Mohammadi explicó que fue golpeada y amenazada por elementos conocidos como “fuerzas de acción autónoma”
La premio Nobel de la Paz iraní Narges Mohammadi denunció, desde el lugar donde se encuentra detenida, que durante su arresto el viernes recibió duros golpes con porras en la cabeza y el cuello y que fue amenazada de muerte, informó el diario La Razón.
En un comunicado publicado en la cuenta de X de la activista a última hora del domingo, su familia anunció haber recibido una llamada telefónica breve de Mohammadi, después de tres días, en la que dijo haber sido atacada y golpeada con porras en el cuello y en la cabeza durante su arresto en la ciudad nororiental de Mashad, en medio de la ceremonia fúnebre del abogado de derechos humanos Khosrow Alikordi.
“Al mismo tiempo que era golpeada, fue amenazada y le dijeron: ‘Vestiremos de luto a tu madre’”, reza el comunicado.
Mohammadi explicó que fue golpeada y amenazada por los mismos elementos conocidos como “fuerzas de acción autónoma” que, meses atrás, a través del Ministerio de Inteligencia en Teherán, ya habían advertido a sus abogados que tenían la intención de llevar a cabo su “eliminación física”.

Debido a la intensidad de los golpes, la activista indicó que fue trasladada a urgencias en dos ocasiones, por lo que pidió a su equipo de abogados que “presentaran de inmediato y sin demora una denuncia formal contra el organismo de seguridad responsable de su detención”.
Mohammadi comunicó también que la han acusado de “colaborar con el Estado de Israel”, un cargo por el que la justicia iraní puede condenar a muerte.
La premio Nobel de la Paz del 2023 fue detenida el viernes junto con decenas de activistas más, entre ellos Sepideh Gholian, Asadollah Fakhimi, Akbar Amini, Hasan Bagherinia, Abolfazl Abri, Pouran Nazemi, Hasti Amiri y Aliyeh Motalebzadeh.
Las autoridades iraníes informaron más tarde que habían detenido a 39 personas por “comportamientos que vulneraron las normas” al término de una ceremonia fúnebre en Mashad.
Mohammadi, de 53 años, se encontraba en libertad condicional y, a finales de noviembre, denunció públicamente que las autoridades iraníes le habían prohibido de forma “permanente” salir del país y que no le emitían pasaporte para poder visitar a sus dos hijos, a quienes no ve desde hace 11 años.
