El gigantesco impacto de un asteroide en las aguas poco profundas del golfo de México hace 66 millones de años fue suficientemente malo. Pero, después, una mezcla de desastres adicionales ocurrieron a continuación: cayeron rocas del cielo, hubo incendios forestales y tsunamis inundaron líneas costeras distantes.
Fue el comienzo del fin de la era mezozoica, cuando los dinosaurios dominaban el mundo.
Científicos dieron a conocer un nuevo registro de este día de caos en Proceedings of the National Academy of Sciences el 9 de septiembre. Su cronología del primer día de la era cenozoica fue desarrollado mediante el uso de fotografía de alta resolución, microscopía, tomografía computarizada y mediciones magnéticas de cientos de metros de roca sedimentaria recientemente descubierta proveniente de Chicxulub, uno de los cráteres de impacto más grandes de la Tierra.
En 2016, investigadores perforaron a gran profundidad en aguas cercanas a la península de Yucatán y por primera vez dentro del levantamiento central, un círculo de montañas dentro del cráter.
Este nuevo estudio, dirigido por Sean P. S. Gulick, un geofísico marino de la Universidad de Texas en Austin, se enfoca en un subconjunto de estos núcleos, que son efectivamente un registro de roca sedimentaria de 130 metros de largo del primer día después del impacto del asteroide.
“Normalmente leemos registros de rocas que nos dan centímetros por miles de años”, dijo Gulick. “Tenemos 130 metros por un día”.
Los investigadores descubrieron que el primer día de la era cenozoica estuvo salpicado de cataclismos.
Cuando el asteroide cayó, temporalmente cavó un agujero de 97 kilómetros de diámetro y 32 kilómetros de profundidad. El impacto originó un tsunami que se alejaba del cráter. También catapultó rocas hacia la parte superior de la atmósfera y más allá.
“Casi seguramente algo del material habría llegado a la Luna”, dijo Gulick.
Los fragmentos más grandes cayeron de nuevo a la Tierra algunos minutos después, afirman Gulick y su equipo, salpicando el paisaje afectado con roca solidificada. Partículas más pequeñas permanecieron durante periodos más largos, y objetos de vidrio natural conocidos como tectitas, que se forman cuando la roca derretida se enfría al caer, se han encontrado en toda América del Norte y datan de la época del impacto en Chicxulub.
En alrededor de treinta minutos, el agua océanica comenzó a inundar el cráter a través de una brecha en su borde noreste, indican los investigadores.
Los apenas 90 metros de roca en el levantamiento central están ordenados por tamaño y son evidencia de su inundación. “Si lanzas una cantidad de materiales en el agua y dejas que se asienten, los objetos más grandes caen primero y a los más pequeños les toma más tiempo.
No obstante, esa inundación solo fue como ondas en una bañera en comparación con lo que estaba por venir, el agua que había sido violentamente desplazada por el impacto del asteroide estaba por regresar, mencionaron los científicos.
Tsunamis enormes, con olas que medían decenas de metros, se abalanzaron sobre el cráter unas cuantas horas después del impacto. Creadas cuando el asteroide golpeó el golfo de México, rebotaron en líneas costeras costeras cercanas antes de regresar rápidamente hacia el cráter. Dejaron una capa de 10 centímetros de arena y grava fina en el levantamiento central que contenía perileno, un biomarcador del suelo.
Además de la lluvia de rocas y los tsunamis, el paisaje también fue devastado por incendios extendidos, indican Gulick y su equipo. Fragmentos de carbón en el levantamiento central sobre la capa del tsunami son una señal de incendios forestales inducidos por el impacto, afirman los investigadores. Los incendios pueden haber sido iniciados por una detonación de energía termal proveniente de los restos del impacto o por rocas calentadas por la fricción cuando caían de regreso a través de la atmósfera.
“Probablemente no todo ardió, pero ciertamente hubo incendios globales”, dijo Gulick.
Estos resultados proporcionan “revelaciones sin precedentes” sobre lo ocurrido en el primer día del Cenozoico, dijo Paul Byrne, un geólogo planetario en la Universidad Estatal de Carolina del Norte que no estuvo involucrado en la investigación. Una cosa es sospechar el caos generado por el impacto con base en simulaciones por computadora, dijo, pero “es otra muy diferente verlo”.
Hace unos meses, otro equipo de investigación que trabajó en Dakota del Norte reportó haber descubierto los restos de un lago antiguo que contenía peces fosilizados con tectitas en sus branquias. Estos animales, indicaron los investigadores, probablemente murieron alrededor de una hora después del impacto del asteroide por olas generadas por el impacto que los arrojaron a tierra. Descubrir mayor evidencia de los efectos inmediatos del impacto en Chicxulub arrojará conocimiento científico importante sobre el día en que los dinosaurios comenzaron a morir.