PEKÍN — Durante los primeros siete meses posteriores a su divorcio, Li Xiuping pensó que su exmarido había desaparecido de su vida. Luego vino la llamada telefónica que convirtió a Li, periodista de un diario propiedad del Estado en Pekín, en una incansable activista que defiende los derechos económicos de las mujeres chinas.
En aquella llamada breve, el exesposo de Li le dijo que ella no había asistido a una audiencia judicial que iniciaron los acreedores que estaban buscando a la pareja en relación con préstamos insolutos, una deuda de la que Li afirmó no tener conocimiento. Tras un viaje desesperado al tribunal, Li se enteró de que su exmarido había pedido prestados alrededor de 400.000 dólares.
El caso, que plantea una serie de interrogantes sobre la responsabilidad que tienen las mujeres divorciadas sobre las deudas de sus exesposos, obligó a Li a pelear para cambiar las leyes matrimoniales chinas. Durante tres años, la periodista conservadora ha ejercido presión sobre legisladores y jueces en un esfuerzo incesante que incluso ha alejado a algunos amigos, ahora examigos, en la causa.
“Esto simplemente no está bien. No quiero ver más vidas arruinadas”, comentó Li, de 49 años. “No quiero darme por vencida hasta que hayamos llegado a las últimas consecuencias”.
En los últimos dos años, el movimiento mundial #MeToo ha inspirado a las mujeres chinas a pronunciarse contra el acoso sexual. Li quiere ampliar el debate para incluir los derechos económicos de las mujeres.
Li y otras mujeres ahora están luchando en la que ella denomina la “batalla final” para cambiar la manera en la que las leyes chinas lidian con las controversias de deudas posteriores al divorcio. La Asamblea Popular Nacional de China, el órgano legislativo chino, ha estado debatiendo modificaciones a las leyes matrimoniales y Li y muchas otras mujeres han pedido a los legisladores que exijan que se atienda la problemática relacionada con las deudas.
Durante el gobierno de Xi Jinping, el líder autoritario del Partido Comunista de China, el país ha silenciado a los abogados y activistas que defienden los derechos humanos. Sin embargo, Li y otras mujeres evitaron la confrontación política y perfeccionaron un estilo de activismo más fluido, mediante el cual usaron WeChat, una popular plataforma de redes sociales, para movilizar, coordinar y compartir asesorías sobre el manejo de divorcios complicados.
Más mujeres, y algunos hombres, se han visto inmersos en controversias similares. Los divorcios se han vuelto más comunes en China y dado que la clase media y las empresas privadas han aumentado, cada vez más divorcios incluyen deudas que deben repartirse, junto con los hijos, las mascotas y las propiedades.
La ley matrimonial vigente en China data de 1981, una época en la que las controversias derivadas de los divorcios y los préstamos eran mucho más escasas. Aunque se ha modificado a lo largo de los años, la ley todavía tiene lagunas jurídicas en lo que respecta a cómo deberían dividirse las deudas.
En 2003, el máximo tribunal de justicia de la nación, la Corte Suprema Popular de la República Popular China, trató de ofrecer certidumbre cuando dijo a los jueces que asumieran que ambos cónyuges en un divorcio compartían la responsabilidad sobre las deudas personales. Esa regla ayudó a evitar el uso de divorcios falsos para evadir las deudas. Sin embargo, dejó una carga sobre los cónyuges divorciados que se deslindaban de deudas al comprobar que un contrato de préstamo claramente los excluía de toda responsabilidad.
Para Li y muchas otras mujeres divorciadas, ese intento de claridad jurídica sencillamente ha creado más confusión sobre la manera en la que pueden probar que no tienen responsabilidad sobre una deuda.
“Siempre y cuando la deuda se haya adquirido durante el matrimonio, se asume que fue compartida”, comentó Jiang Yue, profesora de Derecho en la Universidad Xiamen al sudeste de China. Un exesposo o exesposa tenía que probar que una deuda no era conjunta, mencionó la profesora. “Pero si, por principio de cuentas, nunca se enteraron de su existencia, ¿cómo podrían asumir la carga de la prueba?”, preguntó.
La trayectoria de Li en el activismo comenzó en 2014, después de que ella y su exmarido, Li Xianghua, se divorciaron. Su matrimonio flaqueaba mientras él se veía consumido por su empresa de autopartes y ella trabajaba como periodista en el Diario del Agricultor, un periódico oficial de noticias agrícolas.
Después de que se concretó el divorcio en 2014, ella anhelaba tener una vida tranquila como “ratón de biblioteca”, comentó. No fue posible contactar a su marido para que ofreciera comentarios. No obstante, en 2016, la sentencia de un tribunal pekinés relativa a la controversia sobre su deuda decía que él acusaba a su exesposa de mantener sus pagos diarios con los fondos de su empresa.
“Los ingresos del negocio se usaban para la vida en común de la pareja”, declaró el marido, según la sentencia judicial. Ella negó haber usado los préstamos de su marido para los gastos de subsistencia de ambos.
El peor momento para ella llegó en 2015 cuando fue detenida durante nueve días luego de que acusó a un juez de confiscarle documentos. En la celda de detención, abarrotada con decenas de reclusas, Li llevó a cabo una huelga de hambre, en la que solo bebía botellas de té endulzado.
“Fue totalmente ridículo. Ni siquiera informaron a mis abogados”, dijo sobre su detención. “Tras recuperar mi libertad, quise luchar por mis derechos”, afirmó.
Para Li, el internet chino le ofreció una suerte de salvación. Aunque en China las páginas web pueden ser sometidas a una fuerte censura, hay espacio para debatir controversias sociales. Mientras navegaba por internet en 2016, Li se topó con un grupo de mujeres cuyas denuncias sonaban muy parecidas a la suya: eran mujeres divorciadas y desesperadas después de que sus maridos las habían dejado inmersas en deudas.
“El matrimonio es un riesgo; tengan cuidado cuando vayan por el certificado de matrimonio”, decía el ensayo en línea que atrajo la atención de Li en Weibo, una red social china que permite a grupos de usuarios compartir mensajes y vínculos. “Si se casan con la persona equivocada, ese matrimonio les arruinará la vida”, sentenciaba.
En su exploración, se topó con mujeres que relataban cómo los acreedores se habían abalanzado sobre ellas para exigir el pago de las deudas de sus exmaridos. Algunas veces, los hombres habían evadido a los cobradores, dejando que sus exesposas lidiaran con las exigencias de pago. Perseguidas en los tribunales, algunas mujeres fueron incluidas en listas que les prohibían viajar o se les descontaron sus ingresos; otras más perdieron sus casas para pagar las deudas.
Sobreponiéndose a su timidez, Li se convirtió en una organizadora cada vez más decidida. Instó a otras mujeres a denunciar su situación, publicando fotografías de ella en las que sostenía un letrero que hacía un llamado a cambiar las reglas sobre las deudas en los divorcios. En 2017, organizó una encuesta que recabó alrededor de 1500 respuestas de personas —casi todas mujeres— que describían sus problemas con el divorcio y la deuda.
Para entonces la coalición cibernética poco definida tenía alrededor de 1300 miembros, en su mayoría mujeres, comentó Li. Compartían información sobre sus casos, se alentaban entre sí en sus luchas en los tribunales y comenzaron a ejercer presión sobre jueces y legisladores.
El año pasado, las mujeres se anotaron una victoria cuando la Corte Suprema Popular de la República Popular China ofreció una nueva instrucción, que limitaba las circunstancias en las cuales podía hacerse responsables a los cónyuges divorciados por las deudas de un excónyuge. Ese cambio fue suficiente para algunas mujeres, que se retiraron de la campaña.
No obstante, Li perseveró, exigiendo que China dé un trato más justo a los cónyuges divorciados mediante una ley matrimonial reformada, en lugar de depender de las sentencias de los tribunales. El viernes, 20 de diciembre, un funcionario de la legislatura mencionó que habían recibido casi 250.000 comentarios en línea sobre la ley matrimonial y que la deuda era uno de los problemas que se mencionaba con mayor frecuencia.
“En el curso de todo esto, realmente he ayudado a que haya progreso en el Estado de derecho; he descubierto más posibilidades en la vida”, afirmó Li.
Gente entra y sale de la Universidad de Pekín, en Pekín, China, el 27 de julio de 2016. Mientras se expandían, las empresas de China acumularon deudas altísimas y los inversionistas y acreedores mundiales no tardaron en ofrecerles todavía más dinero. Ahora ha llegado el momento de pagar las deudas y cada vez son más las empresas chinas que no pueden liquidarlas (Thomas Peter/Reuters).