El proyecto “Tinta Dulce” busca romper estigmas y reivindicar el valor cultural de la planta a través del arte y la educación
Un caldero, un fogón de leña y un puñado de hoja de coca molida son suficientes para que Luz María Rodríguez, artesana colombiana, convierta lo que muchos asocian con el narcotráfico en un tinte natural para textiles, informó la agencia EFE.
Ella forma parte de “Tinta Dulce”, una iniciativa que promueve el uso alternativo y creativo de la coca, con el objetivo de cambiar la narrativa que por décadas ha estigmatizado a esta planta.
“No es una planta mala, le podemos sacar un buen provecho”, asegura Rodríguez, quien lidera un grupo de mujeres artesanas en Sutatausa, Cundinamarca, donde participa anualmente en el festival Tejilarte.
El proyecto, impulsado por las diseñadoras bogotanas Daniela Rubio y Mónica Suárez, nació en el 2021 en el departamento del Cauca, donde trabajaron con mujeres productoras de seda, allí descubrieron el potencial tintóreo de la hoja de coca, tras un taller en el que las artesanas llevaron plantas locales para experimentar con colorantes naturales, la coca fue una de las más prometedoras.

Desde entonces, “Tinta Dulce” ha crecido, con apoyo de organizaciones como Open Society Foundations, expandiéndose a otras regiones como Boyacá, Cundinamarca y Santander.
Las fundadoras compran hojas y harina de coca a proveedores del Cauca, y la entregan a comunidades campesinas que la procesan artesanalmente con agua lluvia y mordientes naturales, logrando tonos que van del verde al marrón.
Aunque en Colombia la hoja de coca tiene usos ancestrales en comunidades indígenas y rurales, sigue estando criminalizada internacionalmente por su clasificación como estupefaciente desde la Convención de la ONU de 1961.
Esto ha convertido al proyecto en una apuesta valiente para desmitificar su uso y promover su valor cultural, terapéutico e industrial.
“El principal reto es el prejuicio”, explica Rubio, quien junto a Suárez ha presentado el proyecto en la Convención de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) por dos años consecutivos.

“Cuando la gente ve los colores y la artesanía, el estigma comienza a desmoronarse”, comenta Suárez.
Además de enseñar técnicas de tinturación, Tinta Dulce ha desarrollado un manual accesible para que cualquier persona pueda preparar tintes con hoja de coca.
También crearon un libro para colorear dirigido a niños, convencidas de que el cambio de narrativa debe comenzar desde las generaciones más jóvenes.
En un país donde los niveles de cultivo ilícito son históricos y el narcotráfico sigue marcando la agenda internacional, Tinta Dulce representa una forma de resistencia creativa, empoderando a mujeres rurales y mostrando que la hoja de coca no es la “mata que mata”, sino una planta con múltiples posibilidades.
Con sus tintes naturales y tejidos llenos de historia, este grupo de mujeres no solo tiñe lana: están tiñendo también el discurso sobre la coca, con arte, tradición y esperanza.
