En una zona del aeropuerto internacional, desde el miércoles temprano comenzó la ronda de helicópteros que volaban hacia las zonas arrasadas del norte del archipiélago. Frente a un hangar, ambulancias esperan para transportar a los hospitales locales a los heridos que llegan a cuentagotas.
“La única forma de saber si nuestros seres queridos están bien es verlos afuera”. Martysta Turnquest está lista para esperar todo el día en el aeropuerto de Nassau para recibir tanto a su madre como a su tía evacuadas de Grand Abaco, una de las islas de Bahamas devastadas por el huracán Dorian.
En una zona del aeropuerto internacional, desde el miércoles temprano comenzó la ronda de helicópteros que volaban hacia las zonas arrasadas del norte del archipiélago. Frente a un hangar, ambulancias esperan para transportar a los hospitales locales a los heridos que llegan a cuentagotas.
Martysta, de 25 años, espera junto a sus dos primos ver una cara familiar. Los tres estudiantes, recientemente instalados en Nassau, la capital del archipiélago, casi no tienen noticias de sus familiares de Treasure Cay desde el domingo, cuando el entonces huracán de categoría 5 arrasara la zona.
“Todo lo que teníamos estaba en esta isla y ya no nos queda nada”, dice su prima Meghan Bootle, de 21 años. “Estamos tratando de hacer que evacúen a los heridos, pero los que gozan de buena salud tendrán que esperar”, dice Raevyn Bootle, de 18 años.
El raro y breve contacto con los habitantes de las zonas devastadas es por teléfono satelital, y a menudo es como un partida a tres bandas.
– “Es extremadamente estresante” –
“Anoche, la madre de Raevyn y Meghan pudo llamar a nuestra tía que vive en el estado de Washington (noroeste de Estados Unidos) que a su vez nos llamó a Nassau”, dice Martysta.
“Es extremadamente estresante, pero estamos aquí, listos para recibir a nuestros seres queridos”, subrayó.
Dorian causó daños catastróficos en las islas Ábaco y Gran Bahama, al norte del archipiélago caribeño, donde el huracán ha permanecido prácticamente inmóvil. Cayó 76 cm de lluvia y los fuertes vientos pulverizaron casas.
El saldo de muertos subió de 7 a 20 personas de acuerdo con el último registro oficial, y las autoridades esperan que siga aumentando, ya que unas 73.000 personas estaban en el camino del huracán.
Según el primer ministro de Bahamas, Hubert Minnis, quien realizó un sobrevuelo de la zona del desastre el martes, Marsh Harbour, la ciudad más grande de Ábaco, está destruida en un 60% y el aeropuerto local está bajo el agua.
El agua comenzó a bajar el miércoles, dijo un miembro de una organización de ayuda internacional que voló sobre el área.
La ayuda internacional comienza a organizarse. La Guardia Costera estadounidense envió helicópteros al archipiélago para evacuar a los enfermos, en tanto la Armada británica también participa en los esfuerzos con la entrega de kits de emergencia.
En el norte de la Gran Ábaco, “todavía hay innumerables personas que fueron reportadas como desaparecidas, las cuales no tienen acceso o no cuentan con una red móvil o con un teléfono satelital”, advierte Martysta Turnquest.