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La "Dama de hierro" de Japón conquista a Trump con la receta perfecta: rearme, negocios y gastronomía fusión

La "Dama de hierro" de Japón conquista a Trump con la receta perfecta: rearme, negocios y gastronomía fusión
El presidente Donald Trump y Sanae Takaichi en Japón, EFE/EPA/KIYOSHI OTA / BLOOMBERG POOL.

Trump y Takaichi acuerdan llevar la relación bilateral a “una nueva era dorada”

En los salones majestuosos del Palacio Akasaka, bajo la luz de arañas centenarias y el rigor del mármol imperial, Sanae Takaichi -apenas una semana después de asumir el cargo- y Donald Trump rubricaron un encuentro que trascendió la formalidad diplomática para leerse como una declaración de poder, informó el diario La Razón.

Fue una cita en la que el ceremonial japonés se entrelazó con la teatralidad política del líder estadounidense, sellando lo que muchos consideran el reajuste estratégico más profundo entre Tokio y Washington desde la década de 1980.

El encuentro representó algo más que la continuidad de una alianza, simbolizó una reconfiguración del equilibrio del Indo-Pacífico, diseñada para contener la proyección china y gestionar la volatilidad norcoreana con una nueva doctrina de corresponsabilidad y disuasión estratégica.

El presidente Donald Trump y Sanae Takaichi en Japón, EFE/EPA/KIYOSHI OTA / BLOOMBERG POOL.

 

Consciente de la magnitud del momento, la anfitriona apostó por una diplomacia de audacia y un país dispuesto a recuperar influencia global tras los años de introspección económica y turbulencia política. Su estrategia combina determinación, temple y un discurso de modernización nacional que, según sus asesores, aspira a transformar a Japón en el eje de estabilidad democrática en Asia.

En su retorno, Trump encontró la vitrina ideal para desplegar su renovada doctrina de alianzas: Pragmática, transaccional y revestida de cordialidad.

Su mensaje, enfático y calculado, reafirmó la jerarquía de la relación bilateral en términos de seguridad y proyección económica. “Si Japón necesita cualquier cosa, estaremos allí. Somos aliados al más alto nivel”, aseguró. “Nuestra asociación es la más poderosa del mundo, una garantía de estabilidad global”, respondió Takaichi, con serenidad, asumiendo el peso de la historia.

La coreografía, entre la elegancia del protocolo japonés y la gestualidad estadunidense, proyectó una imagen de paridad estratégica y visión compartida. En ella esboza una “nueva era dorada”.

 

El presidente Donald Trump y Sanae Takaichi en Japón, EFE/EPA/KIYOSHI OTA / BLOOMBERG POOL.

 

El núcleo de la alianza se sostiene sobre una monumental promesa: $550,000 millones en inversiones niponas en Estados Unidos antes del 2029. Los fondos se dirigirán a sectores neurálgicos -semiconductores, energía limpia, inteligencia artificial, astilleros, farmacéutica, minerales estratégicos y tecnologías de frontera- configurando lo que Bloomberg definió como un plan Marshall a la inversa: Capital oriental al servicio de la hegemonía occidental.

El acuerdo, concebido originalmente en tiempos de Fumio Kishida y refinado por el ministro Ryosei Akazawa, combina inversión, crédito y garantías bilaterales. Se financiará con los fondos de divisas de Japón, sin alterar sus reservas, y otorga a Tokio una exención arancelaria estratégica: Las exportaciones industriales japonesas -desde automóviles hasta semiconductores- tendrán un límite tributario del 15%.

Para Trump, el pacto simboliza “un fondo flexible para asegurar la supremacía tecnológica del mundo libre”. Para Takaichi, representa una inyección de legitimidad interna apuntando a que Japón no solo cumple, lidera

 

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El presidente Donald Trump y Sanae Takaichi en Japón, EFE/EPA/KIYOSHI OTA / BLOOMBERG POOL.
El presidente Donald Trump yla primer ministro, Sanae Takaichi, firmaron  un acuerdo sobre minerales críticos y tierras raras en la Residencia de Huéspedes del Palacio de Akasaka en Tokio EFE/EPA/KIYOSHI OTA / BLOOMBERG POOL.

 

El momento más destacado fue la firma de un acuerdo de cooperación en materia de tierras raras y minerales críticos, sectores dominados por China y cruciales para la tecnología, la defensa y la energía verde. El “Marco de Tokio” prevé una intensificación de las inversiones públicas y privadas para garantizar cadenas de suministro seguras, además de la creación de un Grupo de Respuesta Rápida para supervisar posibles crisis.

El pacto llega justo cuando Tokio se prepara para explotar las reservas submarinas de tierras raras descubiertas frente a las costas de Minamitorishima, un yacimiento que los científicos definen como “semiinfinito” por su extensión. Washington contribuirá con fondos y tecnología al inicio de las operaciones de extracción previstas para el 2026.

Además, un comité tecnológico bilateral armonizará inversiones en astilleros y componentes navales, mientras el nuevo Acuerdo de Prosperidad Tecnológica impulsará la colaboración en inteligencia artificial, computación cuántica y exploración espacial.

 

El presidente Donald Trump y Sanae Takaichi en Japón, EFE/EPA/KIYOSHI OTA / BLOOMBERG POOL.

 

En el plano estratégico, la “Dama de hierro” nipona sorprendió al anunciar que el gasto militar alcanzará el 2% del PIB ya en este ejercicio fiscal, es decir, dos años antes de lo previsto. La aceleración eleva el presupuesto de defensa por encima de 43 billones de yenes, una mutación histórica para un país que aún convive con las sombras constitucionales del pacifismo. Los nuevos fondos redefinirán los tres pilares de seguridad nacional y permitirán ampliar la capacidad ofensiva, desde misiles de largo alcance Tomahawk hasta redes de defensa cibernética. “Los riesgos en el Indo‑Pacífico ya no son abstractos”, dijo Takaichi. “Responderemos con proporción y previsión”.

Trump celebró la medida, aunque advirtió que el estándar global será del 5%. Su tono, mitad elogio, mitad presión, dejó claro que la alianza sigue estructurada sobre asimetrías calculadas.

El gesto culminante fue la inspección conjunta del portaaviones nuclear USS George Washington en la base naval de Yokosuka, convertida por unas horas en icono visual de la nueva correlación del Pacífico.

Entre los movimientos más discretos del viaje, pasó casi inadvertido el nombramiento de Kevin Kim como encargado de negocios interino de Estados Unidos en Seúl. Artífice de las cumbres con Kim Jong‑un en el 2018 y el 2019, su regreso sugiere un intento de reabrir canales con Pyongyang.

Durante el vuelo a Tokio, Trump declaró que “no descarta una reunión”. “Si el líder norcoreano quiere hablar, yo estaré en Corea del Sur”, aseguró, dejando abiertas las puertas a un encuentro imprevisible.

 

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