Netanyahu, garantizará que solo haya un país entre el mar Mediterráneo y el río Jordán: Israel. “Dijimos que no habrá un Estado palestino y, por tanto, no habrá un Estado palestino”.
Levantar ese asentamiento implica expulsar a los cientos de beduinos que habitan la zona desde hace décadas, que viven en tiendas desperdigadas en lomas desérticas, sin agua corriente y expuestos a las agresiones de colonos israelíes que los cercan.
Los habitantes sienten miedo, admite Yousef Jahien, beduino de Khan al-Ahmar, mientras da de comer a sus cabras y cuenta que los colonos, a pocos metros de su granja, le han robado tres.
“No sabemos qué será de nosotros. Nos separan de la Autoridad Palestina y de la sociedad palestina. Es una separación completa. Eso, por supuesto, nos afecta. El régimen israelí solo quiere judíos en esta área”.
Realidades como la que vive Yousef, así como la presencia de 700,000 colonos en Jerusalén Este y Cisjordania, plantean la pregunta de si aún es posible el Estado palestino que en estos días reconocen distintos países, o si décadas de ocupación lo han sepultado.
“Por supuesto que es factible, siempre y cuando la empresa colonial israelí se desmantele. Y para llegar a eso no bastan declaraciones de buenas intenciones: Hay que tomar acciones, hay que aplicar sanciones”, afirma Xavier Abu Eid, analista político palestino.
Xavier Abu Eid trabajó en el departamento de la Organización para la Liberación de Palestina que negoció la creación de ese Estado, cuando Israel aún aceptaba dialogar. Actualmente pide mayor ambición a la comunidad internacional para impulsar la autodeterminación palestina antes de que sea demasiado tarde.
