La controversia surgió precisamente en Turingia, cuyos diputados de la Unión Demócratica Cristiana (CDU) de Angela Merkel ya dieron lugar a otra polémica hace unas semanas.
El partido de la canciller alemana, Angela Merkel, conservador, se vio sacudido este sábado por una nueva polémica a raíz de un proyecto de alianza con la izquierda radical, lo que sumió aún más a la formación en una crisis de identidad.
La controversia surgió precisamente en Turingia, cuyos diputados de la Unión Demócratica Cristiana (CDU) de Angela Merkel ya dieron lugar a otra polémica hace unas semanas por haber decidido votar junto a los diputados de la extrema derecha para elegir a un presidente del gobierno regional.
Esa polémica ya le costó el cargo a la presidenta del partido, Annegret Kramp-Karrenbauer, y no fue más que una muestra del torbellino que se está apoderando de la formación a medida que la era Merkel va llegando a su fin.
“Atravesamos una crisis de confianza”, apuntó este sábado el ministro de Salud, Jens Spahn, estrella ascendente de la CDU y uno de los favoritos para reemplazar a la canciller.
“Se trata, ni más ni menos, de la credibilidad de la CDU en Alemania”, que cada mes se hunde más en los sondeos, recalcó el secretario general del partido, Paul Ziemiak.
El próximo año, como muy tarde, se celebrarán elecciones legislativas en el país.
– Ni con la extrema derecha ni con la extrema izquierda –
La última disputa llegó el viernes por la noche, cuando los diputados de la CDU de Turingia decidieron apoyar, el 4 de marzo, la elección de un responsable de la izquierda radical alemana, Bodo Ramelow, para dirigir ese Estado regional.
En concreto, la CDU de Turingia se declaró dispuesta a tolerar durante un año un gobierno minoritario de izquierdas en ese Estado, que estuviera liderado por Ramelow, diputado de Die Linke, hasta las elecciones regionales, previstas el 25 de abril de 2021.
Pero, al decidir eso, los diputados hicieron caso omiso de una de las líneas rojas de la CDU: la de no aliarse ni con la extrema derecha ni con la extrema izquierda.
Tolerando un gobierno liderado por Ramelow, la CDU de Turingia pretendía sacar a la región de la parálisis en la que la había sumido la formación Alternativa por Alemania (AfD, ultraderecha).
Esta última se había aliado a principios de mes con la derecha moderada, incluyendo a los diputados del partido de Merkel, para elegir a un jefe de gobierno, lo que causó indignación en la CDU a nivel nacional.
“Cualquier persona que vote a favor de Ramelow para que se convierta en jefe del gobierno regional incurrirá en una infracción de las resoluciones de la CDU” a nivel nacional, advirtió el sábado Ziemiak, pues si votaran a favor de la izquierda radical, los diputados conservadores romperían otro de los tabúes de la posguerra.
Asimismo, el presidente de la cámara de los diputados, el conservador Wolfgang Schäuble, rechazó “cualquier colaboración entre la CDU” y Die Linke, que “jurídicamente todavía es el viejo SED”, el antiguo partido comunista de la RDA (la antigua Alemania oriental).
La izquierda radical, por su parte, se consideró “difamada” porque la colocaron en el mismo plano que la AfD, y más aún después de los atentados racistas de Hanau de esta semana. Además, Ramelow tiene un perfil pragmático y moderado, muy alejado del de los herederos del partido comunista de Alemania oriental.