Se le dio por muerto en el 2019, pero se encuentra en Afganistán bajo la protección de los talibanes
La reciente aparición en video de Hamza bin Laden, hijo de Osama bin Laden, subraya la capacidad de resistencia de Al Qaeda y su capacidad para proyectar continuidad tras la muerte de Ayman al-Zawahiri. Aunque la grabación se realizó hace meses y no contenía metadatos, la afirmación de Hamza de estar en Afganistán, sumada a los informes de las Naciones Unidas sobre la arraigada infraestructura de Al Qaeda, indica una intención tanto simbólica como operativa, informó el diario La Razón.
Su trayectoria personal, desde su exposición infantil a redes yihadistas hasta su preparación como sucesor, refuerza la narrativa de la sucesión generacional dentro de Al Qaeda, según un informe publicado por HST.
Esta reaparición no es un hecho aislado. Se enmarca en un patrón más amplio de intentos de Al Qaeda por demostrar continuidad a pesar de la pérdida de liderazgo.
Hamza bin Laden nació en 1989 en Yida, Arabia Saudita. Su madre, Khairiah Sabar, fue una de las esposas de Osama bin Laden y una figura influyente en la familia. Hamza creció en un entorno impregnado de ideología yihadista, apareciendo en vídeos relacionados con los talibanes de niño y siendo preparado para un papel en el movimiento desde muy joven.
Tras los atentados del 11-S, Hamza y otros familiares estuvieron detenidos en Irán hasta 2010, y luego fueron liberados mediante un intercambio de prisioneros. Tras la muerte de Osama bin Laden en el 2011, Hamza estudió textos religiosos en Qatar antes de volver a vincularse con Al Qaeda alrededor del 2015.
Entre el 2015 y el 2018, Hamza múltiples mensajes de audio y video instando a ataques contra Estados Unidos, Europa, Israel y Arabia Saudita. Su retórica era más aguda y agresiva que la de Zawahiri, atraía a militantes más jóvenes. La inteligencia occidental lo apodó el “Príncipe Heredero del Terror”, considerándolo un posible jefe de Al Qaeda.
En 2019, funcionarios estadounidenses anunciaron su muerte en una operación antiterrorista. Sin embargo, informes posteriores, incluidos los de 2024, sugieren que sobrevivió y se encuentra activo en Afganistán.
El papel simbólico de Hamza no se limita a su linaje, sino que también contribuye a superar las brechas generacionales. Su presencia mantiene la legitimidad ideológica y el atractivo para el reclutamiento a lo largo de las décadas, garantizando que Al Qaeda siga siendo relevante para los grupos demográficos más jóvenes, subraya.
Según el Equipo de Apoyo Analítico y Vigilancia de las Sanciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Al Qaeda mantiene ocho campos de entrenamiento en Afganistán. Cuatro de ellos están ubicados específicamente en las provincias de Parwan, Ghazni, Laghman y Uruzgan. Se ha identificado un depósito de armas en el valle de Panjshir, una región históricamente resistente al control talibán.
Informes del 2024 sugirieron que Al Qaeda se expandió a doce campamentos y cinco madrasas, y que Hamza presuntamente operaba desde Jalalabad bajo la protección de los talibanes.
La fase post-Zawahiri, con la reaparición de Hamza, introduce una dinámica diferente. Hamza encarna el carisma y el linaje. Representa un puente generacional, capaz de atraer a militantes jóvenes, manteniendo al mismo tiempo el peso simbólico del legado de su padre, añade.
Saif al-Adel, a menudo mencionado como posible líder de Al Qaeda, representa un perfil técnico y militar más que simbólico.