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Cómo la caída de Noriega influye en la política de Trump hacia Venezuela

Cómo la caída de Noriega influye en la política de Trump hacia Venezuela
Una cruenta invasión en 1989 a Panamá depuso a los militares que durante 21 años gobernaron con mano dura. Foto Archivo.

Los paralelismos entre Manuel Noriega y Nicolás Maduro son cada vez más significativos y algunos funcionarios de Trump esperan que el dictador venezolano corra la misma suerte

En diciembre de 1989, el mandato del general Manuel Noriega como dictador de Panamá estaba llegando a un final humillante. Las tropas estadunidenses habían invadido el país con la orden de capturar a Noriega y llevarlo a juicio, analiza en un extenso artículo este martes The New York Times.

Terminaron rodeando su último escondite y lo atormentaron durante 10 días con altavoces que reproducían a todo volumen canciones de bandas como Black Sabbath y Guns N’ Roses hasta que se rindió y fue esposado.

En la actualidad, mientras el presidente Donald Trump considera una acción militar en Venezuela, los paralelismos entre Noriega y Maduro son cada vez más significativos y algunos funcionarios de Trump esperan que el presidente venezolano corra una suerte similar.

Al igual que Noriega hace más de 30 años, Maduro ha sido acusado por las autoridades federales de Estados Unidos por tráfico de drogas. Y los funcionarios estadunidenses sostienen que el venezolano no es un líder extranjero, sino un criminal que debe ser “llevado ante la justicia”, como dijo recientemente el secretario de Estado Marco Rubio, afirma el Times.

La Invasión estadounidense de Panamá de 1989 fue un operativo militar del Ejército de los Estados Unidos llevado a cabo entre el 20 de diciembre de 1989 y el 31 de enero de 1990 en Panamá. Foto/Archivo

En un discurso a la nación en el que anunciaba la invasión de Panamá, el entonces presidente George H. W. Bush expuso sus motivos para actuar contra Noriega. Entre las razones estaba l existencia de un régimen dictatorial, la preocupación por la seguridad del Canal de Panamá y la creciente hostilidad hacia Estados Unidos.

Pero Bush también hizo hincapié en que Noriega era un criminal buscado. El Departamento de Justicia lo había acusado de aceptar enormes sobornos a cambio de permitir que los narcotraficantes transportaran cocaína a través de su país.

Cuando comenzó el asalto, Noriega se escondió. En un momento dado logró refugiarse en la embajada del Vaticano en Ciudad de Panamá. Los comandos de la Fuerza Delta y los tanques del ejército de Estados Unidos rodearon rápidamente el área, y aunque no podían entrar por la fuerza, exigieron su rendición.

Noriega acabó rindiéndose y fue trasladado a Florida para ser juzgado. Fue condenado y pasó el resto de su vida en prisión hasta poco antes de que muriera en un hospital panameño tras una cirugía al cerebro en el 2017.

De acuerdo al diario neoyorquino, puede que Noriega ya no esté, pero su historia no ha sido olvidada, ni por Maduro ni por los funcionarios del gobierno de Trump, muchos de los cuales han pasado años tratando de derrocar al dictador venezolano.

Imágenes de la invasión a Panamá en 1989. Foto: AFP.

La captura de Noriega fue mencionada algunas veces durante los debates del primer mandato de Trump sobre cómo lidiar con Maduro, según dos exfuncionarios de la época. El teniente general Keith Kellogg, entonces asesor de seguridad nacional del vicepresidente Mike Pence y ahora enviado presidencial a Ucrania, tuvo experiencia de primera mano en Panamá como comandante de asalto de Infantería durante la operación.

Entre las opciones que los funcionarios de Trump consideraron en ese momento se encontraban una invasión estadounidense a gran escala del país y “una operación especial más pequeña dirigida directamente contra Maduro”, escribió el exsecretario de Defensa de Trump, Mark Esper, en sus memorias del 2022, citado por el Times.

Pero las similitudes entre Panamá en 1989 y Venezuela en el 2025 son peligrosamente engañosas, advierten algunos analistas. Cualquier esfuerzo de Estados Unidos por detener o matar a Maduro, dicen, sería mucho más traicionero que la operación para acorralar a Noriega.

“Cuando la gente habla con mucha ligereza y dice: ‘Bueno, simplemente lo eliminaremos’, conviene recordar 1989”, dijo al Times Michael Shifter, profesor adjunto de la Escuela de Servicio Exterior Edmund A. Walsh de la Universidad de Georgetown, que tiene una amplia experiencia en América Latina.

“Cuando uno se enfrenta a la realidad de lo que se necesitaría, llega a la conclusión de lo descabellado que sería enviar tropas estadunidenses para cambiar el régimen en Venezuela”, añadió.

Desde el final de la Guerra Fría, los esfuerzos de Estados Unidos por derrocar a gobernantes latinoamericanos hostiles han sido en gran medida un fracaso.

“Hay paralelismos”, dijo Elliott Abrams, quien fue enviado especial de Estados Unidos para Venezuela durante el primer mandato de Trump. “Uno de ellos es que el hombre que dirige el gobierno es alguien a quien no consideramos un jefe de Gobierno legítimo. Y ambos son narcotraficantes”.

En septiembre, la fiscala general Pam Bondi dijo que Maduro era “uno de los más grandes narcotraficantes del mundo”. El líder venezolano, añadió, “no escapará a la justicia”.

Más recientemente, el representante Mario Diaz-Balart, republicano por Florida advirtió en una entrevista a finales de septiembre que Maduro podría “pudrirse en la cárcel el resto de su vida como Noriega”.

El Times opina que es posible que la magnitud del desafío disuada a Trump de emprender una acción militar importante en Venezuela. Panamá era un objetivo fácil: Un país pequeño con un ejército débil y en 1989 las tropas estadunidenses ya estaban estacionadas allí. Venezuela es unas 12 veces más grande que Panamá y tiene una población más de 10 veces superior a la de Panamá en 1989.

E incluso las insignificantes Fuerzas de Defensa de Panamá opusieron suficiente resistencia como para matar a 23 soldados estadunidenses, inclidos cuatro de los SEAL de élite de la Marina que llevaron a cabo el asalto al avión de Noriega.
Maduro también cuenta con un círculo interno de protección “altamente calificado”, dijo Abrams, con una fuerza de élite de guardaespaldas proporcionada por Cuba.

Pero, al igual que Maduro, Noriega también se mantuvo desafiante hasta el final.

Así como Noriega rechazó los esfuerzos de Estados Unidos por negociar su salida del poder, Maduro se ha negado a dimitir y, en cambio, ha ofrecido a Trump una participación estadunidense en la riqueza mineral de su país, concluye el diario neoyorquino.

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