Venezuela acusa al país insular de servir a los intereses de Washington para derrocar a Nicolás Maduro
Trinidad y Tobago ha fortalecido su acercamiento con Estados Unidos en el marco del despliegue militar ordenado por el presidente Donald Trump en el mar Caribe, una decisión que ha provocado la reacción airada del gobierno de Venezuela, que la considera una muestra de “subordinación” a los intereses estadunidenses y un intento de desestabilizar al presidente Nicolás Maduro, informó la agencia EFE.
Ambos países, separados por apenas 11 kilómetros en su punto más cercano, comparten el golfo de Paria, una zona estratégica que ha sido históricamente utilizada para la migración y el contrabando, pero donde el aumento de la presencia militar está dificultando los desplazamientos marítimos.
Caracas calificó los ejercicios militares estadunidenses en aguas trinitenses como una provocación, dada su proximidad con territorio venezolano, en respuesta, el Ministerio de Asuntos Extranjeros de Trinidad y Tobago defendió que las maniobras tienen fines antinarcóticos y no buscan hostilidades contra ningún país vecino.

Sin embargo, el presidente Nicolás Maduro ordenó la suspensión inmediata de los acuerdos de cooperación en materia de gas con Trinidad y Tobago, denunciando una amenaza directa por parte de la primera ministra trinitense, Kamla Persad-Bissessar.
El conflicto escaló, cuando la Asamblea Nacional de Venezuela, de mayoría oficialista, declaró a Persad-Bissessar persona non grata, acusándola de formar parte de un plan sistemático para agredir la soberanía y la autodeterminación del pueblo venezolano.
Según el analista Mariano de Alba, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres, las relaciones entre Puerto España y Caracas atraviesan uno de sus momentos más tensos.
“En los últimos meses, Trinidad y Tobago se ha mostrado más dispuesto a abandonar la neutralidad que mantenía antes, cuando la relación con Venezuela era más pragmática y se centraba en obtener licencias de Washington para explotar yacimientos de gas”, explicó De Alba.
La primera ministra Persad-Bissessar ha acordado con Washington medidas conjuntas para impedir que el gas natural del Caribe beneficie económicamente al gobierno venezolano. Además, ha estrechado la cooperación energética con Guyana, Granada y Surinam, lo que refuerza el eje regional alineado con Estados Unidos.

De Alba recordó que no es la primera vez que Estados Unidos despliega fuerzas militares temporalmente en el Caribe, evocando los ejercicios realizados en Panamá antes de la invasión de 1990 que terminó con el derrocamiento del presidente Manuel Antonio Noriega.
Aunque el experto aclaró que el actual ejercicio militar estadounidense en aguas trinitenses no viola el principio de no intervención, ya que cuenta con el consentimiento del país anfitrión, advirtió que la operación incrementará la tensión regional.
“Es la autorización de un país como plataforma logística para intimidar militarmente a otro, lo que podría generar movimientos políticos, diplomáticos y económicos en toda la región, donde hay una gran aversión a un posible conflicto armado”, señaló.
La tensión en el golfo de Paria añade un nuevo capítulo a la creciente polarización geopolítica en el Caribe, donde el aumento de la presencia militar estadunidense y la respuesta de Venezuela reavivan los temores a una crisis de seguridad y migración en una de las zonas más sensibles del continente americano.
