El pueblo de pan de jengibre más grande del mundo vuelve estas Navidades con 700 casitas inspiradas en la diversidad y los iconos de la Gran Manzana
Con 700 casitas y locales tallados uno a uno, el célebre GingerBread Lane, considerado el pueblo de pan de jengibre más grande del mundo, regresa estas Navidades a Nueva York convertido en un detallado y dulce homenaje a la ciudad, informó la agencia EFE.
Entre aromas azucarados y miradas de asombro, el paisaje galletero reproduce iconos urbanos como un taxi amarillo, un tramo de la Quinta Avenida, los almacenes Macy’s de la calle 34 e incluso un restaurante halal, todo elaborado en versión comestible.
La exposición anual, que este año rinde tributo a la Gran Manzana, reúne cientos de construcciones en miniatura hechas con galleta de jengibre, glaseado y dulces.
Entre los detalles más reconocibles se encuentran las bocas de metro, una tienda de donuts, la avenida más filmada del mundo, cascanueces clásicos y los inconfundibles taxis amarillos que recorren la ciudad.

El GingerBread Lane también refleja la diversidad cultural y gastronómica de Nueva York. Junto al restaurante halal, aparecen guiños a la comunidad judía, una de las más numerosas fuera de Israel, con una tienda de bolas de matzá y un dreidel, la tradicional peonza asociada a Janucá.
Detrás de esta monumental obra está Jon Lovitch, quien ostenta el récord Guinness desde el 2013 como creador del pueblo de jengibre más grande del mundo. Aquella edición histórica requirió unos 300 kilos de masa de jengibre casera, otros 300 kilos de dulces y cerca de 1,700 kilos de glaseado.
“He estado haciendo pueblos de pan de jengibre durante 32 años y este es el décimo año que lo hago como mi trabajo a tiempo completo”, explica Lovitch, exchef ejecutivo de hoteles en Nueva York que en el 2016 decidió dejar su carrera para dedicarse por completo a estas creaciones. “Me encanta hacer feliz a la gente. La mejor parte es ver las sonrisas cuando vienen a verlo”, añade.

Lovitch trabaja en sus pueblos de jengibre durante todo el año, almacenando las piezas en el sótano de su apartamento en Queens, donde tiene su taller.
Incluso antes de que termine la exposición actual, ya comienza a planear la siguiente, “Con el GingerBread Lane 2025 aún en exhibición, ya empezaré a trabajar en el del 2026. En noviembre y diciembre casi no duermo”, confiesa.
Aunque Nueva York es el escenario principal, no es el único. Este año, las creaciones de Lovitch también se exhiben en Boston, Chicago, Washington D.C. y Houston, tras un proceso de selección que describe como uno de los más complejos del año.
El pueblo galletero del 2025 ocupa unos 25 metros cuadrados y puede visitarse de forma gratuita en el vestíbulo del edificio multifuncional Starrett-Lehigh, en el barrio de Chelsea, en Manhattan.
Aunque no se permite tocar la instalación, los visitantes se llevan consigo una experiencia sensorial única, marcada por el inconfundible olor a Navidad que desprende esta monumental ciudad de pan de jengibre.
