El mercado para nuestros datos digitales podría parecer un trato disparejo.
Todos creamos puntos valiosos de información cada vez que tocamos una pantalla o presionamos una tecla: los clics, las búsquedas, los me gusta, las publicaciones, las compras y más. Los entregamos por voluntad propia a cambio de servicios gratuitos. Sin embargo, la ganancia económica más grande va para los gigantes tecnológicos como Google y Facebook. Su riqueza corporativa se basa en cosechar y comercializar la información que proveen las multitudes en línea.
“Imagina si General Motors no pagara por su acero, su caucho o su vidrio: sus insumos”, comentó Robert Shapiro, un economista que hace poco realizó un análisis sobre el valor de los datos. “Así pasa con las grandes empresas de internet. Es un gran negocio”.
No obstante, hay un conjunto de personas cada vez más grande que buscan maneras de alterar ese arreglo. Es un grupo dispar de académicos, economistas, tecnólogos y legisladores, cuyas posturas políticas van desde ser liberales moderadas hasta conservadoras en favor del libre mercado.
Están buscando por diferentes vías. Algunos han hecho investigaciones a fin de poner un valor a los datos personales, como un mecanismo para aportar información al debate público en torno a la manera de negociar un mejor acuerdo para el proletariado virtual. Otros proponen reconocer la información como un activo comerciable o como mano de obra, a fin de ayudar a crear un mercado eficiente para los datos y retribuir una mayor riqueza digital a los individuos y la sociedad.
El mes pasado, Mark Warner, senador demócrata de Virginia, propuso, junto con otro senador, un proyecto de ley que exigiría que las grandes empresas de internet informen de manera regular a sus usuarios sobre los datos personales que recaban y que divulguen el valor de esos datos.
“No estoy convencido de cuál debería ser la estrategia”, comentó Warner, quien fue inversionista del sector tecnológico y es un crítico frecuente de los gigantes de esa industria. “Pero el estado actual de inmenso desequilibrio de poder no puede seguir así”.
El aumento de los llamados a favor de un mejor acuerdo sobre los datos llega durante una escalada de las reacciones negativas en contra de las grandes empresas tecnológicas y el manejo que le dan a la información de los usuarios. Legisladores y reguladores de varios países están investigando el poder en el mercado de las empresas, su papel como guardianas de la comunicación y su manejo de los datos, en especial cuando no protegen la privacidad de los usuarios.
El 24 de julio, Facebook accedió a establecer nuevas capas de supervisión y a pagar una multa récord por las violaciones a la privacidad. También reconoció que está siendo investigada por la Comisión Federal de Comercio por cuestiones antimonopólicas. Además, el 23 de julio, el Departamento de Justicia mencionó que iba a comenzar a examinar el dominio sobre el mercado de los gigantes del internet para determinar si habían buscado suprimir a la competencia.
No todo el mundo está de acuerdo con que sea un mal negocio para los consumidores que los servicios gratuitos se paguen con publicidad y datos. Tan solo en Estados Unidos, se calculó que el beneficio al consumidor por tener servicios gratuitos de internet fue de más de 100.000 millones de dólares, de acuerdo con un artículo de 2012 cuyo coautor fue Erik Brynjolfsson, un economista de la Escuela de Administración Sloan del Instituto Tecnológico de Massachusetts.
Esa cifra sería mucho más alta en la actualidad, debido al crecimiento de las ofertas en línea. “En efecto, los consumidores reciben una enorme cantidad de valor gracias a esos servicios”, mencionó Brynjolfsson.
No obstante, los defensores de un nuevo acuerdo en torno a los datos están ganando impulso a medida que se sabe más sobre el uso que dan las grandes empresas de internet a la información personal.
Por ejemplo, darles información a Google, Facebook o Amazon no es solo una señal de interés o preferencia, sino también la materia prima para focalizar anuncios, guiar el comportamiento en línea y capacitar sistemas de inteligencia artificial como el reconocimiento facial.
A menudo, los consumidores no están al tanto de los muchos usos que se les dan a sus datos. Hasta ahora, la preocupación por la privacidad ha sido el objetivo principal del escrutinio. Sin embargo, la atención de los legisladores está comenzando a posarse en la concentración de la riqueza de datos en las manos de unas pocas empresas.
Un objetivo de la legislación que presentaron el mes pasado Warner y el senador republicano de Misuri, Josh Hawley, es “que los consumidores tengan idea del valor de los datos que están dando”, explicó Warner.
Calcular el valor de los datos personales es complicado. Los estimados varían mucho, dependiendo de las suposiciones. El estudio reciente de la consultoría de Shapiro tomó en cuenta varios factores, entre ellos el declive en la eficiencia de la publicidad en línea cuando la gente opta por no participar en la recolección de datos.
El estudio calculó que el beneficio corporativo que produjo la recolección de datos personales de los estadounidenses en línea —principalmente para las grandes empresas tecnológicas— fue de 76.000 millones de dólares en 2018 y esa cantidad aumentará de forma drástica en el futuro.
Si el gobierno recaudara una cuota del 50 por ciento a las empresas que usan los datos personales de los estadounidenses, según Shapiro, podría representar una contribución significativa para reconstruir la infraestructura de la nación o apoyar programas de seguridad social. Si se les pagara a los usuarios individuales, habría sido equivalente a un cheque de 122 dólares por persona el año pasado. El estudio corrió a cargo de Future Majority, un centro de investigación que trabaja para el Partido Demócrata.
La gente encargada de formular políticas está haciendo lo posible para encontrar la manera de que las acciones del gobierno y las fuerzas del mercado se empleen para controlar el poder de los gigantes tecnológicos que se alimentan de los datos.
En Canadá, Michelle Rempel, una integrante conservadora del parlamento que representa a Calgary, duda que alguna vez los reguladores gubernamentales tengan la capacidad de seguir el paso de las empresas tecnológicas más grandes, pues estas cuentan con una experiencia y una cantidad de recursos mucho mayores. Según Rempel, el gobierno tendrá que intervenir, pero más como un diseñador de reglas básicas que como un regulador. “La meta debería ser ayudar a construir un mercado justo para los datos”, propuso Rempel.
De acuerdo con legisladores, esas reglas para construir el mercado incluyen derechos de propiedad definidos para que los individuos controlen sus datos y requisitos de que las empresas permitan que los datos personales se puedan enviar con facilidad a otros servicios a solicitud del consumidor. Según ellos, estas medidas podrían abrir la puerta a una próspera comunidad de creadores de mercados de datos, que agrupen los datos de las personas y negocien las ventas.
En este momento, ya hay algunas empresas emergentes que se encargan de recolectar, asegurar y vender datos personales de manera voluntaria, como Meeco y UBDI (Universal Basic Data Income). Suelen emplear la tecnología de la cadena de bloques por seguridad y para controlar el acceso a la información. Aunque suenan muy prometedoras, hasta ahora son empresas emergentes novatas, sin muchos usuarios ni datos.