Trump escala con el envío de un portaaviones y una oleada de ataques que ya dejan decenas de asesinatos, una ofensiva militar sin el visto bueno del Congreso estadunidenses
La Casa Blanca ha puesto en marcha una vasta operación militar contra el narcotráfico en Sudamérica al margen de su propio Congreso. La campaña, que se desarrolla sin ninguna autorización parlamentaria explícita, ha generado una considerable inquietud entre los legisladores estadounidenses, quienes cuestionan la base legal de unas acciones de semejante envergadura y los límites del poder ejecutivo para llevarlas a cabo, informó el diario La Razón.
De hecho, esta ofensiva se ha materializado en una serie de intervenciones cada vez más intensas. Desde el pasado septiembre, las fuerzas norteamericanas han ejecutado hasta 10 ataques contra embarcaciones sospechosas de transportar droga, operaciones que se han saldado con un balance de al menos 43 muertos.
La actividad militar no solo ha visto cómo un ritmo que se ha acelerado en las últimas semanas, sino que también ha expandido su radio de acción hasta las aguas del Océano Pacífico oriental.
En ese contexto, la demostración de fuerza ha alcanzado un nuevo nivel con el anuncio del despliegue en la zona del más moderno de sus buques, el portaaviones USS Gerald R. Ford, que navegará acompañado de su completo grupo de ataque.
Se trata de un movimiento que representa una notable escalada en la ofensiva de Washington para interrumpir las actividades ilícitas que, según el gobierno, emanan del continente sudamericano. Este despliegue masivo contrasta con los debates sobre el futuro de su aviación embarcada, ya que el programa del avión de combate F-35 vuelve a estar en peligro por posibles recortes presupuestarios.
Asimismo, el Gobierno del presidente Donald Trump ha endurecido su discurso de forma paralela a sus acciones.
La Administración ha llegado a calificar a los cárteles de la droga como “combatientes ilegales”, una designación que, tal y como han publicado en Defense News, traza un paralelismo directo con la guerra contra el terrorismo. Este cambio de estatus se ha materializado en ataques como el perpetrado contra un barco del Tren de Aragua, una banda criminal previamente designada como organización terrorista por Estados Unidos.
Para hacer frente a estas nuevas amenazas designadas, Estados Unidos ha desarrollado drones kamikazes, adaptando tácticas vistas en otros conflictos para este tipo de enfrentamientos.
