Es la segunda condena definitiva para el expresidente francés, quien ya cumple arresto domiciliario tras penas anteriores
El expresidente francés Nicolas Sarkozy, que gobernó Francia entre el 2007 y el 2012, sufrió un nuevo revés judicial, luego de que el Tribunal Supremo confirmara su condena a seis meses de cárcel por la financiación irregular de su campaña electoral del 2012, marcando la segunda condena definitiva en su historial judicial.
Aunque la sentencia abre la posibilidad de cumplir la pena bajo arresto domiciliario, sus abogados señalaron que Sarkozy sigue clamando inocencia, aunque acata la decisión, y se reservan el derecho a recurrir ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en Estrasburgo.
Esta condena se suma al daño reputacional ya sufrido por Sarkozy, primer expresidente francés en portar un brazalete electrónico tras una condena por corrupción y tráfico de influencias, y primer mandatario en ingresar en prisión de manera preventiva en octubre pasado por la financiación libia de su campaña de 2007.
Ese caso, que será juzgado en apelación en marzo, implica una pena de cinco años de cárcel y ha tenido un fuerte impacto político, al cuestionar la legitimidad de su llegada al Elíseo con fondos del régimen de Muamar Gadafi.
En el caso confirmado, los tribunales determinaron que Sarkozy es responsable último de los gastos excesivos de su campaña, que casi duplicaron los límites legales, alcanzando $49 millones mediante un entramado de falsas facturas, pese a lo cual perdió la elección ante el socialista François Hollande.
La pena original de un año de cárcel en el 2021 fue reducida a seis meses en el 2024 por Apelación, y ahora ratificada por el Supremo.
El historial judicial de Sarkozy no termina aquí, en marzo volverá a comparecer por la financiación libia, y también está imputado en un caso por tratar de influir sobre un testigo, en el que figura su esposa, Carla Bruni.
Además, sigue bajo investigación en otros escándalos, como la atribución del Mundial 2022 a Catar y presuntos cobros de comisiones del lobby ruso, manteniendo la figura del expresidente en el centro de la atención judicial y mediática francesa.