Un correo interno del Departamento de Justicia detalla trayectos en los años 90 y expone tensiones políticas por la difusión incompleta del expediente
La publicación de 8,000 nuevos documentos del caso Jeffrey Epstein volvió a sacudir la política estadunidense y reavivó las sospechas sobre posibles encubrimientos en torno a los vínculos del fallecido financista con figuras poderosas, informó el diario La Nación.
Entre los archivos difundidos esta semana por el Departamento de Justicia aparece un correo interno que sostiene que Donald Trump viajó en el jet privado de Epstein “muchas más veces de lo que se había informado previamente”, incluyendo trayectos en los que también habría estado presente una mujer de unos 20 años.
El correo electrónico, fechado el 7 de enero del 2020 y enviado por un fiscal del distrito sur de Nueva York, indica que Trump figura como pasajero en al menos ocho vuelos entre 1993 y 1996, cuatro de ellos junto a Ghislaine Maxwell, la excolaboradora de Epstein condenada en el 2021 por tráfico sexual.
En uno de esos vuelos de 1993, según el mensaje, los únicos pasajeros registrados fueron Epstein y Trump; en otro, viajaron ambos junto a una mujer de unos 20 años cuyo nombre aparece tachado en los documentos.

Los fiscales subrayan que la mera mención de nombres en estos archivos no constituye una acusación ni prueba de delito y que no hay indicios de que la mujer citada en los registros haya sido víctima de un crimen.
El propio correo interno explica que la información fue compartida para evitar “sorpresas” en el marco de la causa contra Maxwell y que algunos de los pasajeros mencionados podrían haber sido considerados potenciales testigos, no sospechosos.
En línea con esa aclaración, el Departamento de Justicia advirtió en un comunicado que acompañó la publicación que parte del material difundido incluye “afirmaciones falsas y sensacionalistas” presentadas ante el FBI poco antes de las elecciones presidenciales del 2020, entre ellas denuncias dirigidas contra Donald Trump.
Según el organismo, esas acusaciones fueron evaluadas en su momento y resultaron “infundadas y falsas”.
“El punto debe quedar claro: Las afirmaciones carecen de sustento y, de haber tenido el más mínimo valor probatorio, ya habrían sido utilizadas políticamente contra el presidente Trump”, sostuvo el Departamento de Justicia en un mensaje publicado en la red social X.

Aun así, remarcó que decidió difundir los documentos en cumplimiento de la ley y en nombre de la transparencia, aplicando las protecciones legales correspondientes para las víctimas de Epstein.
La última divulgación se inscribe en una nueva tanda de más de 8,000 documentos que el Departamento de Justicia puso en línea esta semana, luego de haber publicado días antes otro paquete con escasas referencias al actual presidente. En total, el organismo habilitó alrededor de 11,000 enlaces, aunque varios de ellos no conducían a ningún contenido, un aspecto que volvió a alimentar las críticas sobre el proceso.
El cronograma responde a la Ley de Transparencia de los Archivos de Epstein (EFTA), aprobada casi por unanimidad en el Congreso y promulgada en noviembre, que obliga al gobierno a divulgar todos los documentos no clasificados vinculados al caso. Sin embargo, organizaciones de víctimas advirtieron que solo se hizo pública una “fracción” del material y cuestionaron el nivel de censura aplicado, al que calificaron como “anómalo y extremo”.
En el plano político, los copatrocinadores de la ley -el demócrata Ro Khanna y el republicano Thomas Massie- advirtieron que podrían impulsar cargos por desacato contra la fiscal general Pam Bondi si el Departamento de Justicia no cumple plenamente con la norma. “Debe dejar de proteger a los hombres ricos y poderosos que no fueron acusados”, reclamó Khanna, al exigir la difusión de documentos específicos aún reservados.
La presión se intensificó este lunes, cuando el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, presentó una resolución en la que pidió iniciar acciones legales contra la administración. “Es claramente una operación de encubrimiento”, afirmó, en una de las críticas más duras desde la oposición.
Desde el gobierno, el fiscal general adjunto Todd Blanche atribuyó los retrasos a la necesidad de proteger la identidad de más de 1,000 víctimas y rechazó que se esté encubriendo al presidente. También recordó que Trump mantuvo una amistad con Epstein durante al menos 15 años, antes de distanciarse de él a comienzos de los años 2000.
Durante la campaña del 2024, Trump se había mostrado a favor de hacer públicos los archivos del caso. Ya en el poder, sin embargo, cambió de tono y calificó el escándalo como una “farsa” impulsada por los demócratas. Incluso se mostró visiblemente molesto ante las preguntas de la prensa. “Esto es una manera de desviar la atención de los enormes logros del Partido Republicano”, dijo esta semana desde Mar-a-Lago.
El presidente insiste en que no tuvo conocimiento de los delitos de Epstein, que lo expulsó de su club en Florida por considerarlo un “creep” (“depravado”) y que no enfrenta ninguna acusación vinculada a la red de abuso sexual.
Más allá de Trump, los nuevos documentos incluyen múltiples referencias a otras figuras públicas, entre ellas el expríncipe Andrés Mountbatten-Windsor, para quien el Departamento de Justicia elaboró un memorando de 22 páginas solicitando colaboración a las autoridades británicas con el fin de entrevistarlo como testigo material.
El material difundido incluye además videos y audios inéditos, como registros de vigilancia de agosto del 2019, cuando Epstein fue hallado muerto en su celda en una cárcel federal. Su fallecimiento fue declarado suicidio, aunque el caso sigue rodeado de teorías conspirativas. Entre los correos internos figuran intercambios sobre evaluaciones psicológicas, decisiones de alojamiento y debates previos a su muerte.
Lejos de cerrar el capítulo, la publicación fragmentaria de los archivos, su retiro temporal del sitio oficial y el alto nivel de censura mantienen viva la sospecha de que aún hay información sensible sin revelar.
Mientras tanto, la reiterada aparición del nombre de Trump en documentos internos vuelve a exponer sus antiguos vínculos con Epstein, aunque sin aportar pruebas de conducta criminal.
Así, el nuevo paquete de archivos no logró clausurar uno de los escándalos más persistentes de la historia reciente de Estados Unidos, sino que reavivó la presión política y social para que el gobierno libere la totalidad del material prometido y despeje, de una vez, las dudas que siguen rodeando al caso Epstein.
