El remoto puesto de avanzada en el desierto, donde la temperatura se eleva por encima de los 35 grados Celsius durante un promedio de 200 días al año, se llama a sí misma “la ciudad más caliente de Australia”, pues es sofocada por las olas de calor más calientes y más largas que hay en cualquier otro lugar del tórrido continente.
A los residentes locales, o al menos a los más aclimatados, les gusta el título. Atrae a turistas poco convencionales a la ciudad de menos de 200 habitantes, una franja polvorienta donde la tierra ardiente puede derretir las suelas de los zapatos y el agua del grifo marcado como “frío” sale caliente.
Mientras que otras ciudades australianas han alcanzado temperaturas máximas más altas, es el calor incesante y sofocante lo que ha hecho famosa a Marble Bar. Al final del verano del hemisferio sur, la ciudad había batido su propio récord, pues el termostato había llegados a los 45 grados Celsius, como mínimo, en 32 días.
En las mañanas más abrasadoras, salir puede sentirse “como estar frente a una rugiente estufa de leña”, dijo Brian Higgins, el enfermero local. A medida que pasan las horas del día y aumenta el calor, añadió, se empieza a sentir como si te hubieras metido en el horno mismo.
Ser capaz de soportar tal calor es un motivo de orgullo local.
Higgins estaba tomando una cerveza en el único pub del pueblo, una choza de hierro corrugado construida a finales de 1800, en donde no hay aire acondicionado.
“Tenemos un ventilador como aire acondicionado”, dijo Cheryl Manurung, la gerente del pub, mientras sacaba una cerveza fría de la nevera.
En Melbourne o Sídney, los estudiantes a veces salen temprano de la escuela y la gente tiene permiso de trabajar desde su casa, cuando hay condiciones climáticas extremas.
“Si hiciéramos eso, trabajaríamos tres días al año”, dijo en broma Amy Pfitzner, coordinadora del Centro de Recursos Comunitarios de Marble Bar.
Pero con el aumento de las temperaturas en Australia como resultado del cambio climático (y, según algunos informes, con un calentamiento aún más rápido que en el del resto del mundo) es posible que ni siquiera los habitantes más resistentes de Marble Bar puedan soportar lo que se avecina.
Es un tema divisorio en Marble Bar, cuya población está compuesta en gran parte por funcionarios, profesores, jubilados y buscadores atraídos por la promesa del oro, no todos los cuales aceptan la ciencia de que la Tierra, y su pueblo, se están calentando.
“Podría ser feo”, añadió Mawson, refiriéndose a lo que nos depara el futuro. “Seguro hay un punto en el que realmente empiezas a cocinarte”.
Tal vez gran parte del mundo necesite aprender las reglas que conlleva sobrevivir en condiciones estuosas, reglas que la gente de Marble Bar ya se sabe de memoria. Siempre hay que mantenerse hidratado, aléjate del sol en las horas más calurosas y nunca, nunca, planees viajes que tomen más de diez minutos en auto sin llevar agua para durar días en caso de una avería.
En una mañana de febrero, Alex Dorrington, un trabajador de parques y jardines, estaba entre los pocos valientes (y suficientemente preparados) para estar afuera en la calle principal de la ciudad bajo el calor sofocante.
Estaba descansando a la sombra de un árbol de su turno de diez horas cortando el césped de la ciudad. Su cuerpo estaba cubierto de pies a cabeza con un sombrero de paja, un pañuelo que le envolvía el cuello, pantalones largos y botas de trabajo pesadas. Él intenta tomar un trago de agua cada quince minutos.
Pero incluso con estas precauciones, ya ha sufrido insolación antes y conocía bien uno de sus síntomas. “Si no estás sudando”, dijo Dorrington, “algo anda mal”.
Los menos preparados para soportar esta caldera son los turistas, que vienen a experimentar el impresionante calor y el ilimitado desierto de tierra roja que se extiende más allá de la ciudad.
“Vienen aquí en tacones de aguja con una botella de 500 mililitros de agua, y pienso: ‘Se van a morir’”, dijo Mawson.
Y han muerto, si no en la ciudad, no muy lejos según los estándares de esta parte de Australia. En 2003, un turista británico murió a 370 kilómetros de Marble Bar después de que su vehículo se empantanó y lo dejó para buscar ayuda. En un período de solo dos meses en 2018, otros cuatro murieron en las ardientes condiciones del “outback” de Australia Occidental.
Mientras que los turistas vienen solo para satisfacer brevemente su curiosidad, algunas personas se mudan a Marble Bar con la intención de quedarse, pero descubren que no pueden soportar el calor.
“He visto a mucha gente ir y venir en los cinco años que llevo aquí”, dijo Pat Clarke, el jardinero del parque de caravanas local, mientras encendía los aspersores una mañana.
“Realmente nadie se queda tanto tiempo”, añadió. “Me sorprende que yo todavía esté aquí”.