SÍDNEY — Durante años, los yacimientos vírgenes de la reserva de carbón en el noroeste de Australia fueron codiciados por Adani, el gigante industrial indio.
En junio las autoridades australianas autorizaron que la compañía realizara tareas de extracción en la reserva, con lo que no solo estaban recompensando su cabildeo y sus gestiones políticas, sino que también generaban las condiciones para que Adani implementara su gran plan de crear una cadena de suministro de carbón a lo largo de tres países.
El carbón de la operación australiana, conocida como el proyecto Carmichael, sería transportado a la India, donde la empresa está construyendo una nueva planta de energía valorada en casi 2000 millones de dólares para generar electricidad. Esa energía se vendería a la nación vecina de Bangladés.
La victoria de Adani en Australia ayuda a garantizar que durante años, si no es que décadas, el carbón siga formando parte de la economía y las vidas de esos tres países que, en conjunto, albergan a un cuarto de la población del mundo. Esto sucede a pesar de que diversos científicos han advertido que reducir la combustión de carbón es esencial para evitar los peores efectos del cambio climático.
La historia de Adani y su proyecto australiano muestra por qué el mundo sigue quemando carbón a pesar de los grandes riesgos que implica, y aunque métodos alternativos como el gas natural, la energía eólica y la solar tengan precios más bajos.
El carbón está sufriendo un declive drástico en los países más ricos, entre ellos Estados Unidos y las naciones de Europa occidental, principalmente debido a la competencia de esas fuentes alternativas de energía. Sin embargo, en Asia está creciendo el uso de carbón, la principal fuente de energía. Eso se debe a que es abundante, la demanda es enorme y hay menos alternativas.
El apoyo gubernamental también ha sido clave para la supervivencia del carbón. Según un estudio del Overseas Development Institute y otras dos organizaciones, en los países del G20 los subsidios destinados a plantas de energía impulsadas por carbón casi se han triplicado en años recientes. En los países adinerados, eso ha permitido que el carbón se siga utilizando. En las naciones en vías de desarrollo, eso implica que el negocio del carbón siga prosperando.
El Grupo Adani es un extenso conglomerado valorado en unos 14.000 millones de dólares que tiene intereses en la industria de la energía, el desarrollo agrícola, los bienes raíces y la defensa, entre otros sectores, y aprovechó su perspicacia en los negocios y la política para lograr el respaldo del gobierno indio con el fin de construir su más reciente planta de energía impulsada por carbón.
Gautam Adani, el fundador de la compañía, dice que las críticas sobre el uso de carbón no son justas. “India no tiene alternativa”, dijo en una entrevista hace poco en la sede de la empresa en Ahmedabad, India. Adami cita aspectos como la asequibilidad y la confiabilidad del carbón, y sostiene que es indispensable para satisfacer las demandas de energía de los grandes países en vías de desarrollo.
“Estos son los últimos momentos de la industria de los combustibles fósiles, y están aprovechando todo el capital político que tienen para atacar”, comentó Rachel Cleetus, directora de políticas públicas del grupo Union of Concerned Scientists. “Mientras tanto, estamos viendo el impacto en el clima”.
Una ‘gran oportunidad’ para Australia
Desde su sede en Ahmedabad, Adani estudió la política del segundo estado más grande de Australia, Queensland, ubicado a 6000 kilómetros de distancia. Entonces, cuando se convocó a una elección nacional en Australia para mayo de este año, su equipo entró en acción.
Los representantes de la empresa les dijeron a los habitantes de las zonas rurales de Queensland que podrían obtener ventajas si se abría el acceso a la cuenca Galilee, la enorme veta carbonífera que el Grupo Adani quería explotar.
La extracción de carbón ha enriquecido a Australia durante décadas. Los mercados dispuestos en las economías asiáticas de veloz crecimiento y necesitadas de energía han hecho del carbón una de las exportaciones más grandes del país, y tradicionalmente ha disfrutado del respaldo de la mayoría de los principales partidos políticos.
No obstante, la concientización sobre el cambio climático ha hecho que el carbón sea un tema controversial en la política australiana a lo largo de la última década.
En el periodo previo a estas elecciones, el país se vio azotado por olas de calor, sequías e incendios de matorrales vinculados al cambio climático, y las encuestas de opinión pública revelaron que la mayoría de los electores querían que se impusieran medidas gubernamentales más estrictas. En respuesta, los políticos conservadores advirtieron que alejarse del carbón de manera abrupta le resultaría muy costoso a la economía, y que la zona de extracción de carbón, al noroeste de Australia, perdería muchos empleos.
El proyecto Carmichael se convirtió en el símbolo de esa división.
Sin embargo, antes de que se convocara a la elección en abril, el gobierno federal envió una señal a quienes estaban del lado del carbón. Aprobó el plan de aguas subterráneas de Adani para el sitio de Carmichael, aunque la agencia científica nacional había descrito la propuesta como un proyecto “sin la solidez suficiente”. La Australian Broadcasting Corp. informó que el gobierno se había apoyado en la agencia científica para acelerar su revisión del plan.
Cuando la votación se efectuó el 18 de mayo, no fue una elección decisiva para el cambio climático, como algunos habían pronosticado. Los australianos, especialmente en la zona de extracción de carbón, votaron a favor de mantener en el poder a la actual coalición conservadora.
Un último obstáculo era que Queensland aprobara el plan de la compañía de monitorear los frágiles ecosistemas que dependen de varios acuíferos cerca de la veta de carbón. Los expertos independientes advirtieron a los funcionarios estatales que la mina podría secar permanentemente un manantial natural, el Doongmabulla, considerado sagrado por las personas indígenas de la zona. Hasta el 6 de junio, los expertos les pidieron a las autoridades que no se apresuraran en su decisión. El efecto, dijeron, podría ser “irreversible”.
Sin embargo, una semana más tarde, Queensland aprobó el plan. La mina de Carmichael podía construirse a partir de ese momento.
Adani usó Twitter para agradecerles a los legisladores en Australia “por creer en la visión de Adani de fortalecer la seguridad energética de India y crear oportunidades para los australianos”.
‘Proporciona suficientes subsidios y cualquier cosa puede ser viable’
A nivel mundial, el carbón enfrenta poderosos factores adversos. La energía renovable se está volviendo más barata conforme se desarrolla. En todo el mundo, los inversionistas privados se están alejando de los nuevos proyectos. Al mismo tiempo, los funcionarios de salud pública cada vez están más alarmados ante la posibilidad de que la contaminación del aire, incluidas las partículas peligrosas que provienen de las plantas de carbón, les reste años de vida a las personas.
“Si tan solo observáramos los costos sociales de la contaminación del aire, veríamos que el carbón es tan nocivo que, si se convirtieran en impuestos, ninguna planta de carbón tendría sentido económicamente”, explicó Anant Sudarshan, un economista de la Universidad de Chicago que estudia la política energética.
Aunque Adani aprovechó la política local para vencer esos factores adversos en Australia, la clave del éxito en India fue distinta. Ahí, la empresa ha demostrado su inusual capacidad para entablar buenos acuerdos y ha prosperado con la ayuda del Estado.
En muchos niveles, esos negocios han llegado a costa de algunas de las personas más pobres del mundo, que inhalan la contaminación que producen las centrales de carbón, beben el agua contaminada por la ceniza y, a menudo, apoyan esos proyectos con el dinero de sus impuestos.
La compañía también estableció una relación cercana con Narendra Modi, quien en 2001 se convirtió en el principal funcionario electo en Guyarat y, tres años después, fue elegido como primer ministro de India.
El Grupo Adani finalmente construyó una serie de puertos a lo largo de la costa india, lo cual le permitió proveer carbón a prácticamente cualquier parte del país. La compañía compró una mina de carbón indonesia y, en India, adquirió contratos de extracción de carbón a lo largo de miles de hectáreas de bosques vastos que antes eran intocables.
Cuando los precios del carbón aumentaron hace unos años, provocando grandes afectaciones para los productores de energía, la compañía logró una inusual concesión por parte de los reguladores indios: la capacidad de cobrarles a sus clientes más de lo que se había pactado originalmente con el gobierno.
Por su parte, la empresa argumentó que, si los costos no eran más altos, no podría operar la planta.
Sin embargo, la Dirección de Inteligencia de Ingresos de India ha acusado a la empresa de cobrarles demasiado a los contribuyentes por equipo y carbón importados. La agencia perdió un juicio en un tribunal de aduanas y ahora está apelando en un tribunal superior, donde acusa a la compañía de obstaculizar el juicio.
Uno de los más grandes impulsos para la empresa han sido las prestaciones gubernamentales asociadas con la enorme central de carbón que se está construyendo en la India, cerca de la ciudad de Godda. El carbón de la mina de Carmichael podría quemarse ahí, dicen los ejecutivos de la compañía.
El terreno de la planta, adquirido por el gobierno en un tramo de exuberantes arrozales, era el hogar de algunos de los campesinos más pobres de India.
La maquinaria pesada llegó para comenzar la construcción durante el último monzón, acompañada de la policía. Desenterraron las palmeras. Se destruyeron los arrozales y los huertos de mangos. Un video de celular tomado en ese momento muestra que las lugareñas gritaron, se pusieron los saris en la cabeza en señal de respeto y cayeron a los pies de un representante de la compañía, rogándole que no destruyera el terreno.
Poco después, se levantó un muro de concreto. Más tarde, oficinas improvisadas. A continuación, un mensaje espeluznante se envió a los lugareños que se atrevieron a manifestarse: la policía acusó a cinco hombres, que no querían ceder sus tierras, de allanamiento.
“Tienen rodeado el terreno”, dijo Balis Pandit, uno de los acusados, que migró a otra parte del país para encontrar trabajo. “No hay manera de que podamos entrar al terreno”.
Sin embargo, la planta no fue diseñada para darle electricidad a ninguna aldea india. Como lo informó el sitio noticioso indio Scroll el año pasado, la energía generada en Godda se exportará a Bangladés. La gente que vive cerca del sitio no recibirá la electricidad, sino solo la contaminación.
Modi anunció el acuerdo de exportación de energía durante una visita a Bangladés en 2015. Adani formó parte de su delegación de negocios.
Fue el último eslabón de una cadena larga, sucia y, para Adani, lucrativa. Una estrategia que, según los críticos, solo pudo lograrse gracias al apoyo del gobierno.
“Proporciona suficientes subsidios y cualquier cosa puede ser viable”, dijo Tim Buckley, un analista del Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero. “Si no hubieran tenido un trato especial en la India no habrían podido usar de manera viable el costoso carbón extraído de Australia”.