En un conflicto con Colombia o Brasil, los sistemas de armas convencionales que tiene Venezuela serían muy útiles, pero para Estados Unidos no representan una amenaza
La llegada del USS Gerald R. Ford a aguas de Sudamérica marca un hito en las crecientes tensiones entre Estados Unidos y Venezuela, informó la cadena BBC News Mundo.
La llegada del “superportaviones” estadunidense es percibida como una escalada de la campaña militar impulsada por el presidente Donald Trump contra supuestos carteles de droga que operan en Venezuela y que ya ha cobrado la vida de más de 75 personas a bordo de lanchas y embarcaciones semisumergibles.
Sin embargo, algunos analistas afirman que también podría formar parte de una estrategia más amplia destinada a debilitar o incluso derrocar a Nicolás Maduro, cuyo gobierno es considerado como ilegítimo por Washington, después de que las elecciones presidenciales del año pasado fueran calificadas como fraudulentas por la oposición y organismos internacionales.

¿Podría el ejército venezolano comandado por Nicolás Maduro resistir a un ataque de la mayor potencia militar del mundo?
Maduro aseguró en septiembre que más de ocho millones de personas se han alistado para defender a Venezuela y ha sugerido que podría armar una milicia de ese tamaño.
Ese número es ampliamente cuestionado por expertos.
Un informe del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), afirma que Venezuela cuenta con 123,000 tropas activas, más 220,000 milicianos y 8,000 reservistas.
Aunque el ejército estadunidense supera con creces al venezolano, Caracas cuenta en teoría con material militar avanzado.
Además de cerca de 20 aviones Sukhoi que el expresidente Hugo Chávez le compró a Rusia en el 2006, Venezuela adquirió más de una decena de F-16 estadunidenses en los años 1980, cuando Caracas era un gran aliado regional de Washington.

En medio de las tensiones con Estados Unidos, Maduro aseguró a finales de octubre que Venezuela había puesto en “posiciones clave de defensa aérea” 5,000 misiles antiaéreos Igla-S de fabricación rusa.
Los Igla-S son sistemas de defensa aérea portátil de corto alcance y baja altitud con la capacidad de derribar misiles de crucero, drones, helicópteros y aviones que vuelan a baja altura.
Venezuela también cuenta con vehículos blindados chinos VN-4 y en los últimos años se convirtió en el único país sudamericano con drones armados con capacidad de ataque, que Nicolás Maduro exhibió en un desfile militar en el 2022.
Los Antonio José de Sucre 100 y 200 (ANSU-100 y 200) son drones de fabricación venezolana, que derivan de versiones modernizadas de drones iraníes.
Venezuela también ha recibido de Irán lanchas de ataque rápido Peykaap-III equipada con lanzadores de misiles antibuque.
A todo esto, se suman sistemas de misiles tierra-aire Pantsir-S1 y Buk-M2E que, según el diputado ruso Alexei Zhuravlev, primer vicepresidente del Comité de
Defensa de la Duma Estatal, fueron transportados a Caracas recientemente en aviones de transporte Il-76.
Pero mucho de ese material solo existe en teoría, según Andrei Serbin Pont, analista internacional especializado en política exterior y defensa y presidente de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (CRIES).
En medio de reportes que han sugerido que una mayor escalada incluiría ataques directos dentro de Venezuela, los sistemas de defensa antiaérea que opera el país sudamericano han cobrado mayor interés.
Venezuela también cuenta con sistemas de misiles Buk, que se encuentran desplegados alrededor de Caracas y que son más efectivos, pero tampoco sería particularmente difícil para Estados Unidos neutralizarlos, estima Serbin Pont.

Muchos analistas estiman que Maduro y su círculo se preparan para luchar una guerra de guerrillas.
El ministro de Interior de Venezuela, Diosdado Cabello, amenazó en septiembre que su país está preparado para una “guerra prolongada”.
Poco después, el gobierno de Maduro ordenó a soldados de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) enseñar a la población de comunidades pobres a usar las armas.
El exembajador James Story descarta la posibilidad de que la gente en Venezuela se una a Maduro en una campaña como esa: “Maduro no es una figura muy querida ni entre los militares ni entre la población venezolana, y por eso no creo que la gente lo siga o lo apoye en una guerra de guerrillas”.
“¡Ni siquiera consiguió cuatro millones de votos en las últimas elecciones!”, repite.
Pese a que el régimen venezolano incrementa cada vez más el tono de su discurso bélico y antiestadunidense, el analista Serbin Pont afirma que su ejército no está preparado para un conflicto.
“En un conflicto con un país vecino, Colombia o Brasil, los sistemas de armas convencionales que tiene Venezuela serían muy útiles”, añade.
Pero insiste en que para Estados Unidos no representan una verdadera amenaza.
