Una ciudad vivaz, cosmopolita y donde se puede caminar fácilmente, Dublín es una favorita de toda la vida, pero ahora hay más razones que nunca para venir.
La influencia de los inmigrantes —desde los restaurantes chinos de dumplings hasta los supermercados polacos— le ha añadido color y variedad a la cultura de por sí vibrante de la comida, las bebidas alcohólicas y las artesanías irlandesas. Dales un vistazo a los cuadernos de James Joyce sobre “Ulysses” en el nuevo Museo de Literatura de Irlanda (MoLI) y luego relájate con una copa de vino natural; compra artículos modernos de lino y café expreso tostado en la región; y después de una desvelada escuchando música tradicional, desayuna una shakshuka (un platillo del Medio Oriente de huevos y tomate). El arte irlandés siempre se ha basado mucho en la tragedia, así que vale la pena visitar los cementerios y las cárceles históricas de Dublín para entender mejor el origen del carácter melancólico del país. Pero es el sentido del humor de los lugareños —que muchas veces es extremadamente negro— lo que más recuerdan los visitantes de su estancia en la capital.
VIERNES
1) 3 p. m.
Un paseo por la cárcel
La imponente Kilmainham Gaol (ocho euros, aproximadamente 8,85 dólares, por el recorrido guiado, que es la única manera de visitar el lugar; es mejor reservar con anticipación) ha sido una atracción turística desde hace mucho tiempo, sorprendentemente: desde 1966, para ser exactos, cuando reabrieron la cárcel luego de una restauración de muchos años realizada por un grupo dedicado de voluntarios. El recorrido de una hora por las celdas y el patio donde los reclusos picaban piedras y los líderes del Alzamiento de Pascua de 1916 —la insurrección armada en contra de la dominación británica— fueron ejecutados, muestra el papel funesto que ha desempeñado esta prisión en la historia de Irlanda. Albergó a rebeldes arrestados durante todos los levantamientos en contra de la autoridad del gobierno británico y fue un sitio de retención para los convictos que esperaban ser deportados a Australia. El recorrido llega a su fin en un museo informativo, donde se explican los pormenores del Alzamiento de Pascua, la Guerra de Independencia y la Guerra Civil. Si ciertas cosas de la prisión te parecen familiares, quizá se deba a que escenas de las películas “In The Name Of The Father” y “Michael Collins” se filmaron en su interior.
2) 5 p. m.
Aroma de wiski
El olor de Teeling Whiskey Distillery se percibe mucho antes de que la puedas ver. Esta es la primera destilería nueva que se abre en Irlanda en 125 años y está ubicada en The Liberties, un vecindario acostumbrado al olor de la cebada y el lúpulo, ya que en el siglo XIX fue el hogar de decenas de destilerías y cervecerías. En el recorrido por Teeling (dura una hora; a partir de diecisiete euros por persona; incluye una degustación) se detalla la larga historia de la elaboración del wiski irlandés y se pasea por la destilería en funcionamiento, donde puedes ver el “mosto” fermentándose en contenedores de madera y el wiski destilándose en alambiques gigantes también de madera. El recorrido termina en el bar, donde el encargado te guía en una degustación de wiski de un solo grano, de lotes pequeños y puro de malta.
3) 7 p. m.
Cocteles junto al parque
En el corazón verdoso del sur de la ciudad, el animado parque St. Stephen’s Green, encontrarás a estudiantes recostados en el césped, a turistas alimentando a las palomas y a los oficinistas tomando un descanso. Pasea por los estanques y las flores, y detente en el cuadrante del noreste para ver el homenaje a Wolfe Tone, un revolucionario del siglo XVIII considerado el padre del republicanismo irlandés. Presta atención a los bloques de piedra ordenados en hileras detrás de su estatua; los dublineses, que son muy adeptos a bautizar con apodos a los monumentos públicos, le llaman Tonehenge. Camina por Dawson Street hasta Peruke & Periwig, un bar con mucho ambiente y una iluminación acogedora donde podrás degustar un aperitivo. Los encantadores bármanes preparan los mejores cocteles de la ciudad (aproximadamente trece euros cada uno) con ginebra condimentada, wiski local y aditamentos como humo de madera de manzano. El acogedor segundo piso, con sus sillas de terciopelo, pinturas al óleo y ventanas con vista a la ajetreada calle, es un lugar excelente para aislarte del mundo durante un par de horas.
4) 9 p. m.
La nueva cocina irlandesa
Reserva desde antes para cenar en Clanbrassil House, donde el chef Grainne O’Keefe aporta una visión nueva a las ideas viejas en platillos como las almejas del fiordo de Killary, en el oeste de Irlanda, bañadas en una picante salsa XO, y la trucha ahumada sobre pan tostado de masa madre con col encurtida encima. Este pequeño restaurante abrió sus puertas en 2018 y sirve algunos de los platillos más innovadores en Dublín: salchicha preparada en casa con carrilleras de cerdo, helado de mermelada y croquetas doradas de papa con una mayonesa de cebolla. Sirven por copa vinos interesantes y eurocéntricos, y la opción para compartir al estilo hogareño, es decir, la cocina manda una selección de platos pequeños, entradas, platos fuertes y postres, es una manera divertida de conocer el menú tentador. La cena para dos personas cuesta alrededor de 120 euros, incluyendo el vino.
SÁBADO
5) 9 a. m.
Desayunos creativos
Cuando ya estás harto de los desayunos irlandeses tradicionales, ve por un almuerzo madrugador a Brother Hubbard South (alrededor de 30 euros para dos), que tiene uno de los menús de desayunos más imaginativos de la ciudad. Platillos con toques del Medio Oriente, como un emparedado crujiente de queso halloumi con tomates encurtidos, o huevos turcos con feta batido, todos los ingredientes proceden de productores locales y el café lo tuestan en el lugar. Incluso hacen su propia bebida de cola. Pesa a que ha recibido excelentes reseñas, sigue siendo poco pretencioso y acogedor, además, el patio grande es un lugar popular para desayunar al aire libre cuando el clima lo permite.
6) 11 a. m.
Joyce al mediodía
Leopold Bloom, quizá el personaje más famoso de la literatura irlandesa, visita la farmacia de Sweny en “Ulysses” de James Joyce, donde compra una barra de jabón “con un dulce aroma de limón” que lo acompaña por la ciudad. Siguen vendiendo ese jabón (cinco euros) en esta farmacia, que ahora es un museo lleno de curiosidades a cargo de voluntarios que están felices de hablar sobre Joyce y que hacen lecturas diarias de textos del autor y guían grupos de debate sobre sus obras. Los sábados entre las 11 a. m. y 1 p. m. están reservados para lecturas de “Ulysses” en las que cualquiera puede escuchar, disfrutar, o incluso participar. La farmacia (activa de 1853 a 2009), con sus alacenas de madera y botellas empolvadas, está igual que como era en la época de Joyce, o eso queremos pensar.
7) 12:30 p. m.
Artesanías
Cerca del museo hay dos estudios donde se puede apreciar el trabajo artesanal moderno en Irlanda. La ropa de casa de lino irlandés de Jennifer Slattery Textiles está bordada con cuidado y curiosos diseños, hay artículos como servilletas tejidas (cuatro por 78 euros) decoradas con un pequeño tenedor y cuchillo. Las charolas delgadas de colores hechas de lino bordado y revestidas con resina pueden ser regalos fabulosos. En el local de al lado, Flock Studio, venden borregos, ratones y otros animales de juguete hechos con lana irlandesa y de merino que se transformó en fieltro a mano. Con una caminata de diez minutos llegarás a Arran Street East, un pequeño estudio en una esquina, que también es una tienda y cafetería, donde hacen y venden una hermosa colección de cerámica vidriada. Hay tazas pequeñas, jarras y macetas, todas en colores primarios débiles. También tienen talleres (desde 50 euros), si quieres intentar con el torno.
8) 1:30 p. m.
Un pescado y un expreso
El vecindario Dublín 7 alberga cada vez más restaurantes excelentes fuera de la zona turística. Haz una parada en Benburb Street y súbete a un taburete alto en Fish Shop, donde la pesca del día (obtenida de manera sustentable) se convierte en una exquisita preparación de “fish and chips”, o pescado frito con papas, (el almuerzo para dos cuesta aproximadamente 40 euros). Hay una selección de vinos naturales, orgánicos y biodinámicos que se venden por copa. Después del almuerzo, bebe un “Night and Day” en Proper Order, una cafetería con un personal alegre donde encontrarás granos de esotéricas tostadoras europeas como Square Mile y Fried Hats. La bebida llamada “Night and Day” (4,50 euros) consiste en un par de expresos, uno negro y otro con leche, que forman una especie de menú de degustación en diminuto, con suficiente cafeína para darte energía todo el día.
9) 3 p. m.
La historia de un candelero
Ubicado en los edificios extendidos dentro del enorme patio interior del antiguo cuartel militar de Collins Barracks, está el fabuloso Museo Nacional de Artes Decorativas e Historia (entrada gratuita). Es el hogar de algunos de los tesoros más grandes de Irlanda. Además de exposiciones sobre la historia irlandesa, las galerías albergan salas curadas de forma experta sobre la moda irlandesa a lo largo de los años; un milenio de numismática irlandesa, una enorme colección de platería irlandesa y mucho más. Los letreros que acompañan a todos los objetos desde un vestido de popelina de inicios de la primera década del siglo XX hasta un candelero de hierro forjado y una silla hecha de paja, te dan muchísimos detalles fascinantes, aprenderás más de lo que jamás te hubieras esperado.
10) 7 p. m.
Cena y música
L. Mulligan Grocer, en el vecindario de Stoneybatter, que cada vez está más de moda, es el mejor tipo de restaurante de barrio: ingredientes locales, una lista larga e interesante de cervezas artesanales de la región y de todo el mundo, y otra de wiskis curada con amor, pues sus descripciones son casi poéticas. La comida, desde versiones lujosas de huevos escoceses con cebollas encurtidas y mayonesa Dijon, hasta cordero braseado con jugosas zanahorias y croquetas de papa con morcilla, encuentra su inspiración cerca de casa, pero la ejecución y los ingredientes son ejemplares y han creado un grupo de admiradores leales. Después de acompañar tu platón de quesos irlandeses con un wiski especialmente maridado, date una vuelta por la “trad session” (una reunión informal con música tradicional irlandesa) en The Cobblestone, un pub animado con violines y gaita irlandesa que tocan todas las noches, donde puedes beber una Guinness mientras los músicos hacen lo suyo.
DOMINGO
11) 11:30 a. m.
Sepulturas y sepultureros
Puedes aprender una cantidad impresionante de historia irlandesa con un recorrido de historia general en el Cementerio de Glasnevin (13,50 dólares) donde la mayoría de los políticos, revolucionarios y luminarias de Irlanda están sepultados, incluyendo varias personalidades que estuvieron presas en Kilmainham. Los guías eficientes y bien informados te llevan a las tumbas de gente como los revolucionarios Michael Collins y la condesa Markievicz, dándote un grato resumen sobre el papel que cada uno de estos personajes desempeñó en la historia, y sobre las complejidades de la guerra civil irlandesa y lo que sucedió después del Alzamiento de Pascua en 1916. Después del recorrido, sal por la esquina que está al suroeste y entra al pub John Kavanaugh, conocido coloquialmente como The Gravediggers (los sepultureros), para beber una pinta en el lugar donde (según historias apócrifas) los hombres que trabajaban en el cementerio solían saciar su sed durante funerales demasiado largos.
12) 1 p. m.
Platillos y delicias
Invierte tu tarde en probar bocadillos en Eatyard, un patio abierto con grava en el piso, que tiene puestos de comida que venden de todo: desde alitas bañadas en salsas condimentadas con wiski irlandés hasta “fish and chips” vegano (hecho con un sustituto de carne a base de plantas) y helado hecho en la región. En el lugar también se llevan a cabo eventos curiosos como festivales de papas fritas (con todo y acalorados debates sobre los mejores sabores). Eatyard cierra oficialmente en el invierno, aunque abre frecuentemente para eventos especiales. Si está cerrado, dirígete al negocio de al lado, Bernard Shaw, un pub destartalado pero alegre que suele poner música internacional todo el día, y pide una cerveza de cáñamo o una IPA fabricada por los dueños, también hay una buena selección de otras cervezas locales y ginebras irlandesas de alta calidad.
ALOJAMIENTO
Es fácil moverse por Dublín, pero si te hospedas cerca del centro de la ciudad evitarás desgastar tus zapatos. Busca inmuebles en renta en los códigos postales D1 y D2. Los apartamentos de una habitación que están en Airbnb cuestan alrededor de 120 dólares la noche; más en verano y menos en invierno.
El hotel chic Iveagh Garden Hotel (habitaciones dobles desde 180 euros) tiene cuartos de diversos tamaños, con acentos decorativos en terciopelo verde y azul, y baños generosos. El hotel da al frondoso jardín Iveagh Gardens, además de estar a poca distancia a pie de varios sitios turísticos.
Las habitaciones en The Dean empiezan en tamaños diminutos (en la más pequeña caben una o dos personas, y está disponible a partir de 109 euros) y llegan a ser del tamaño de un “penthouse”. Hay un restaurante-bar en la azotea que tiene un techo de cristal desde donde se aprecia un paisaje espectacular de Dublín. El servicio es extraordinariamente amigable, incluso para los estándares de esta ciudad, famosa por recibir a los viajeros con los brazos abiertos.