“Hay una sensación de desesperanza y a la vez de solidaridad entre nosotros”, dice Diana Torres, una enfermera de 33 años y excolega de Kelly.
El personal de salud en Nueva York, epicentro de la epidemia de coronavirus en Estados Unidos, afronta largas jornadas de trabajo y escasez de equipos de protección. Y mientras aumentan los contagios, muchos temen por su propia seguridad.
La misma semana en que Estados Unidos se convirtió en el nuevo foco de la pandemia -con más de 100.000 casos confirmados de infección y más de 1.500 fallecidos- Kious Kelly, un enfermero de 44 años en un hospital de Manhattan, sucumbió afectado por la covid-19.
“Hay una sensación de desesperanza y a la vez de solidaridad entre nosotros”, dice Diana Torres, una enfermera de 33 años y excolega de Kelly.
“Todo el mundo tiene miedo, tratamos de apoyarnos”.
Su unidad de rehabilitación no es sin embargo la más expuesta ante el virus, que hasta la noche del viernes había dejado 366 muertes e infectado a más de 25.000 personas en la ciudad de Nueva York.
Esta enfermera, madre de tres, se ha ocupado personalmente de al menos tres pacientes con el virus, y tuvo que suplicar para obtener equipos de protección.
“No tengo nada para mi cabeza, nada para mis zapatos”, dice.
La muerte de Kelly, que podría ser la primera de un enfermero neoyorquino por el coronavirus, provocó una ola de indignación en redes sociales sobre la protección inadecuada del personal de los hospitales, incluyendo una foto de trabajadores usando una bolsa de basura sobre sus uniformes médicos.
“Racionan los equipos. Te dicen ‘Recibes solamente tantos trajes y tantas máscaras y hay que racionarlos’. Entonces te pones una bolsa de plástico sobre tu traje para que dure más tiempo”, dice Torres.
El hospital donde trabaja, el Mount Sinai dijo en un comunicado que “está profundamente entristecido” por la muerte de Kelly, al tiempo que enfatizó que “siempre” provee a sus trabajadores del “importante equipamiento de protección personal necesario”.
Este sábado, el presidente Donald Trump dijo que evalúa poner en cuarentena al estado de Nueva York, el más golpeado en el país con la mayoría de los casos de coronavirus.
– “Corderos al matadero” –
“Es fatal”, estima por su lado sobre las condiciones de trabajo un residente en psiquiatría que se identifica como Andrew, en otro hospital neoyorquino de Queens.
“No hay suficiente dinero, no hay suficientes tests, no hay suficiente equipo de protección personal para -no solo los médicos sino también los enfermeros, auxiliares, personal de limpieza- todo el mundo que en el hospital está enormemente expuesto”, dijo el médico a AFP.
“Las personas en primera línea no están protegidas, son como corderos camino al matadero”, afirma.
– “Paranoicos” –
Este treintañero está ahora confinado en su casa por una fiebre, resfrío y pérdida de olfato: síntomas característicos de la enfermedad covid-19, aunque no ha sido examinado.
En Nueva York, como en otros países, los tests están generalmente reservados solo a las personas con síntomas “graves”, como una neumonía, trabajen o no en el sector de salud.
“Ya estar en la salud es un enorme sacrificio. Es una vergüenza que hayamos llegado a esto”, dice Andrew.
“Técnicamente estamos todos expuestos”, subraya también Diana Torres, que teme infectar a sus hijos y su esposo. “Andamos todos paranoicos, intentando mantener distancia porque no nos pueden hacer las pruebas”.
“Nos dicen que podemos volver [a trabajar] cuando nos sintamos mejor”, a pesar de las recomendaciones oficiales que estipulan esperar unos días después de que desaparezcan los síntomas, dice Torres.
– Sin tiempo para digerir –
Los excolegas de Kelly están “devastados”, porque tuvo que “pagar el precio final”.
Interrogado sobre el número de enfermos entre los trabajadores de la salud, un responsable de los hospitales municipales de Nueva York dijo el jueves no tener una cifra.
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, aseguró que las autoridades buscan “proveer equipos y materiales” al personal médico, e intentan darles un “alivio” trayendo refuerzos de otras regiones.
Pero, según las estimaciones oficiales, el pico de la epidemia en Nueva York llegará en tres semanas.
Mientras tanto, los trabajadores de la salud “no tienen el lujo de detenerse” ante lo que está pasando, dice Andrew.
“No tenemos tiempo de digerir nuestras emociones, solo tenemos que hacer el trabajo”.