Según una investigación de The New York Times, la Fuerza Aérea rusa ha bombardeado en repetidas ocasiones hospitales sirios a fin de aplastar los últimos enclaves de la resistencia al presidente Bashar al Asad.
Un análisis de registros no publicados con anterioridad de la radio de la Fuerza Aérea rusa, de las bitácoras de los avistadores de aeroplanos y de los relatos de testigos le permitió a The Times rastrear los bombardeos de cuatro hospitales en solo doce horas en el mes de mayo y vincular a pilotos rusos con cada uno de ellos.
El periodo de doce horas que comenzó el 5 de mayo representa una pequeña parte de la guerra aérea en Siria, pero es un microcosmos de la intervención militar de Rusia durante cuatro años de guerra civil en Siria. Esta semana, se abrió un nuevo frente del conflicto cuando las fuerzas turcas cruzaron la frontera como parte de una campaña contra una milicia encabezada por kurdos.
Desde hace mucho tiempo, se ha acusado a Rusia de llevar a cabo ataques sistemáticos contra las clínicas y los hospitales de las zonas tomadas por los rebeldes como parte de una estrategia de ayuda para garantizar la victoria de Asad en esta guerra que ya ha durado ocho años.
La organización sin fines de lucro que da seguimiento a los ataques al personal médico de Siria, Médicos por los Derechos Humanos, ha documentado al menos 583 ataques de este tipo desde 2011, 266 de ellos desde que Rusia intervino en septiembre de 2015. Al menos 916 trabajadores médicos han sido asesinados desde 2011.
The Times reunió una gran cantidad de pruebas para analizar los bombardeos del 5 y 6 de mayo a los hospitales.
Las publicaciones en las redes sociales de Siria, las entrevistas con testigos y los registros de las organizaciones de beneficencia que mantenían a los cuatro hospitales proporcionaron la hora aproximada de cada ataque. The Times consiguió bitácoras que llevaban los avistadores de aviones en tierra, quienes advierten a la población civil sobre ataques próximos, y cotejó la hora de cada uno de los ataques para confirmar si en esos momentos había aviones de guerra sobrevolando. Posteriormente, escuchamos y desciframos miles de transmisiones de radio de la Fuerza Aérea rusa, en las que quedaron grabadas las actividades de los pilotos en el espacio aéreo del noroeste de Siria durante meses. Una red de observadores, quienes por su seguridad insistieron en conservar su anonimato, proporcionó estas grabaciones.
Las bitácoras de los avistadores del 5 al 6 de mayo ubican a pilotos rusos sobre cada uno de esos hospitales en el momento en que fueron atacados, y en las grabaciones de audio de la Fuerza Aérea de ese día se escucha a los pilotos rusos confirmando cada bombardeo. Los videos obtenidos de los testigos y verificados por The Times confirmaron tres de esos ataques.
Bombardear hospitales de manera irresponsable o intencional es un crimen de guerra, pero es dificilísimo comprobar la culpabilidad en una compleja guerra civil y, hasta ahora, les han faltado pruebas a los grupos de derechos humanos y a los profesionales de la salud sirios.
La posición de Rusia como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU la ha protegido de todo escrutinio y ha propiciado que las agencias de Naciones Unidas se nieguen a atribuirle responsabilidad a la Fuerza Aérea rusa.
“Los ataques al sector de la salud en Siria, al igual que el bombardeo indiscriminado a instalaciones civiles, son, en definitiva, crímenes de guerra y deberían ser juzgados en la Corte Penal Internacional de La Haya”, señaló Susannah Sirkin, directora de políticas en Médicos por los Derechos Humanos. Sin embargo, afirmó, Rusia y China “vergonzosamente” vetaron una resolución del Consejo de Seguridad que habría referido a esta corte esos y otros delitos cometidos en Siria.
El gobierno ruso no respondió de modo directo a las preguntas acerca de los bombardeos a los hospitales. Más bien, el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores se refirió a declaraciones anteriores diciendo que la Fuerza Aérea rusa realiza ataques de precisión solo en “objetivos que ha investigado con minuciosidad”.
En agosto, el secretario general de la ONU, António Guterres, abrió una investigación sobre los bombardeos a los hospitales. Esta investigación, aún en curso, tiene como fin determinar, en parte, por qué fueron atacados los hospitales que de manera voluntaria añadieron su ubicación a una lista de protocolos contra conflictos auspiciada por la ONU, misma que se proporcionó a Rusia y a otros combatientes para evitar que los atacaran.
Los profesionales de la salud sirios comentaron que creían que la lista de la ONU en realidad se convirtió en una lista para que las Fuerzas Armadas de Rusia y de Siria escogieran sus objetivos.
La Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos señaló que, desde el 29 de abril hasta mediados de septiembre, cuando las fuerzas gubernamentales rusas y sirias atacaron el último enclave rebelde en el noroeste, fueron atacados 54 hospitales y clínicas en territorios de la oposición. Según la Organización Mundial de la Salud, por lo menos siete habían intentado protegerse añadiendo su ubicación a la lista de protocolos contra conflictos.
El 5 y 6 de mayo, Rusia atacó cuatro hospitales, todos los cuales aparecían en la lista.
El primero fue el hospital quirúrgico Nabad al Hayat, un importante centro de traumatología subterráneo en la provincia de Idlib, situada al sur, que da servicio a cerca de 200.000 personas. De acuerdo con la beneficencia con sede en Estados Unidos que lo mantenía, Syria Relief and Development, este hospital llevaba a cabo al mes aproximadamente 500 operaciones y atendía a más de 5000 pacientes.
Nabad al Hayat había sido atacado tres veces desde que se inauguró en 2013 y, con la esperanza de protegerse de ataques aéreos, recientemente se había trasladado a un complejo subterráneo en tierras agrícolas.
En una transmisión de la Fuerza Aérea, se puede escuchar que a las 2:32 p. m. del 5 de mayo, un oficial de tierra ruso le proporcionaba a un piloto las coordenadas correspondientes a la ubicación exacta del hospital Nabad al Hayat.
A las 2:38 p. m., el piloto informa que tiene el objetivo a la vista y que ha hecho la “corrección”, el código para fijar el objetivo en la pantalla de la cabina. El control en tierra da luz verde al ataque diciendo “Tres sietes”.
En ese mismo momento, un avistador de aviones en tierra registra un avión ruso volando en círculos en esa zona.
A las 2:40 p. m., la misma hora en que, según la beneficencia, atacaron el hospital, el piloto confirma el lanzamiento de sus armas: “Realizado”. Unos segundos después, periodistas locales que desde antes del ataque estaban filmando el hospital, registran que tres bombas de precisión penetraron por el techo del hospital y lo hicieron explotar desde adentro; el estallido fue similar al de un géiser lanzando polvo y concreto en vez de agua.
El personal del hospital Nabad al Hayat lo había evacuado tres días antes luego de recibir advertencias del inminente bombardeo, pero el hospital quirúrgico Kafr Nabl, cinco kilómetros al noroeste, no corrió con tanta suerte.
Un médico que trabajaba ahí comentó que el hospital fue atacado cuatro veces a partir de las 5:30 p. m. Señaló que, sin previo aviso, los ataques ocurrieron aproximadamente cada cinco minutos y acabaron con la vida de un hombre que estaba de pie fuera del hospital, además de obligar a los pacientes y a los miembros del personal a usar tanques de oxígeno para poder respirar a pesar del polvo que los asfixiaba.
Un avistador registró un avión ruso volando en círculos a la hora del ataque y, en otra transmisión de la Fuerza Aérea rusa, un piloto informa que “realizó” su objetivo a las 5:30 p. m., la hora del ataque. Luego informa de otros tres ataques en intervalos de aproximadamente cinco minutos, lo cual concuerda con la cronología del médico.
Los pilotos rusos bombardearon otros dos hospitales en el mismo periodo de doce horas: un hospital de Kafr Zita y el hospital de ortopedia Al Amal. En ambos casos, los avistadores registraron aviones de la Fuerza Aérea rusa en el aire a la hora de los ataques y se escuchó a pilotos rusos en las transmisiones de radio decir que habían “realizado” sus objetivos a las horas en que se reportaron los ataques.
Desde el 5 de mayo, han atacado desde el aire más de una veintena de clínicas y hospitales en la zona noroeste tomada por los rebeldes. El personal médico sirio mencionó que creía que los bombardeos continuarían debido a que ni la ONU ni otros países han podido encontrar alguna forma de obligar a Rusia a rendir cuentas.